Fate: Fragments of a Broken Sword

La Décimo Octava Hoja: La Reina

Profesor, lo que pienso es que cada cosa que usted dice es una vil mentira, que es lo que realmente me está ocultando? Había un poco de histeria en la voz de Luvia, aunque su cuerpo se sentía agradablemente acorde a sus gustos y herencia genética, no podía decir lo mismo de sus memorias, que son una verdadera voltereta y media con salsa de ajíes en ella y caldo de calamar para lustrar el zapato.

Y así como ello no se entendía, ella misma tenía un conflicto interno por sus memorias, fue extraño sentir su cuerpo cambiar repentinamente, pero la sensación se fue tan rápida como había llegado y de alguna manera este cuerpo o apariencia parecía más adecuada para ella.

Lord El-Melloi II tenía en su expresión una mezcla de sorpresa, horror y algo de reconocimiento además del creciente cuidado ante la imposibilidad delante suyo, aparte de su constante meñique nervioso golpeando la pequeña mesa de la propiedad Emiya no habia ruidos en la habitación...

Luvia sabía que existían algunos beneficios plus en medio de esta situación, aprovechando su apariencia claro, de alguna manera sentía ser capaz de comportarse como una verdera bruja para su consternación, aunque no se sintió del todo mal tener a las personas a tu merced, era casi un sueño, pero sin embargo no podía confiarse demasiado con este hombre, pues un magus poco ortodoxo algunas veces es más peligroso que uno costumbrista y tradicional, de alguna manera lo entendía muy bien.

En las miradas de la gente allí delante de sus ojos había terror inclusive, fue el caso de Grey allí tras el profesor, su expresión aunque casi plana constantemente mostró un drástico nerviosismo por su cambio aparentemente imposible, ella suspiró internamente, no es que ella fuese un monstruo, aunque se preguntó por que no está consternada con ella misma.

El sirviente de la lanza se colocó tras suyo como si esperase órdenes, su mirada y aura habían cambiado completamente por alguna razón, el plato de galletas y carne frita estaba vacío y Basett había desaparecido de la habitación hace unos instantes sin decir nada, dejándola sola con la pequeña hermana de Shirou, pero lo más extraño fue la niña, que la miraba como si se tratase de algo maravilloso.

Hubo un sentimiento de orgullo en ella por esa mirada, si, podía adorarla tanto como quisiera, sin embargo sus ojos también se mostraron adorables como los de un cachorro, de no ser por la situación entonces saltaria para abrazarla entre sus pechos  y colocarla en una vitrina, pero con su cuerpo había algo que le molestaba, y fue la talla de su ropa que de no ser por las ligas y corces estallaria, en especial su pecho, estaba ajustado, y mucho...

Weaver suspiró con temor, por su cabeza pasaban tantas cosas al día, y sobre hechos de los que no entendía si eran suyos o no, muy poco tenían las relaciones interpersonales para sorprenderlo luego de encontrarse con algunas cosas, pero ver ésto estaba a otro nivel, de verdad no estaba volviéndose loco? Cierto es que actualmente se encuentra sorprendido por ver algo así, con magecraft casi todo era posible, pero ésto, sólo lo vio en los ancestros, desde ocultar la apariencia, hasta cambiar completamente el sexo, sin embargo también suspiró por algo en particular, aquello que se rompió en la niña fue como un casaron hecho de prana, era como si ella hubiese estado viviendo de esa manera sin darse cuenta y lo hubiese aceptado como tal, también estaba la opción de que era algo de lo que no tenía conocimiento o lo había olvidado de alguna manera.

Obviamente sentía el poder absurdo de ésta mujer para esta época, la mujer exhudaba tanto que se podía sentir en el aire, aunque había estado bajando la presión poco a poco probablemente como un tanque que se desborda pero el exceso cae por los suelos hasta su límite, pero era tan refinado y fino, pulido por el tiempo y el estudio de Jewelcraft que era obvio, incluso su propia firma mágica se sintió distinta a lo normal, fue como si algo la hubiese estaba reteniendo y de pronto se hubiese roto o dejó de funcionar para que un enorme flujo de energía se estabilizara.