26. Por Nosotros ~ Fyoya

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Fyodor Dostoyevski
Chuuya Nakahara

La nube de humo se elevaba sobre los edificios más altos de Yokohama, la destrucción causada por el usuario de habilidad que controla la gravedad no era algo fácil de pasar por alto, siendo incluso visible a kilómetros de distancia, esparciendose con ayuda del frío viento invernal y desapareciendo más allá de las nubes de lluvia, las gotas de agua caían una tras otra ayudando a aplacar el fuego que amenazaba en ese momento con provocar un incendio forestal, pero al final y como siempre solo quedarían las cenizas de la lucha que sucedió ahí

- vamos Chuuya hay que irnos - el azabache sostuvo la muñeca del menor para llevarlo lejos del peligro pero este no respondio permaneciendo inmóvil con la vista fija al otro lado de la autopista- ¿Chuuya? ¿que ocurre?

Delante suyo un castaño permanecía de pie manteniendo una expresión de angustia, preocupado por el destino de su excompañero rogando a los dioses, si es que si existían,  que volviera a su lado y no escapara con Dostoievski, pero todo era en vano, no podía detenerlo

- Chuuya ¿quieres volver con él? - el mencionado negó reaccionando solamente al escuchar a lo lejos las sirenas de los cuerpos de emergencia acercarse, no podían quedarse más tiempo ahí, si la mafia enviaba refuerzos no saldrían vivos- hay que irnos ahora- volvió a tirar de su brazo entrando al profundo y espeso bosque dejando todo atrás.

No fue demasiado larga la distancia recorrida cuando llegaron a un auto cerca de un camino de tierra que conectaba con la ciudad aledaña, una gran sonrisa decoro las niveas mejillas de Nakahara , feliz y satisfecho porque el plan del ruso había salido como lo predijo, con eso era libre de iniciar de nuevo siguiendo su destinó, libre de amar a aquel que su corazón escogió, libre de las ataduras que lo mantenían aferrado a su oscuro pasado.

Libre de Dazai...

- Creo que no nos siguen - se detuvo manteniéndose en silencio para escuchar lo que ocurría a su alrededor, nada, ni pasos, ni voces, solo las hojas de los árboles moviéndose con el viento junto el trinar de las aves que protegían sus nidos

- mi ángel - el azabache poso ambas manos alrededor de la cintura del menor atrayendolo a su cuerpo depositando un tierno beso sobre sus labios que fue respondido de inmediato

- finalmente... solo tu y yo Fyodor - paso ambos brazos detrás de su cuello parandose sobre las puntas de sus pies repitiendo la acción, era adicto a esos labios, a sus manos recorriendo su cuerpo, amaba sentirse deseado, simplemente lo amaba a él

- ¿te arrepientes? - con su pulgar delineó los rojizos labios del pelirrojo mientras presionaba con su mano libre su delgada cadera donde sus falanges podrían quedar marcados si no disminuía el agarre

- no, esto era lo que queríamos, esto lo desee por tanto tiempo, jamás me arrepentiria -se recargo sobre su pecho disfrutando del calor que le otorgaba su cuerpo ignorando la sangre impregnada en sus ropas- aunque... me preocupa lo que pase a partir de ahora

- no va a pasar nada, todo aquel que nos amenace me encargaré de destruirlo - se colocó con una rodilla sobre el verde césped sosteniendo una de sus manos - tu eres todo para mi, mi reina, mi ángel, mi vida, jamás permitiría que te hagan daño, que toquen tan siquiera uno de tus cabellos

- Fyodor... - podia sentir su corazon latir con gran ímpetu mientras la luna salía iluminando su sendero y siendo testigo de lo ocurrido

- te lo he dicho mil veces y lo seguiré repitiendo, te amo y el anillo que puse en tu dedo es la nuestra de ello - deposito un suave beso sobre sus nudillos sin importar la tela del guante que impedía tocar directamente su blanca piel - tu y ese niño que crece en tu vientre son mi motivo de vivir, mi motivo de pelear y así conseguir un mundo donde estén a salvo, no más organizaciones sobrenaturales, no más grupos que amenacen la frágil paz de la tierra

- lo se por eso yo seré tu arma, utilizame para destruir y acabar con tus enemigos, aun hasta el final yo te seguiré y servire a tus pies -

La promesa había sido hecha tiempo atrás, aun en secreto y en la oscuridad de la noche se habían entregado el uno al otro ansiado el momento en que nadie pudiese atreverse a separarlos pues el sentimiento que ambos albergaban era sincero, pero no estaban solos.

En silencio, oculto entre la maleza el detective escuchaba la conversación preguntándose como fue que permitió que le arrebataran al pelirrojo, como fue que lo perdió, como es que no se dio cuenta que había sido reemplazado en su corazon, no iba a poder recuperarlo mucho menos si el amor que se profesaban ya había dado frutos y pronto tendrían un hijo, lo había perdido y esta vez para siempre.

Osamu salió de su escondite cuando se marcharon en el auto desapareciendo en el camino, en su momento el destino los volvería a reunir y haría lo que fuera para recuperar lo que le pertenecia. 

Mil y un historias de Bungou Stray DogsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora