Mil y un historias de Bungou Stray Dogs

15. Solo nos queda tu recuerdo

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Osamu Dazai
Nakahara Chuuya

〰️Siempre creyó que su vida era perfecta, se casó con aquel pequeño pelirrojo de quién se enamoró cuando era adolescente y tiempo después llegó su hija, su mayor adoración, una pequeña castaña con ojos zafiros, tan brillantes y hermosos como los de su madre.

Cada día transcurrido era una bendición, su familia era lo que lo hacía despertar cada mañana, había encontrado su motivo para vivir, era lo que siempre deseo.

Pero desgraciadamente esa felicidad estaba a punto de llegar a su fin.

A pesar de que era el castaño quien se dedicaba a llevar la comida a la mesa, Nakahara repetía de forma constante que debía prestarle atención a su pequeña Hiromi por si alguna vez este llegaba a faltar, debía aprender que era lo que a ella le gustaba, como vestirla o peinarla, conocer a sus amigos de la escuela e incluso a sus maestras, simplemente estar presente en cada momento de su desarrollo.

Jamás imaginó que sus palabras se pudiesen cumplir.

Por eso el día que un cáncer terminal le arrebató la vida al pelirrojo su corazón se rompió en cientos de partes, se culpaba por no haberse percatado de su enfermedad, cada vez que intentaba entender porque no lo noto volvía a su mente la hermosa sonrisa que poseía su esposo, se veía tan tranquilo y feliz que no parecíera que estaba sufriendo un terrible dolor en su interior.

-papá ¿me peinas por favor? - salió de sus pensamientos cuando la pequeña castaña entro corriendo a la habitación con un cepillo y dos ligas para que le peinara con dos coletas

- claro que sí mi niña - hizo que se sentará en la esquina de la cama pasando el cepillo entre sus largos mechones castaños - ¿ya tienes todo listo? pasaremos a comprar las flores para mamá antes de que inicien las clases

- sí papá- dijo con emoción observandolo a través del gran tocador al mismo tiempo que jugaba con una muñeca que siempre llevaba consigo

Si no hubiera estado su hija no hubiera conseguido salir adelante, superar su perdida y aún así le era inevitable sentirse decaído en esa fecha.

- listo, tan hermosa como siempre - dejo todo a un lado observando como acomodaba su fleco - sin duda te pareces a tu mami

- ¿Me parezco a mamá? - la expresión en su rostro cambio a uno de tristeza pues de la misma forma que su padre lo extrañaba - papá ¿Fue mi culpa que muriera?

- ¿Que? Claro que no Hiromi no fue tu culpa - se colocó de rodillas para quedar a su altura y poder rodearla con ambos brazos - no podíamos saber lo que tenía así que no te culpes, tu mamá no hubiera querido vernos tristes por él- limpio las pequeñas lágrimas que bajaban por sus mejillas tomando sus manos

La menor solo asintió, tallo sus ojitos para no continuar preocupando a su padre

- anda, hay que irnos - sin más emprendieron su camino, el sol brillaba y las aves entonaban su hermoso cantar, aún era temprano y tenían múltiples cosas que terminar.