Una espada...
Saber...
Un hombre, las cenizas de algo inexplicable que ocurrió con su vida y el mundo.
El calor abrazador de miles de batallas, el fuego producido por el choque de cientos contra uno.
Nunca hubo alguna diferencia...
La visión aterradora de una espada tan brillante como la tierra fundida, el rojo sangriento de las almas cortadas por un cristal, reflejo de un mundo.
Un hombre...
Una ruta convertida en la oscuridad del martillo de un herrero, la creación de infinitas hojas hasta el fin del mundo. La interminable e indiscriminatoria imagen de un hombre, una hoja...
Malditas...
Sagradas...
Santas...
Demoníacas...
Bastardias...
Incongruencias...
Imposibilidades...Aquel hombre, caminó lentamente, a través de una llanura interminable, la oscuridad amenazando en tragar el crepúsculo, cada paso se veía interminable, lanzas, alabardas, arcos, tridente, estandartes, martillos, abanicos, dagas, espadas, armas de fuego...
Nunca importo la forma o el origen, al final de todo siempre tuvieron un solo objetivo, no importaba si es que estaba rota, si eran reales o plebeyas, si eran falsas o una roca afilada, un arma es un arma aun si tenían la punta roma, no importa si ya no pueden cortar, una espada siempre será una espada, aun una hoja quebrada y desgastada por la corrosión del tiempo y la batalla puede dañar.
Aún si me rompo te cortarse, aún si me destrozó te cortare, aún si me quiebro te cortare...
Nunca hubo un significado, en ese extenso campo de guerra bañado por el atardecer, cada época, cada reino, cada panteón, nunca existió diferencia alguna, aún la hoja oxidada de un plebeyo que murió en un intento de vengar a su familia, la espada legendaria de un héroe que murió por el bien del mundo, la hoja maldita de un villano que pereció en su inmundicia o incluso la espada real de un rey venerado por su pueblo...
Una mujer caminaba en medio de un infinito campo de guerra, el suelo árido, el viento frío y seco, la atemorizante llegada de las nubes negras en la lejanía y en frente la noche tragando al día.
Este lugar le recordó un final que quiso terminar y quería que nunca existiera, la sangre seca en el piso era escalofriante, las armas con el sol del tardecer y el mundo parecían undirce con el fuego en el horizonte.
Un arma que podía reconocer, luego otra, luego otra, la espada su propio hijo, era imposible, que hacía en un lugar como este, el poder desbordaba de cada arma a su alrededor, cada espada era un hecho, este era un hogar para ellas.
Espadaz, lanzas, arcos, dagas, incluso un arpa de color rojo, armas que no conocía ni nunca había visto brillaban en todo el lugar como su fueran lápidas.
Ella empezó a correr, el mismo paisaje la seguía a todas partes y el tiempo parecía no avanzar, sentía correr en círculos y tener un paso interminable...
Y lo vio...
En medio de la llanura, una colina hecha de escombros, corrió una vez más hasta llegar a su cima, podría ser el lugar con más espacioso en este lugar, allí una roca que tenía algo como el pomo de una espada, parecía un lugar para reposar y hechar un vistazo a todo este sitio, en allí estaba algo que no debería y debería estar destruida... Caliburn... Otra mas... A su lado estaba Avalon... No era posible en este lugar, esa vaina se había perdido por acción de una bruja... No sólo eso... Excalibur... Era demasiado extraño, eran cosas que no tenían una razón para estar aquí, su garganta estaba secándose y su piel comenzaba a picar de momentos, en este lugar, ella estaba indefensa...
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Fate: Fragments of a Broken Sword
RandomEl destino jugó con el una y otra vez, el infierno una y otra vez, salvado una y otra vez, luchado por sus ideales una y otra vez, perder todo una y otra vez, matanza tras matanza, batalla tras batalla, traicionado por sus propios ideales, traicionó...