Capítulo 14: Acelera su partida.

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Los primeros truenos se empezaron a oír a la distancia, me arrebataron el sueño.

Un estruendo tras otro y luego otro. Las gotas de lluvia se escuchaban claramente al rebotar contra el piso, el viento helado azotaba el granero.

Apenas me levanté del montículo de heno, el libro sobre mi pecho cayó al suelo al levantarme de golpe. Escuché la inquietud de los caballos ante los relámpagos. Los truenos resonaban en mis huesos, provocando que mis manos temblaran mientras trataba de sujetar el libro, justo había caído en la página 98 "El eterno misterio de la orden perdida".

Afuera, alcancé a oír unas voces. No tenía sentido a menos que Chijioke estuviera acomodando herramientas, pero no era su voz lo que alcancé a escuchar en ese instante.

Al asomarme por la ventana logré ver la luna radiante, siendo casi cubierta completamente por las nubes de tormenta. Era medianoche, al parecer.

Al principio creí que era una persona que se había extraviado y estaba cerca de las propiedades de la casa. Pero cuando me dirigí al otro extremo y pegué mi rostro ante el frío vidrio, pude ver una figura solitaria, de complexión delgada, con manos pequeñas, juntas como en una oración.

Era una mujer y, por lo que vi, no le importaba mucho el temporal que había a su alrededor.

Tomé el libro y lo puse en mis bolsillos. Bajé del henal y caminé entre los caballos alterados.

Mi curiosidad siempre será mi mayor problema y es que podría quedarme a salvo dentro del granero pero, en ese momento, me veía a mí mismo frente a la puerta del granero, siendo azotada por los violentos oleajes listo para salir.

Contra todo instinto, y maldiciendo internamente, abrí la puerta y la furia de la naturaleza golpeaba las afueras.

Tambaleándome, caminé hacia las afueras, tropezándome con un agujero que Bartolomé seguramente había cavado.

Mi ropa se ensució, me había enlodado por completo.

Poniéndome de pie y, sintiendo todo el peso del cielo sobre mi cuerpo, caminé acercándome a la figura en el claro. ¿Quién era esa persona que no parecía importarle que el cielo se caía justo delante de ella? Me sentí entrometido entre la aparente conversación entre las nubes y la persona. Su voz empezó a sonar más fuerte, el viento arrastraba sus palabras.

Comprendí que era una clase de cántico en un idioma que desconocía.

Furain an t-aoigh a thig, greas an t-aoigh tha falbh

Era Mary, el viento corrió la túnica que cubría su rostro, lo que me permitía apreciar su castaño cabello que se movía hacia atrás con fuerza por el viento.

Por lo que logré entender, hablaba en gaélico. Toda la situación me pareció rara, pero no opacó la belleza inolvidable de su voz.

Una canción de cuna y un canto de guerra.

El refrán empezó a sonar más fuerte, a medida que me acercaba cuando la canción llegaba a su crescendo.

Furain an t-aoigh a thig, greas an t-aoigh tha falbh

Un relámpago iluminó por completo la zona, como si fuese de día, alumbró la casa y pude ver a las sombras en cada una de las ventanas, acechando los pisos.

La voz de Mary se abrió en dirección hacia mí. A medida que me fui acercando, noté que la lluvia no caía en dirección de Mary, ella estaba completamente seca, ni siquiera su túnica lucía empapada como yo. Me dejó atónito.

Era como si la luz del cielo la protegiera de todo peligro en ese momento.

Tropecé con unos hoyos y maldije de nuevo a Bartolomé.

Ella me escuchó, nunca imagine una expresión tan poco amable de su parte sin embargo la tenía, hasta que me reconoció, y cambiando su rostro de pocos amigos me ofreció la mano.

Yo, arrastrándome en el fango, la tomé y de repente algo como un escudo de fuerza se sintió atravesar mi cuerpo, y la lluvia en mi cesó.

— No me sueltes, Taehyung— ella gritaba, siendo casi ahogada por los sonidos de la lluvia y relámpagos— no me sueltes, todo estará bien.

En ese momento volteé de nuevo a la casa y logré ver a las sombras de nuevo, y se me ocurrió que no estaban acechando, sino viéndonos, a ambos.

Luego recordé a la señora Eames.

Mary sujetó mi mano con fuerza y, en ese instante un grito se escuchó dentro de la casa. No, no solo fue un grito, fueron dos, uno más fuerte que otro. Sonaron a la par, uno lleno de miedo, otro más espectral, menos humano.

Me hizo sobresaltar y sentir un fuerte dolor de cabeza.

La lluvia se hizo cada vez más fuerte, el viento aun podía sentirse y el campo de fuerza de Mary no evitaba que sintiera frío. Mi cabello estaba mojado, me caía encima de mi rostro.

— ¿Qué rayos fue eso?— le grité casi sin aliento.

— Protección— me contestó como si fuera lo más normal del mundo. Claro que no lo era— el grito de Poppy podría acabar con todos en la casa. No lo controla aún.

— Eso significa que la señora Eames está muerta— fue menos violento de lo que esperaba, menos emotivo.

— Ah, si— Mary me tomó del brazo y me guio de regreso a la residencia cuando la lluvia ya se empezó a detener— fue muy rápido.

Sin sufrimiento, más del que ya carcomía su corazón.

— Mary, no quiero entrar a la residencia. No es muy común que entré al lugar donde alguien acaba de morir, me entiendes...— retiré mi mano de la suya.

— Pero no puedes dormir afuera, estás empapado, morirás.

— No puedo dormir con esas sombras deambulando por la casa. Me quedaré en el granero.

— Lleva algo de tiempo acostumbrarse— admitió— al menos, déjame traerte el té en la mañana, tienes que comer algo y lo sabes.

Se le veía triste, tan ofendida.

La estaba rechazando. Al igual que al resto de personas que vivía en la residencia. Incluso... a Jungkook. Sin importar lo que sintiera, esa extraña mezcla de sensaciones, no... podía involucrar eso en mis planes.

La observé, sus ojos verdes decían que confiara en ella, ojos que me habían acompañado en mi niñez. Ojos que se habían llenado de lágrimas al verme llorar y me habían consolado.

Esa era Maggie, no Mary, sin importar cuánta confusión tenga al respecto, Mary acababa de ayudar a una niña a matar a alguien, y es algo difícil de digerir, mis sentimientos son un completo lío.

Y dije palabras tan cortantes que solo digo cuando me siento tan confundido como en ese momento.

— Puedo arreglármelas solo. No necesito tu ayuda— desviando mis ojos, que con tantos pensamientos ya estaban lagrimeando— y tampoco la quiero— añadí, firmemente.

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"Furain an t-aoigh a thig, greas an t-aoigh tha falbh"

"Agasaja a los huéspedes, acelera su partida" Proverbio gaélico que transmite el sentido que una persona le dé la bienvenida a su hogar, pero con la condición de que no se aproveche y permanezca mucho más tiempo del debido. Lo cual incitaría a "acelerar su partida".


Mansión de las Furias (Adaptación) (En Edición) | KookV/KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora