Capítulo 76

3.1K 270 11
                                    

La vergüenza me corroía por dentro. Sabía que no tenía el más mínimo sentido que me sintiera así, pero saberlo no lo evitaba. Me daba vergüenza haber reaccionado de manera violenta con Alcide no en una, sino en dos ocasiones. Me avergonzaba de las pruebas que tenía en mi cuerpo de que, a pesar de mis esfuerzos, no pude luchar contra Adam. Me daba vergüenza recordar que si no hubieran tirado la mesa en la que estaba atada durante su pelea y hubiera tenido la suerte de que ese trozo de metal se hubiera soltado, actualmente estaría completamente derrotada por Adam. Lo había conseguido. Me había vuelto a romper. Y había tardado poco más de un día en conseguirlo. Creí que estaba preparada para luchar contra él y ganar en esta ocasión. Pensé que era lo suficientemente fuerte para vencerlo en su juego. Pero me equivoqué. 

Mi refugio mental solo había funcionado a ratos. Cuando era niña podía quedarme resguardada en esa especie de trance durante horas. Pero sus palabras se habían clavado en mí desde el primer momento. El asunto de que estaba embarazada había ocupado mi mente a pesar de todo lo que hice para convencerme a mí misma de que solo era una mentira de Adam para conseguir desestabilizarme. Pero no estaba convencida ahora de ello. Adam tenía razón en lo que me dijo. No necesitaba inventarse algo así para romperme. Porque eso lo había conseguido, a pesar del lamentable intento de discurso que había tratado de dar mientras procuraba terminar de separar el trozo metálico de la mesa para usarlo como arma. A pesar de mi interpretación de persona fuerte y que tenía total confianza en mí misma y mis posibilidades, solo había sido fachada. Tenía demasiados traumas del pasado, y en cuanto me había visto indefensa, era como si hubiera vuelto a ser esa niña a la que tanto daño hizo. 

Pero todo ese torbellino de pensamientos se iban a quedar en segundo plano porque ahora lo que apenas podía soportar era la mirada de Derek recorriendo mi cuerpo desnudo. Era la primera vez desde que nos conocíamos que había hecho eso sin el más mínimo rastro de deseo en sus ojos. ¿Ya no era deseable por lo que me había hecho Adam? ¿Es que hasta eso me iba a quitar ese cabrón? Noté como unas ardientes lágrimas de rabia salieron de mis ojos, pero por suerte Derek no fue consciente de ellas porque coincidió con el momento en el que me puso bajo la alcachofa de la ducha. 

-¿Está bien el agua?-me enterneció la preocupación de mi Mate. 

-La temperatura está bien-unos minutos pasamos callados mientras él se ocupaba de lavarme con delicadeza el pelo y yo me concentraba en evitar caerme en la bañera. 

-¿Entonces en los humanos no es necesario mantener las heridas secas?-cuestionó Derek mientras me aclaraba el jabón del pelo. Estaba intentando sacarme cualquier tema de conversación. 

-Es muy necesario. Mantener las heridas secas es el modo más efectivo de evitar complicaciones, sobre todo con infecciones-lo dije casi como una autómata. 

-¿Y por qué has pedido una ducha?-me escurrió el pelo para evitar el exceso de agua. 

-Porque necesitaba quitarme la sensación de él de encima-el rostro de Derek apareció ante mí con la culpabilidad en los ojos. No creo que fuera a errar mucho si pensara que se arrepentía completamente de haber empezado esta conversación. Pero no pensaba dejar a Adam manejar mi vida como había hecho cuando era niña. En ese entonces tardé mucho en volver a ser una persona medianamente normal. No permití a nadie acercarse a mí durante casi dos años. Incluso con Alcide tuve que hacer un esfuerzo gigantesco para no apartarlo de mi lado. En esta ocasión debía hacer las cosas diferentes. Y empezaría por hablar de lo que me había pasado. Normalizarlo para no hundirme en la miseria. Aunque me costara hacerlo, tenía que hacer el esfuerzo. Había conseguido superarlo una vez, y en esta ocasión no iba a ser menos-. No te preocupes. Hablar de ello me sentará bien. Me ayudará a desahogarme-él asintió aceptando mi palabra mientras me ayudaba a salir con seguridad de la bañera y me envolvía en un albornoz. Después me instó a sentarme sobre la tapa cerrada del retrete. Él se puso en cuclillas frente a mí. 

Mi Mate. Mi AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora