Capítulo 17

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Tras la corta aunque fructífera conversación en el porche con Derek, había comenzado a curar al resto de los hombres y mujeres lobo. La mayoría ya estaba en plena curación, pero había algunas fracturas abiertas y laceraciones profundas que necesitaban un poco de ayuda. Sin embargo, no muchos de los heridos más graves se habían acercado por iniciativa propia para dejarse curar por mí. Al parecer, el ser una humana y no una loba, no les daba demasiada confianza. Lo veía normal, pero no me importaba lo más mínimo. Les había ordenado a todos los heridos que se metieran en una de las salas y no les dejé salir hasta que no los hubiera reconocido a todos y cada uno de ellos. Un par de Guerreros se habían querido negar, pero me había impuesto. Al parecer, una orden directa de la Luna de la manada era imposible de ignorar para ellos. Esto ya me iba gustando. 

Una vez que terminé, volví a la habitación donde Theo estaba descansando. Aún tenía serias dudas de si podría superar el envenenamiento y la muy probable infección que le provocarían las heridas de la pierna, pero ahora mismo no podía hacer mucho más. Antes había propuesto llevarlo hasta el hospital más cercano, pero todos los lobos que había a mi alrededor se negaron en redondo. Al parecer, ellos no tenían tanto en común con los seres humanos como podría parecer a nivel ocular. No tenían los grupos sanguíneos habituales, ni tampoco el mismo número de costillas, ni de vértebras. Y su corazón tenía más ventrículos. Esta gente era muy rara. Así que, al final, me había conformado con mandar a un par de lobos por todo lo que pudiera necesitar de mi veterinaria. 

Le revisé las heridas a Theo. La mayoría de las venas azuladas por la plata estaban alrededor de la fractura de la pierna, pero al parecer estaba remitiendo poco a poco. O al menos eso quería ver yo. Le cambié la venda y le di otro calmante para que continuara descansando sin dolores. Las líneas de dolor que habían aparecido en su rostro desaparecieron cuando le empezó a hacer efecto. Un niño tan pequeño no merecía sufrir de este modo. Y lo peor es que no sabía si podría evitarle más sufrimiento con lo que había hecho. Todo esto era una mierda, joder. 

-Ha sido un día largo-me giré hacia la puerta, donde estaba apoyado Derek. 

-Muy largo-respondí, mientras me volvía de nuevo hacia Theo-. Soy humana y no estoy al tanto de lo que es normal o no entre los hombres lobo, así que voy a preguntarlo a bocajarro. ¿Que un Alpha ataque a un niño es habitual?

-Jamás-lo había dicho con tal fuerza y enfado en la voz que no pude hacer otra cosa más que aceptar que me estaba diciendo la verdad-. Los niños son sagrados entre nosotros. Herir a uno a propósito es caer muy bajo entre los nuestros. 

-Así que la guerra con Medianoche no es solo una cuestión de territorio. 

-No. Su Alpha es un inconsciente. Le da igual cuantos de los suyos mueran con tal de conseguir lo que quiere y no respeta absolutamente nada. 

-¿Y por qué le siguen sus lobos?

-Esto no funciona así. Un lobo no puede dejar a su manada como quien se despide de una empresa. La unión que tienen los lobos hacia su Alpha es inquebrantable. Es muy difícil separarse del núcleo de la manada, y aún más difícil sobrevivir lejos de ella. 

-Así que, básicamente, quien nace en la manada, muere en la manada. 

-Una manera muy morbosa de decirlo, pero sí. 

-Ya veo-respondí. El silencio se instaló entre nosotros. No sabía muy bien qué más decir, así que me puse a recoger las vendas y apósitos. 

-Le pedí a Christine que preparara una habitación para ti. Está en la tercera planta. Junto a la mía. 

-Gracias-ignoré el hecho de que lo más probable es que hubiera sido él mismo el que hubiera pedido que arreglaran el cuarto aledaño al suyo y salí para subir a mi habitación. Realmente, el día había sido demasiado largo para mí, y solo deseaba descansar. 

Mi Mate. Mi AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora