Recuérdame, amándote, mirándote a los ojos atandome a tú vida, recuérdame amándote esperándote tranquila, sin rencor y sin mentiras, recuérdame, recuérdame que mi alma fue tatuada en tu piel.
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Una semana después.
[Zayn]—Señor Malik, ha llegado su correo.
—Gracias Blanca. —susurro con la voz áspera y ronca.
—Debería desayunar antes de fumar —me dice, la observo, Blanca es una mujer mayor, de estatura mínima y cabello negro, algo regordeta. Ella me sonríe con la ternura de una abuela.
—Lo sé.
Ella suspira.
—En dos horas tiene ensayo general, señor, ¿quiere que prepare su desayuno? —pregunta con una sonrisa.
—No gracias. Llámame en una hora y media, hoy quiero descansar...
—Pero ha estado así por dos semanas, señor, desde ese telegrama...
—¡Lo sé! —Blanca se estremese y bajo de inmediato la voz —Lo siento, ¿sí? Déjame, solo retirate Blanca, gracias.
En silencio se retira, dejando mi correo a los pies de la cama. Pero, rápidamente vuelve, bueno, tan rápido como le dejan sus piernas de anciana.
—Lo olvidaba, la Damita vendrá esta tarde. ¿Quiere que envíe a Carlo a por ella? —pregunta con cautela. Odio que lo haga, quizás sea mi ama de llaves, pero le tengo el cariño de un hijo.
—No, deja al chofer descansar, luego del ensayo iremos a por mi hija tu y yo, ¿vale? —sus ojos se iluminan. Adora a mi pequeña.
—Gracias señor.
—De nada, Blanca. —Le sonrío y doy otra calada a mi Malboro.
Ahora sí se va.
Está semana mi alimentación ha sido a base de cigarros, lo que no me molesta, pero sé que está tarde en el aeropuerto, Perrie me regañara por mi descenso de peso. Pienso en nuestra relación ahora, ambos padres con una hija a poco de cumplir cinco años en común, siendo buenos amigos. De hecho, hasta su prometido me cae bien. Ian Doriank es un buen chico.
Levanto el correo al paso que aplasto la colilla del cigarro en el cenicero. Me salgo de entre las sábanas y camino al balcón, con los papeles en una mano y el cartón de malboro en la otra.
Hoy hace un lindo clima en San Francisco. Y por lindo, me refiero a que el cielo está gris y amenaza con llover, pero así me gusta, me recuerda a inglaterra y su constante lluvia. Hace que me sienta más en casa.
Me siento en la silla negra y suspiro encendiendo el cigarro que saco del cartón, ojeo el correo, notificaciones de conciertos aprobados y un par de cartas de mi nuevo representante. Una copia del avance en el jardín de Zahira y unas fotos que envío Perrie. Hay un sobre de color marrón con fotos de mamá y las chicas, una copia del cd de Liam enviada por él, aunque no sabe que compré una en cuanto salió a la venta, y la nueva canción que Louis y Niall escribieron para mí. Cosas de los chicos que debían de haberme llegado hace tres semanas.
Un sobre en color rojo me llama la atención. Quizás sea de alguna fan –ahora que tengo una nueva carrera musical con mi propia banda de verdadero rock, hay mas fans masculinos, pero siempre queda alguna groupie del fenómeno One Direction–, pero lo descarto, porqué Blanca me separa el correo y las cartas de fans las deja para leer después en el comedor o el estudio.
Levanto el sobre y leo mi nombre en el frente, donde lleva una nota pegada.
Zayn: Jamás habría podido darte esto en persona, no solo por el océano entre nosotros, si no por toda la historia que desgraciadamente no compartimos. Te acompaño realmente en el dolor.
Logan Lerman.