Capítulo XIX: "Delirium"

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Leave the City — twenty one pilots

Después de casi haber chocado con alguien que al parecer es de la realeza, se fue a la cocina por algo de comer, su ansiedad hacía que se quedara paralizado mientras miraba la fruta en uno de los cajones, no quiere tener problemas con alguna de las cocineras, son como unos dragones cuando se enojan.

—¿También se te olvidó traer el almuerzo?

Virgil se sobresaltó al sentir que alguien le tocó el hombro por detrás, el joven que lo hizo reía por el nerviosismo del castaño.

—Tranquilo, yo puedo sacar algo para ti— le extendió la mano—, me llamo Cael, y supongo que tú eres Hugo, el nuevo.

—Suponiste bien— Virgil estrechó su mano.

—Espérame aquí, te traeré algo para que llenes el pozo que llamas estómago— le palmeó la espalda y fue por unas manzanas y duraznos al cajón, Virgil lo quedó mirando, confundido.

El moreno se acercó a una de las cocineras y empezó a coquetearle, sin importarle la clara diferencia de edad que Virgil pudo ver desde su lugar, la cocinera solo rodó los ojos y dijo: "haz lo que quieras, Cal", sin darle tanta importancia a la situación, Cael le guiñó el ojo y sacó la fruta, diciendo un "gracias" acompañado por un piropo, luego volvió con el castaño, con una sonrisa por haber cumplido esa pequeña misión.

—Las traigo locas— le entregó un durazno al veinteañero.

—Sí… claro…— dijo Virgil con algo de incomodidad.

Ambos salieron de la cocina y comenzaron a platicar mientras caminaban por el castillo, bueno, solo Cael hablaba, Virgil solo se limitaba a asentir a todo lo que decía el moreno.

De repente, entraron a un pasillo en el que Virgil nunca había estado, incluso parecía ser un lugar más privado y cerrado, a juzgar por la falta de sirvientes normales en el lugar, solo habían unos cuantos que parecían ser mayores que ellos y que limpiaban los jarrones costosos con mucha paciencia, Cael agarraba a Virgil de la muñeca cada vez que veía uno y así ocultarlo, en ese punto la conversación quedó en segundo plano.

—¿Qué hacemos aquí?— susurró el castaño, fue una mala idea seguir a este sirviente que acaba de conocer.

—Solo te estoy dando un empujón— literalmente, Cael empujó a Virgil hacia una puerta, ningún sirviente estaba alrededor, así que no hubo problemas ahí.

Virgil se volteó para regañar al moreno, sin embargo, Cael ya no estaba con él, se esfumó de la nada, como por acto de magia.

Escuchó unas voces cerca, volteó a ver a la puerta, provenían de esa habitación.

Se acercó con sigilo, miró a través del cerrojo, se sorprendió al ver al sujeto con el que iba a chocar junto al príncipe Roman.

—¿Y si no quiero aceptarlo? No puedes controlarme, Logan, odio cuando te pones así.

Virgil amplió los ojos al escuchar el nombre del acompañante del príncipe: es la persona que debe proteger.

Tal vez ahora pasará lo de la maldición a juzgar por cómo se ve el príncipe Roman, se ve muy molesto con el azabache azulado. Debe hacer algo, debe intervenir.

Su ansiedad lo mantuvo fuera de la escena, no puede moverse, está peor que en la cocina; sus ojos fijos a cada movimiento, sabiendo que debe alejarlos, debe alejar al durazno de la manzana, tiene la mano cerca del cajón, sin tocarlo, tiene la oportunidad y no la puede aprovechar, su ansiedad no lo deja.

Siguieron discutiendo por algo que no alcanzó a entender completamente y luego comenzaron a reír, Virgil soltó un suspiro de alivio, nada de lo que esperaba pasó, se preocupó por nada.

Gold [Logince] (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora