Capítulo 51

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-Me huele a un arma de fuego-comentó Alcide mientras olfateaba para encontrar el origen del olor. Evidentemente no fue una sorpresa cuando llegó hasta mí, a excepción de él claro-. ¿Llevas una pistola?

-Sí-respondí mientras me subía la larguísima rebeca que ocultaba mi cartuchera de muslo con la pistola en su interior. 

-Pero si a ti nunca te han gustado las armas. 

-Lo sé, y yo soy la primera sorprendida por la situación, pero no me quedaba más remedio. 

-¿Por?

-Soy la Mate de un Alpha que tiene enemigos, los cuales encima los tiene a la puerta de su casa. Desde que llegué a Silvermoon he tenido que volver a meter tripas dentro de lobos más veces que en todo el tiempo que llevo como veterinaria intentando salvar a animales que han sido atropellados. 

-¿Y no has encontrado otro modo menos peligroso para los hombres lobo que una pistola?

-¿Cómo cual? Porque te recuerdo que los que atacan a la manada también son hombres lobo. Así que, venga, dime. ¿Con qué pretendes que me defienda ante sus ataques? ¿Con mi estupendo carácter?-vi como Alcide torcía el gesto al escucharme, aunque no tardó mucho en cambiar el rostro a uno divertido. 

-Bueno, eres capaz de soltar dardos envenenados por esa boca, así que... A lo mejor no te iría tan mal de ese modo. 

-Claro. Y les reviento la cabeza a todos los hombres lobo de Medianoche con mi amplio surtido de insultos. 

-Yo lo veo como un buen plan-nos comenzamos a reír. Hasta que no lo había tenido aquí otra vez, conmigo, no había recordado todo lo que lo había echado de menos y el bien que me hacía tenerlo cerca. Durante el año que había pasado desde que Alcide y yo comenzamos a ir por caminos separados, había dudado más veces de las que podía recordar sobre si había tomado la decisión correcta al irme por mi cuenta. Había sido extraordinariamente complicado para mí sentirme tan sola y excluida de la sociedad cuando ya me había hecho a la cercanía de Alcide, pero en mi interior sabía que tenía que hacerlo. No podía depender siempre de él. Tenía que hacerme a mí misma y tener confianza en que encontraría una solución a todos los problemas que me surgirían. Él me dio la fuerza para intentarlo. Cuando aparté la vista de él, me fijé en el modo en que nos miraban Scott y Stiles. Parecían entre confundidos por verme con tan buen rollo con alguien desconocido para ellos, y satisfechos por ver que no todo tenían que ser dramas a mi alrededor, y que también sabía relajarme. O a lo mejor solo se estaban cagando. No sé. Los lobos eran raros-. ¿Entonces, el arma solo es para usarlo contra la manada enemiga, y no para dispararle de vez en cuando a tu Mate?-la pregunta de Alcide hizo que me centrara y dejara de divagar. 

-Lo he pensado en varias ocasiones pero, de momento, solo es para la otra manada. Y, bueno, para mi particular enemigo. 

-¿Cuál?-frunció el ceño, extrañado. Yo le miré seria y solo hice un gesto. Pasé uno de mis dedos por mi cara, haciendo una línea invisible que terminaba en mi boca. La confusión inundó sus ojos marrones, los cuales se abrieron al caer en la cuenta de quién le estaba diciendo-. ¿Adam?-la sorpresa e incredulidad llenaron tanto su cara como su voz. Yo solo asentí, confirmando sus sospechas-. ¿Es que sigue vivo?

-Pues eso parece. Los Medianoche están aliados con los Cazadores y, adivina quién es parte de los segundos. 

-¿Adam es un Cazador?-me parece que se había quedado un poco conmocionado con mi anuncio. Pero se le pasó rápido, porque el rojo invadió de nuevo sus iris. Joder, con el Alpha de Alcide. Tenía ganas de fiesta, el muchacho. 

-Ni se te ocurra-Alcide se giró hacia mí, con los colmillos asomando ligeramente por su boca entreabierta-. Adam es mío. Nadie va a quitarme el placer de acabar con ese hijo de puta, ¿ha quedado claro? Ni tú, ni Derek, ni ningún otro lobo va a acabar con él. Ese derecho me pertenece solo y exclusivamente a mí, ¿entendido?-durante unos segundos el Alpha de Alcide me mantuvo la mirada, examinándome. Tras eso, el rojo desapareció suavemente, aunque no antes de mostrarme un ligero orgullo reflejado. Era evidente que yo ya no era la chica perdida y dolida que él había conocido hacía tantos años. De forma inesperada levantó su mano, escondiendo todos sus dedos en un puño a excepción del meñique. Yo solté una carcajada al ver su gesto. Ese gesto fue el que consiguió que me dejara ayudar por él la primera vez que me encontró en la calle, ya que con él me prometió que solo quería darme algo de comer y un sitio donde poder dormir un poco. Durante bastante tiempo, con cada cosa que me iba ofreciendo, él me hacía esa promesa de meñique para que yo no dudara, hasta que un día ya no le hizo falta, porque sabía que Alcide Herveaux era de confianza. Sin dudarlo, levanté mi puño, mostrando también solo mi meñique y lo enganché con el suyo. 

-Te lo prometo-dijo con un tono de voz súper solemne. Tras eso, nos giramos hacia los otros dos, que no habían dicho nada durante la conversación y solo nos observaban. Stiles de pronto levantó también su puño, mostrando su meñique. 

-¿Yo también te lo prometo?-dijo con un tono de pregunta. Era obvio que no sabía si con mi comentario me refería también a ellos. Yo me reí en respuesta. 

-No te preocupes, Stiles. Esa promesa solo la necesito de Alcide-Stiles asintió varias veces con la cabeza mientras bajaba la mano. Stiles y Scott solo sabían que Adam era alguien de mi pasado que había resultado ser parte de los Cazadores y que encima estaba aliado con Medianoche. No sabían lo que me había hecho durante mi infancia, así que no tenían esa sed de venganza hacia él que sí tenían Derek y Alcide, ya que ellos conocían esa historia. Aunque me daba la sensación de que si algún día todos los miembros de la manada Silvermoon se enteraban de lo que Adam me había hecho, no dudarían ni un segundo en buscarlo para despedazarlo en miles de trozos. Lo cual me resultaba muy satisfactorio, ya que sabía a ciencia cierta de que de un modo u otro, Adam no iba a disfrutar de su vida durante mucho más tiempo. 

Mi Mate. Mi AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora