Dosis de tú propia medicina.

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Tres meses luego...

Angel.

La villa era maravillosa, sencillamente lujosa. Estábamos en Tel Aviv, habíamos viajado para disfrutar de las vacaciones de mitad de año en familia. Está la mamá de Matu, los Calle Soto, los Garzón y también nuestros amigos a quienes Poché, prácticamente había amenazado con matar sino asistían.

Luego de aquél almuerzo dominical reunidos decidimos viajar todos juntos para celebrar esta nueva etapa llena de grandes retos profesionales y personales. Aba, estaba feliz por las luces que lograba observar de aquellos enormes ventanales que teníamos como paredes inferiores, esa majestuosa ciudad alcanzaba a impactar hasta al más jóven; hace unos días Abril había cumplido sus primeros tres meses, María José y Daniela estaban más felices que nunca, luego de aquella discusión y escapada de reconciliación, Daniela, ha tenido un notable cambio con respecto a su autocontrol, parece que ahora piensa antes de hablar.

°°°°

Eran las ocho y cuarenta y tres de la noche, estábamos todos al rededor de la piscina, Juan Carlos y Germán se encargan de asar perfectamente la carne, Poché estaba junto a Daniela recostadas en un camastro acuático dentro de la piscina, Mafe y Cristina, la mamá de Matu, venían desde la cocina con una bandeja de mazorcas, papas y diversos bocados para acompañar la carne.

Me encontraba en la orilla de la piscina con los pies dentro del agua, lucía un enorme saco de color vino y blanco que llegaba hasta mis rodillas cuando escuché las palabras de mi esposa, sacándome de mi navegación mental.

— Esposa, ¿En qué piensas? —Preguntó Matu tomando un lugar a mi lado.

— En que tengo a la mejor familia del mundo, ¿No te sientes feliz? —Pregunté prestando más atención a ella. Tenía una pequeña falda color beige y la pieza del vestido de baño en la parte superior de color negro. Me quedé ahí, mirando sus tatuajes, esos que me encantaba besar y rebuscar entre sus historias, mi esposa estaba cada día más hermosa, su cuerpo tonificado, claro, ella ama el gimnasio mientras, yo, amo la comida, pero bueno eso es lo de menos. La amo y cada día me siento más entregada a ella, María José Garcés me tiene.

— Me siento afortunada, pero lo que más me llena es nuestro hogar, nuestra pequeña pero feliz familia. —Sonrío con inocencia y de repente en su rostro se hizo presente una pizca de picardía— Si me sigues mirando las piernas así, te va a tocar hacerme el amor en cada rincón de esta villa. —Me tomó desprevenida su comentario y mis mejillas empezaron a arder, se sentó más cerca de mi y tomó mi rostro llenándolo de besos.

— ¡Oigan! ¡Busquen un hotel! —Grito Poché, haciendo que mi esposa se levantará de mi lado y comenzará una persecusión al rededor de la piscina.

— ¿Eres feliz? Porque yo te veo feliz y nosotras somos felices por ti. —A modo de trabalengua pronunció Daniela.

— No puedo ser más feliz —Susurré, observando la pequeña lucha que tenían Matu y Poché.

— No dejan de ser unas niñas pequeñas. —Comentó Calle, con una sonrisita tontarrona en el rostro.

— Creo que no las amaríamos tanto si lo dejan de ser. Nos dan vida, bueno, por lo menos en lo que a mi concierne. —Me miró y sonrío.

— ¿Vamos a darle una miradita a los niños mientras este par terminan de jugar? —Propuso, levantándose de inmediato.

— Vamos, quiero darle un besito a Aba. —Me levanté y la seguí al interior de la villa.

°°°°

Al día siguiente todo el mundo despertó supremamente tarde a excepción de Aba y Abril, quienes obligaron a Matu y a Daniela a despertar junto con ellos. Solo sentí cuando se levantaron junto con los pequeños, dejándonos en la habitación que compartíamos a Poché y a mi.

Magia, otra vez - Caché [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora