Capítulo 22: Tus extrañas garras cortan mi piel.

748 110 22
                                    

Quería saludar, no suelo hacerlo pero estamos en épocas donde la unión es importante, por favor no salgan de casa hasta que la  situación se controle, o al menos solo cuando sea necesario, lavense las manos. Lxs amo a todxs disfruten.

Su horrible rostro era una sombra castaña y negra sobre mí, pero con el siguiente golpe, ya no pude ver nada más. Estaba recostado de lado, casi inconsciente. ¿Debía rezar? Solo lo hacía en momentos desesperantes y este era uno de esos momentos. Solo lo hacía cuando necesitaba milagros.

Antes solía ser una persona devota, tan devota como lo hubiese deseado un padre irlandés. Solía dedicarle horas y horas a un Dios que nunca me ha protegido, hasta que me cansé de que me pusiera a prueba constantemente. Me cansé de las excusas.

No puedo decir si de verdad dejé de creer, pero sí dejé de intentarlo. En ese momento, cegado por el dolor en mi cabeza y con lágrimas deslizándose a través de mis mejillas, a la par del suave sonido metálico del cuchillo al ser desenfundado, recé.

Me miraba fijamente sus dientes habían crecido, su mirada era aterradora, salpicaba baba en mi cara, sus uñas se habían convertido en garras.

Me levanté, le pateé con mis piernas y comencé a golpear a ciegas con mis manos, deseando que se detuviera.

Llamaba a Chijioke pero, al tener sangre recorriendo mi garganta, mi voz no era más que un simple balbuceo. Seguramente mis dientes debían haber cortado algo cuando me golpeó la cabeza. Su aliento caliente impregnó mi rostro con su olor pero, aun así, continué luchando, sacudiéndome de un lado a otro, si iba a matarme, no se lo haría fácil. Pero todo mi intento por salir ileso fue en vano porque aprisionó ambos brazos contra la madera.

Por favor, alguien debe escucharme, ayúdenme. Los seres buenos y celestiales que oía de niño, o los oscuros y macabros que he conocido últimamente, alguien. Mi vista se estaba recuperando, pero eso solo lo hacía peor, no quería ver a ese monstruo disfrazado de humano, ni tampoco esa sonrisa en su rostro mientras cortaba mi piel. Un destello plateado iluminó mis ojos. El cuchillo.

Deseaba gritar, pero de mi boca no salía más que gárgaras de saliva, con toques metálicos de la sangre, un sonido triste que me hizo sentir en ruinas.

De pronto, un trueno sonó a la distancia.

Escuché el galope, eran cascos, cascos sonaban a la distancia, sonaban cada vez más fuerte, se acercaban a toda prisa a nosotros. El doctor Tully también los escuchó y volteó a ver. Era una jinete, traía una túnica puesta, su cabello castaño se movía con los saltos del caballo. Era Mary.

— Detén la carreta— escucho su voz gritar, mientras los caballos que la conducían relinchaban al sentir el jalón que les propició Chijioke.

La carreta se tambaleaba abruptamente que la parte trasera se levantó por completo del suelo, una lluvia de grava y tierra en forma de lodo cayó sobre nosotros. Mary saltó de su caballo y se arrojó a toda fuerza contra Tully.

— Suéltame— gritó con una voz muy distinta a la que usualmente usaba, ambos cayeron cerca del cadáver de la viuda.

Mary me estaba defendiendo, pero su fuerza no se comparaba a la del doctor, o la criatura que ahora se había convertido, la tiró de costado y sacó sus uñas listo para ponerlas en su garganta.

Necesitaba hacer algo pero no había más que grava cerca y no podía atacar a Tully con eso, necesitaba algo afilado, como un cuchillo.

Busqué en mis bolsas y sentí que algo estaba haciendo bulto en una de ellas, metí mi mano rápidamente y observé un cuchillo no tan grande, era de plata y no recordaba en qué momento lo puse ahí.

Mansión de las Furias (Adaptación) (En Edición) | KookV/KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora