No era la primera vez que él había visto a esa chica, pero deseó que esa la hubiera sido.
Aún recordaba cómo la había visto luchar contra aquellos patanes, cómo se burlaban de ella y la humillaban. Él estaba anonadado de lo que había visto, pero fue rápido en reaccionar y acudió en su ayuda. Definitivamente él solo no podría contra todos ellos, pero si había algo que podía hacer, lo intentaría.
Corrió por los pasillos en busca de ayuda. Algún profesor o profesora, algún grupo de chicos que quisiera ayudarle.
Nadie.
Estaba por darse por vencido, cuando escuchó una voz en el último salón. Era una profesora que estaba hablando por teléfono. Vio la cara preocupada del chico y de inmediato cortó la llamada. Él le explicó lo sucedido y ella no lo pensó dos veces, corrió junto al chico a la azotea y casi llora ante lo que estaba presenciando.
Les regañó. Tan fuerte que los asustó. Rápidamente se voltearon, no vieron a la dulce y atenta maestra que les había dado clases y había tolerado algunas de sus tonterías, veían a una maestra con enojo y tristeza reflejado en su rostro.
Ella no creía en el castigo físico, pero al ver a la pobre chica que tanto habría sufrido por culpa de ellos, creyó conveniente utilizarlo. Tomó por las orejas a dos de los chicos, los que más la molestaban, y los llevo a la dirección. Los demás simplemente le siguieron y vieron con cara de hastío al castaño que los había delatado. Él por su parte, quería asegurarse que alguien atendiera a la chica tendida en el suelo lo más pronto posible.
Inmediatamente llamó a emergencias y mientras esperaba a que llegarán, daba vueltas en círculos pensando en que hacer, ni siquiera sabía si seguía consciente o no.
Ella podía escuchar los pasos de alguien rondar cerca de ella, trató de abrir los ojos, pero fue en vano. El chico notó el esfuerzo que hacía ella para seguir alerta, pero no estaba funcionando. Sin saber muy bien que hacer, se arrodilló junto a ella y le hablaba para que siguiera despierta. Tenía la respiración entrecortada, pero no emitía ningún sonido que le asegurara que lo escuchaba.
Por un breve momento, un par de segundos, ella pudo abrir los ojos y confirmar que no era su imaginación, que no estaba sola, que, aunque el mundo no fuera color de rosa, las buenas personas existen. Con la vista borrosa logró distinguir su cabello, castaño y un poco rizado, ojos marrones y tez clara. Más su lucidez no duró mucho, y fue allí donde perdió la consciencia.
Fueron unos instantes antes de que cayera en un profundo sueño, pero aquel momento quedó sellado en su memoria bajo candado, como si nunca hubiera sucedido. Incluso su memoria la abandonaba y jugaba en contra de ella, haciéndola sentir que no había nadie que se preocupara por ella.
El chico estaba por perder la paciencia cuando la vio cerrar sus ojos, en definitiva. Al tiempo llegaron los paramédicos y se la llevaron en una camilla y él simplemente vio como se la llevaban.
No la conocía, pero algo dentro de él le hacía querer ayudarla. Nunca le había hablado, pero parecía como si no hubiera necesitado palabras para entenderla.
Sin saber que le esperaría, aceptó la idea de su madre de trasladarse a esa escuela, pensó que, si hubiera más personas que como él, hubieran actuado en el momento adecuado, y no habría problemas como el que le pasó a aquella chica. Ella, por su parte, estaba más que contenta que su hijo estuviera de acuerdo, ella sabía que era una de las mejores secundarias y escuchar aquello la hizo casi saltar de la alegría. Pero ella desconocía lo crueles que pueden llegar a ser las personas, sin importar la educación o clase social.
Había momentos en los que él se cuestionaba que le habría pasado a la chica, si la habían logrado curar los doctores, si ya la habían dado de alta en el hospital, pero tampoco es que todo el tiempo rondará su cabeza. Se sentía en parte responsable por ella, por su seguridad.
Aquel primer día decidió sentarse junto a ella, quería saber que había sucedido luego de que ella llegara al hospital, quería saber si su momento heroico la habría ayudado o si de cualquier forma alguien hubiera llegado a su auxilio. Pero ella no parecía querer hacer nuevos amigos, no le había dirigido la palabra, él incluso percibió que no quería que él se sentara en ese escritorio, pero no quería rendirse tan fácilmente, así que de todos modos lo hizo.
Espero por ella a la hora del almuerzo, pero aquellas chicas le insistieron tanto que las acompañara que no pudo negarse.
Él ya conocía el lugar, y ya se los había dicho a ellas, pero hicieron caso omiso a lo que dijo y siguieron caminando por todos lados.
Ya tenía malas expectativas sobre los estudiantes de aquel lugar, así que ni se molestó en intentar hacer amigos. Si todos eran como los que habían atacado a aquella chica, no quería ni siquiera estar cerca. Él hacía su mejor esfuerzo por rechazar amablemente a quienes quisieran volverse sus amigos, por lo menos hasta tener la convicción que no todos son tan malos como él creía. De cualquier forma, las amistades no se le daban tan bien, no era extrovertido ni le gustaba hablar sobre cosas banales como el clima, el partido de la escuela o cosas así.
Aun así, cuando lo invitaron a jugar soccer no pudo negarse, quería distraer su mente un rato. Pero el universo no quería que lo hiciera. Uno de los tiros se salió del campo y el balón fue a parar tras unos arbustos, el corrió tras la pelota y estaba seguro de haber visto a alguien salir corriendo hacia otros arbustos que estaban cerca.
"¿Quién estaba detrás de los arbustos?" "¿Porque se escondía?" O más bien "¿De qué se escondía?"
Aquellas preguntas rondaban su cabeza.
Sin embargo, había algo que en realidad no podía sacar de su cabeza. Era aquella mirada triste escondida detrás de una armadura de indiferencia.
Él era un chico muy curioso. Le encantaban los enigmas. Ella era uno. Pero más que todo, sentía que debía ayudarla, que ese era su deber. Y haría todo lo posible por cumplirlo.
Ella se despertó, agitada y respirando entrecortadamente, recordando aquella pesadilla, pero agregando un personaje a la escena, un testigo, alguien que acudió a su rescate.
Pero aquello era imposible. No le importaba a nadie.
Muy dentro de ella, eso es lo que hubiera deseado que pasara en su lugar. Pero la vida no es un cuento de hadas. Pocas veces alguien a quien le importas llega a salvarte.
Aquello solo pasaba en las películas. Y hacía mucho tiempo que ella había dejado de creer en ellas y en la felicidad.
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Voiceless Love [TXT - Beomgyu - FANFIC]
FanfictionSoo Yun, como una flor de loto, tan bella y delicada, que había pasado casi toda su vida creciendo en el fango, en las mentiras, en una pelea constante por salir adelante. Ya era hora de que brotara y los pétalos de su corazón se abrieran, que dejar...