Introducción

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Como todos los días al llegar a su departamento, lanzó sin mucho cuidado su bolso hacia el sofá y a duras penas se arrastró hacia la cocina, buscando cualquier líquido que pudiese saciar aquella horrible sed. Notó encima de la encimera un papel plegado bajo la botella de vidrio que siempre usaba para llevar agua de un lado a otro, la misma que había dado por perdida aquella mañana antes de salir a toda prisa hacia la universidad.

―Maldito idiota.

Se dio la media vuelta y salió de allí, deseando un relajante baño que pudiese destensar algo sus pobres músculos.

―Reporte diario ―el murmullo pudo haberle provocado un susto de infarto, pero ya estaba más que acostumbrado a escucharlo en el momento menos esperado―, la ovejita va al pozo.

―Quedamos en que no te aparecerías antes de las seis de la tarde.

Dándose la vuelta y encontrándose con el semblante sonriente del ser asomado por el pasillo, le dedicó una mirada irritada, lo que hizo reír al otro.

―Créeme que tengo mejores cosas que hacer que vigilar tu trasero, niño, pero órdenes son órdenes.

― ¿Y cuál sería esa dichosa orden para tener tu fastidiosa presencia tan temprano?

―Oh, ya sabes, ver que no te mates o algo por el estilo.

―Que agradable eres.

Si Sehun pudiese volver en el tiempo, definitivamente volvería a ese fatídico día donde, llevado por su estúpido enamoramiento, decidió hacer un pacto con un demonio para que el amor de su vida, en ese momento, se recuperara completamente del fuerte cáncer que estaba consumiendo su vida. Cómico fue que, dándose por curada por milagro, se marchó a Estados Unidos para comenzar una nueva vida, sin siquiera despedirse de Sehun y sólo dejándole un vago mensaje que resumía todo en un "Que seas feliz, gracias por todo."

Destrozado, completamente perdido y con el corazón roto, pensó en el suicidio y casi lo logró cuando se vio intentando subir al barandal de un puente en el centro de la ciudad. Sin embargo, la aparición de cierto ser le impidió su cometido.

―Creo que olvidaste tu pacto, Oh Sehun.

En su vida imaginó ver una expresión tan perversa en un rostro tan angelical, ni sentir ese tacto que quemaba sobre su piel cuando lo jalaron hacia atrás de un tirón.

Tu alma me pertenece, estás condenado a tener tu vida en mis manos por la eternidad, así que mueve tu trasero de vuelta a tu departamento ahora mismo.

Sin pensar mucho en por qué aquel extraño hombrecillo lo siguió hasta su departamento, ni por qué lo acobijó cuando cayó rendido sobre su cama, pensó que sólo se trataba de un sueño o que había comenzado a alucinar.

La mañana siguiente, al despertar con un horrendo dolor de cabeza, poco recordó de lo acontecido la noche anterior y confirmó que todo fue alguna loca alucinación, haciendo una nota mental para comenzar a asistir al psicólogo para sobrellevar todo aquello que lo estaba destrozando.

―Eres un buen madrugador, Oh Sehun ―la voz que lo saludó cuando se asomó por el pasillo lo sobresaltó, dejando dolor y todo de lado para correr a tropezones hacia donde había provenido aquella voz―. ¿Qué? ¿Pensaste que estabas loco? Pues olvídalo, muchacho, tu alma me pertenece y soy tan real como tú. Uh, hice café, ven a tomar una taza conmigo.

Desde ese día Sehun deseó más que nunca poder volver atrás en el tiempo y no haberse cegado tanto por un ingrato amor que lo abandonó, dejándole un guardaespaldas demasiado sobrenatural para su gusto.







Después de muchos meses vuelvo con algo nuevo para motivarme.

¡Espero les guste!

Coffee with a demon » hunhan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora