Mansión de las Furias (Adaptación) (En Edición) | KookV/KookTae

Capítulo 12: "Mi encuentro con una descendiente de las Hadas Oscuras"

*Antes que nada decir que la historia ya llegó al clímax y empezaré a subir ciertas imágenes tomadas del libro y las editaré pero pueda que se me escape ciertos errores los cuales pediré disculpas, y como siempre, toda imagen que vean, créditos a la bellísima Madeleine Roux*

Seguí limpiando la biblioteca, ya casi estaba terminando, me encontraba sacando el polvo de debajo de un librero.

Estirando mi mano cada vez más adentro, sentí como mi muñeca rozó algo sólido, era un libro de tapa dura. Mientras luchaba por sacarlo, el polvo debajo del librero penetraba mis fosas nasales, estaba al borde del estornudo, me contengo.

En verdad, me interesó sacarlo y lo logré, era color negro, de cuero, tenía la inscripción

"Mitos y leyendas del viejo mundo por J.J". Eso suena secreto y arcaico.

— J.J... Jeon Jungkook— leo en voz alta.

Tomé el libro y lo escondí en el delantal que traía y me dirigí a mi habitación. Allí estaba, mirándome.

Estaba suspendido en el aire, flotando frente a mí, sus piernas apenas eran visibles, sus ojos parecían pequeños huecos de luz. Parecía mucho más amenazador a la luz del día. Se acercó a mí, lentamente, tratando de intimidarme.

¿Me habrá oído hablar con Jimin? ¿Sabría lo que tenía en el delantal?

A medida que se acercaba más, sentí un frío inmenso, casi quemándome la piel. Di un paso atrás.

— No te escondas de mí— dijo, con una voz gutural, cada palabra sonaba como el crujir de la bisagra de una puerta oxidada.

Mi muñeca empezó a palpitar.

Él se acercó lo suficiente para hacer que mis ojos se cerraran, pero luego el frío desapareció.

Al abrirlos, ya no estaba.

En cambio, escuche unas botas caminar por las escaleras, su ruido era pesado. Termina de subir, era un hombre robusto, de edad avanzada, con un bigote tupido y puntiagudo que cubría la mitad de su rostro.

Lo conocía, solo que no recuerdo su nombre. La señora Haylam no me habló mucho de él, Tully era su apellido, si mal no recuerdo.

Otro ruido de zapatos, pero esta vez eran tacones. La señora Eames lo seguía, asomándose por detrás, como una novia vestida de negro con las manos a los lados con total elegancia, llevaba puesto un vestido, con un listón azul alrededor de la cintura y una esmeralda reluciente en su cuello, caminaba junto al Señor Tully

Él no lucia contento, he de admitir. Pero en mi experiencia, eso ya me traía sin cuidado, he lidiado con personas enojadas durante casi toda mi vida, y me he aprovechado de su inteligencia inferior a la mía.

— Me pregunto si esta maldita casa está abandonada, llevo como cinco minutos tocando la estúpida campana. Vengo aquí y te encuentro a ti, maldito niño, holgazaneando, y sucio. Es una total vergüenza, no pago tantas monedas de plata por recibir esta clase de trato— el señor Tully lucía enrojecido, muy furioso, su aliento tenía un desagradable olor a tabaco— ¿Hola? ¿Me estás escuchando estúpido?

El miedo que sentía por el Residente que vi, se había transformado en odio hacia ese señor tan odioso. Mis manos se cerraron con fuerza sobre el trapo que cargaba en mis manos.

— No regañes al muchacho— ella parecía decirlo con intenciones de seducción, de la misma forma me observaba a mí, que esbocé una sonrisa tan falsa como mi tranquilidad— a un sirviente nunca debes darle una bofetada si primero no escupió en tú vino.