Capítulo 6

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Me terminé de enjuagar y salí de la ducha. Cogí una toalla del mueble y me comencé a secar. Una vez que terminé, comencé a quitarme el exceso de agua del pelo. Mi idea era cepillármelo ya, pero me estaba entrando un poco de frío, así que dejé la toalla sobre el lavabo y salí como vine al mundo a la habitación. Estaba yendo en dirección al armario, para lo que tenía que atravesar toda la habitación, cuando la puerta se abrió de golpe. Me giré sorprendida hacia ella, viendo como Derek se quedaba con los ojos completamente abiertos por el asombro al encontrarme así. Pero solo fue un instante, porque antes de que David se pudiera dar cuenta de lo que estaba pasando en el interior del cuarto, él ya había cerrado la puerta con fuerza, evitando de esa forma que cualquiera que estuviera fuera pudiera verme. 

Yo me mantuve en el mismo sitio, sin intentar ocultarme en ningún momento de la hambrienta mirada que me recorría el cuerpo, deteniéndose sobretodo entre mis piernas y en mis pechos. Abrió la boca, buscando aire y vi como movía los dedos, como buscando agarrar algo. Alcé la ceja mientras sonreía, encantada de saber todo lo que le afectaba mi presencia. Derek, al darse cuenta de mi conocimiento, apretó la mandíbula y, por fin, apartó la mirada de mi cuerpo. 

-¿Qué haces paseando de esta forma por la habitación?-abrí la boca, pasmada por su pregunta. ¿Encima que él era el que había entrado sin siquiera llamar antes?

-¿Te molesta?-le devolví la pregunta sin responder la suya antes. 

-Sí-será capullo. 

-Pues entonces cierra los ojos y no estés de mirón-contesté mientras volvía a retomar mi camino hacia el armario y lo abría de un tirón. Ni que lo hubiera hecho a propósito, imbécil. Lo que más me jodía ahora era que, encima de este pequeño incidente por el que acababa de pasar, ahora tenía que elegir entre la ropa que él mismo me había comprado. Incluida la ropa interior. Mierda, mierda, mierda. Asco vida, coño-. ¿Para qué has venido?

-Yo... Yo solo venía para decirte algo que antes se me olvidó comunicarte-me puse las bragas y me quedé con el sujetador en la mano. Lo había dicho con un tono muy nervioso. Me asomé por la puerta del armario y vi que miraba hacia la ventana, y tenía un sospechoso tono rojizo en las mejillas. No me digas que era tímido. Sonreí para mis adentros. Pues me iba a aprovechar de eso. Y a lo bestia. Estaba dándome la espalda, así que me aproximé hasta estar bastante cerca de él. Bajé las manos hasta mis caderas sin ponerme el sujetador. 

-¿Qué me tienes que decir?-se giró con rapidez al escucharme tan cerca de él y, automáticamente, sus ojos volaron hacia mis pechos. Creí que se apartarían con rapidez, pero mantuvo quieta la mirada. Parece que el rubor de sus mejillas no era por timidez, sino por excitación. Esto había dejado de ser divertido para pasar a ser demasiado estimulante, pero no permití que se entreviera ni mi incomodidad ni el ardor que ahora sentía dentro de mi cuerpo. Subí el sujetador con lentitud, acariciando mi cuerpo en el proceso, provocándome a mí misma un escalofrío que me recorrió por entero, y me lo puse con parsimonia. Solo cuando mis pechos estuvieron completamente cubiertos, Derek se decidió a subir su mirada hasta mis ojos-. Te he hecho una pregunta, Derek-disfruté demasiado de la confusión que se entrevió en su rostro. Parece que su cerebro no estaba funcionando muy bien. Pero, por desgracia, se sobrepuso con rapidez y endureció su mirada, dándome a entender que había entendido lo que había hecho y que no caería de nuevo. 

-A partir de hoy puedes salir de esta habitación, pero ni se te ocurra salir de la casa, o te arrepentirás de haber siquiera intentado escapar de mí-me puso de mala leche su tono de amenaza. ¿Es que no podía hablar de una manera más agradable? No creo que estuviera pidiendo algo difícil o imposible de conseguir. 

-Estupendo-le respondí simplemente, girándome hacia el armario y cogiendo lo primero que mis manos tocaban. Acabé vistiendo unos vaqueros, una camiseta negra de mangas cortas y una sudadera morada con capucha. Pues ni tan mal, chica. Me dirigí hacia la puerta, dispuesta a aprovechar desde ya su "permiso". Que asco haber pensado eso. Tenía que salir de aquí cuanto antes. 

-Dana-lo ignoré. Ya bastante le había escuchado. Solo quería salir de este sitio, donde sentía como me estaba ahogando. No de forma literal, pero casi-. Dana-me detuve de golpe, girándome hacia él. Derek se acercó con rapidez hacia mí, poniéndose demasiado cerca para mi gusto-. Recuerda, no puedes salir de la casa. No hasta que yo te lo diga-en un primer momento pensé que había oído mal, pero no era así. Su voz había dejado de ser una sola, para pasar a sonar como si fueran varias las que salían de su boca. Como si fuera varias personas a la vez. Jamás en mi vida había escuchado algo parecido. 

-¿Qué es esa voz?

-Es mi voz de mando. Con ella, puedo someter a mis lobos, si es necesario. 

-¿Y la has usado conmigo?-le pregunté enojada por lo que esa voz significaba. ¿Primero, un ente invisible e inexistente creaba parejas predestinadas mediante el olor y, ahora, existía una voz que podía someter a cualquier "lobo"? ¿Es que no existía el libre albedrío para ellos o qué?

-Así es. Y Dana-cuando dijo mi nombre dejé de perderme en mis pensamientos y volví a centrarme en él-. Quiero que te comportes como una buena mujer y seas sumisa con tu Mate-alcé las cejas, absolutamente conmocionada. ¿Realmente había dicho eso?

-¿Quieres que sea sumisa contigo?-le dije mientras me acercaba lentamente a él. 

-Así es como debe ser-le sonreí mientras colocaba mis manos en su pecho. Derek parecía muy complacido por mi comportamiento. Parece ser que creía que lo iba a obedecer de verdad. Pobre iluso. Eché la mano hacia atrás, tomando impulso y le di un puñetazo en toda la cara que lo obligó a trastabillar hacia atrás. 

-Ahí tienes una prueba de mi sumisión. Si quieres más, solo tienes que pedírmelo. Estaré encantada de darte toda la sumisión que desees, querido Mate-dije toda la frase con un tono manifiesto de ironía, pero lo remarqué al final de ella. Cogí el pomo de la puerta que, por primera vez desde que estaba aquí, se abrió y salí al pasillo. Respiré profundo y comencé a recorrerlo. Por fin había salido. Ahora estaba más cerca de mi objetivo. 

Mi Mate. Mi AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora