Capítulo 27

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Durante los dos días siguientes, todos estuvimos muy ocupados acomodando a todos los lobos en la casa. Las habitaciones se habían ido llenando poco a poco, y lo que antes era una mansión silenciosa y solitaria, ahora estaba llena de vida, con gente entrando y saliendo continuamente. La mayoría de las habitaciones estaban dispuestas con una cama de matrimonio, pero muchos lobos no tenían pareja, sino que eran simples adolescentes, y esos ya tenían suficientemente revolucionadas las hormonas como para encima los metiéramos en la misma cama con alguien. Así que, no pudimos irlos metiendo a lo loco en los cuartos, que era la idea original de Derek. Tuve que verme obligada a coger esa tarea para mí, haciendo una lista de todas las personas que vendrían, con sus edades y relaciones familiares o de amistad apuntadas. Después tuve que recorrer habitación por habitación para ver cuales eran los espacios y las necesidades que tendríamos cubiertas. 

No todos los cuartos tenían baño interno, así que decidí que los que sí lo tuvieran serían para las parejas que tuvieran uno o dos bebés o niños pequeños, ya que seguramente les resultaría más cómodo no tener que esperar las colas que se iban a montar en los baños generales. A ese respecto, yo había pensado en irme a una habitación más pequeña para que otra pareja con niños la ocupara, ya que la mía tenía baño propio, pero Derek se había negado en redondo, argumentando que su Mate tenía que estar en una de los mejores cuartos de toda la casa. A mí me pareció una gilipollez, así que cuando comenzaron a llegar los primeros lobos a la casa y vi la primera familia se la ofrecí. Todo iba bien hasta que comenté que esa era mi habitación. Tras eso, se negaron en redondo a ocuparla. Y lo mismo pasó con las siguientes cuatro familias a las que se las ofrecí, así que me rendí. 

Pero esos no habían sido los únicos problemas que había tenido. Antes de que siquiera fueran informados de que lo más seguro para ellos era mudarse a la casa principal tuve que quitar camas matrimoniales de muchísimas habitaciones para cambiarlas por camas individuales o literas. Al día siguiente de comentarle a Derek cuántas de éstas camas necesitaría, aparecieron cajas y cajas delante de la puerta principal, con colchones y armazones de camas. No tenía ni idea de dónde había sacado el dinero para todo eso pero, desde luego, cuando se trataba de su manada se notaba que él no escatimaba el más mínimo esfuerzo. Una vez que estuvo convencido de mi idea, se entregó a ella como el que más, lo que me alegraba muchísimo. Me gustaba que tuviera mi opinión en cuenta con respecto a algo que hasta hace un par de semanas ni siquiera sabía que existía. 

Éramos pocos en la casa, así que le dijimos a los lobos jóvenes que se tendrían que montar sus propias camas. Pensé que protestarían al respecto, como cualquier adolescente tocapelotas, pero me llevé una grata sorpresa cuando aparecieron sin rechistar y comenzaron a ayudar a llevar las camas a las habitaciones y a montarlas, y no solo las suyas propias, sino la de gente que aún no habían llegado a la casa por estar trayendo las cosas de la suya. Más me sorprendí cuando vi que el resto de los lobos traían las cosas de las familias, las cuales ya tenían suficiente carga con intentar controlar a sus pequeños para que no salieran corriendo a perderse en el bosque. 

Algunas de éstas familias eran demasiado numerosas como para caber con comodidad en las habitaciones de la casa, así que se comenzaron a construir sus propias casas alrededor de la principal. Pero no eran las únicas obras que habían comenzado. La cocina necesitaría ser mucho más grande si se quería que todos los lobos estuvieran bien alimentados y con fuerzas para poder empezar su entrenamiento, así que se comenzó a construir una habitación como el doble de grande que la cocina actual junto a ella. En cuanto estuviera terminada, solo se tendría que tirar la pared que las separaba y se tendría un espacio más grande incluso que el que tenían en las cocinas de los grandes hoteles. Para ser sincera, cuando le dije mi idea a Derek, jamás en mi vida se me pasó por la cabeza todo lo que supondría llevarlo a cabo. 

Mi intención solo era alejar a todos esos lobos de la frontera con Medianoche, pero él lo había calculado todo. Había estado pendiente al detalle, con la excepción de que quería distribuir a los lobos a lo loco una vez que fueron llegando a la casa. Pero, obviando eso, había pensado en todo para que todos estuvieran lo más cómodos posibles en su nueva vivienda. Tras ver esa entrega hacia los suyos, solo podía mirarlo con orgullo cuando me acerqué a él y a Stiles, que estaban viendo unos planos de la nueva cocina para asegurarse de que no se estaban equivocando. Los dos estaban llenos de polvo y tierra, por lo que se evidenciaba que no solo estaban mirando la obra, sino que también estaban ayudando en su construcción. 

-¿Algún problema con la cocina?-pregunté acercándome por detrás a Derek y rodeando su cintura con mi brazo. No sé en qué momento hacer esto se había vuelto normal, pero lo cierto es que ahora nos lo hacíamos mutuamente cada vez que nos encontrábamos. Y no me molestaba lo más mínimo. 

-Ninguno, de momento-respondió Stiles mientras nos miraba de reojo y sonreía suavemente al ver que Derek me rodeaba también la cintura con su brazo y me daba un beso distraído en la cabeza mientras volvía la vista hacia la obra. 

-¡Stileeeeeeeeeeees!-los tres nos volvimos con rapidez ante ese grito femenino. De pronto, apareció un borrón que se tiró a los brazos de Stiles y le dio tal beso que si el chiquillo hubiera sido un humano normal y corriente le habría sacado más de un empaste. Cuando vi que comenzaba a darle mordisquitos en los labios hasta que le hizo sangre que después lamió, me di cuenta de que ella eso de "te voy a comer la boca" lo llevaba a otro nivel. Al menos a Stiles le gustaba si me dejaba guiar por el sospechoso bulto que había aparecido en sus pantalones. La chica se separó de él, dejando al pobre Stiles con cara de idiota-. Muchas gracias por salvarme la vida el otro día-cuando escuché eso fue cuando pude poner en pie quién era la chiquilla. Había sido una de las heridas más graves que atendí tras el enfrentamiento entre Silvermoon y Medianoche. Cuando llegué, tenía casi todas sus tripas fuera de ella, pero Stiles no se separó de ella ni un solo momento mientras murmuraba su nombre, Lydia. Que tierno. Pero ahora me habían entrado ganas de molestarlos un poco. 

-Que recuerde, fui yo la que te metió de nuevo las tripas dentro de tu cuerpo, así que creo que yo también te salvé un poco la vida. ¿Dónde está mi beso?-ella se giró hacia mí con una risa lobuna, nunca mejor dicho, se acercó a mí, me agarró la mano para separarme de Derek, me agarró la cara y me dio un beso con todas sus letras en la boca. Solo duró unos momentos, lo justo para causar el efecto deseado. Después, simplemente se fue por el mismo lugar por el que había venido mientras contoneaba su culo. Tras unos segundos, noté cómo los dos chicos giraban sus cabezas hacia mí-. Debo admitir que no esperaba que hiciera eso. 

Mi Mate. Mi AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora