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1 Semana después.

——Elizabeth, yo quiero compartir mil cosas contigo ¿Lo sabes?

—Si mi amor, veras que juntos vamos a alcanzar muchos logros...Tu para mi eres muy importante en mi vida.

—Te quiero, te deseo, y como quisieras que nuestra boda fuese ya mismo. Pero es el sábado.

——ya quiero que llegue ese día, para abrazarte, besarte, en nuestra luna de miel ¡Mi amor!...Y sobre todo quiero que llegue ese día para—. Se acerco a mi oreja izquierda y me dijo—Sobre todo para quitarte la tentación de querer tocarme cuando estemos en la cama—Me beso y yo a ella apasionada mente, quería que estos tres días fueran los mejores para que yo reflexionará y me prepare para mi nueva vida.

La abrase fuertemente brindándole calor, le di un beso en la frente y poco a poco fui llegando a su cuello, dándole un aire de placer a su ambiente, la cogí de la cintura y me la lleve hasta una pared, ella puso sus manos en mi pecho y poco después las llevo a mi cabello acariciándolo lentamente mientras que yo la besaba con un alto nivel de pasión y un fuerte deseo de placer.

—Esperare ese momento con ansías, no te obligare a nada, solo a que correspondas a mi amor por ti—Dije en un tono de susurró estando mis labios cerca de los suyos—Serás mi esposa, yo seré tu esposo, tendremos una familia y nada nos separará, te lo prometo.

—Yo me encargare de hacerte feliz todos los días, de hacerme feliz amándote y porque esa promesa se cumpla hasta el fin—Me dijo besando mi frente—Nada nos separará.

—Nada, Elizabeth, nada.

Nos seguimos acariciando hasta que termínanos en la cama. Esa tarde charlábamos, era una tarde calurosa, y el sol estaba a altas temperaturas, menos mal el ventilador nos daba a nosotros dándonos un aire de frescura y teníamos paz y tranquilad interior, solo que cuando el ventilador giraba el calor se apoderaba de nuestros cuerpos rápidamente.

—¿Simón? ¿Escuchas?

—No, ¿Qué paso?

—Tocaron la puerta, vamos a ver quién es.

—De acuerdo.

Bajamos por las escaleras, y llegamos a la sala, la atravesamos y llegamos a la puerta, la abrimos y nos sorprendimos, por su presencia, fue una sorpresa de mal gustó.

—¡¿Henry?!—Pronunció Elizabeth su nombre.

—¿Qué haces aquí?—Le pregunte yo en un tono alterado—¡¿Ahora que?!

—¡Oh! Hermanito, también estoy bien, y me alegro de verte—Respondió en un tono sarcástico—Por muy grande que sea el odio de ti hacia mi, te exijo educación ¡Hermano!

—¡Tu para mi ya no eres nadie!—Respondí.

—Simón, calma—Elizabeth tomo mi mano y trato de calmarme.

—Admiro a tu mujer, y lo valiente que es al intentar calmar la situación.

—Cómo en la que nos pusiste hace una semana al mandar tu nota amenazadora ¿Porqué le mandaste eso Elizabeth? ¿O que te hecho? Eh ¡Respóndeme!—Me altere.

—Simón, basta—Elizabeth retrocedió un paso hacía atrás conmigo.

—No se de que me hablas ¿Cual nota amenazadora? De ¿Qué rayos me estas hablando?...Si estoy aquí es porque me enteré que te vas a casar y tuve que ir muy lejos por conseguir esta dirección, para llegar y decirte que te deseó un feliz futuro matrimonio, y que el amor entre ustedes dos crezca día a día...Por otro lado, te pido perdón por todo el daño que alguna vez te hice ¿De acuerdo? Solo vine a eso. En verdad Simón no sabes cuanto extraño a mi familia, veo que tu tienes una y te deseo que seas feliz el resto de tu vida sin que nadie destruya ese amor.

Lagrimas De Un Ciego: Las Estaciones Del Amor ( COMPLETA )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora