Beso de Buenos Días

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-¡Ya levántense Aristemosssss! -grito Diego mientras tocaba con mucha fuerza la puerta de su habitación – Hoy vienen a entregar el sofá y ni crean que nos van a dejar cargarlo solo fingiendo que están dormidos. Si no salen en 10 minutos entraré al cuarto, estén desnudos o no.

Temo se removió en el colchón, le estaba costando más que nunca poder abrir sus ojos. Esta había sido la primer noche de Ari y Temo viviendo juntos en la Ciudad de México.

El día anterior había sido muy ajetreado, entre el viaje desde Oaxaca,  junto con guardar la mayor cantidad de cosas en los pocos muebles que había en la habitación, Ari y Temo habían terminado agotados cayendo rendidos a su colchón (porque aún no tenían una cama en sí)

Sin querer salir de su cama, Temo se preguntó cuanto lo odiarían Diego y su nueva roomie si él y Aristóteles no los acompañaban por el nuevo sillón pero descarto la idea inmediatamente,  no quería empezar su nueva vida con el pie izquierdo

Usando toda la fuerza y energía de su cuerpo, se obligó a abrir los ojos y sentarse en la cama.

A su lado izquierdo se encontraba su novio. Aristóteles seguía profundamente dormido con la boca ligeramente abierta. La idea de que esta había sido la primera de las muchas mañanas donde despertaría con esta bella imagen logro llenar a Temo de energía y felicidad.

El Toluqueño se permitió observarlo un minuto antes de despertarlo sacudiendo ligeramente su brazo pero Aristóteles solo se removió en su lugar,  sin despertar.

-Tahi, es hora de despertar -susurro Temo en el oído de Aristóteles mientras lo seguía jalando del brazo -. Carlota y Diego nos van a matar si no los ayudamos con el sofá-

Aristóteles susurro como respuesta algo lo bastante parecido a "No me importa".

Temo suspiro, era obvio que Aristóteles no iba a despertar por más que jalara de su brazo.

"Es momento de usar la vieja confiable" pensó Temo mientras pasaba una de sus piernas por encima de Aristóteles para sentarse en su regazo.

-Buenos Días Tahi -dijo Temo en voz muy alta mientras iba a dejando pequeños besos en la cara de Ari

Aristóteles, por supuesto, abrió sus ojos ante tales acciones. Aunque no se veía completamente despierto por lo menos ya no estaba intentando regresar a dormir, lo que Temo tomaría como una pequeña victoria.

-MUY buenos días tahi – respondió Aristóteles con una voz ronca moviendo sus manos hasta las caderas de Temo. El castaño solo soltó una pequeña risita pero no iba a empezar algo que no podrían acabar.

-Carlota y Diego están esperando por nosotros. Vamos, levántate -dijo Temo tratando de retirarse del regazo del oaxaqueño pero este no se lo permitió.

-Tahi, ya te dije que te levantes.

-No te preocupes, tu sentado en mi entrepierna seguro que está logrando que me levante -respondió Aristóteles regalándole una sonrisa coqueta.

Temo rodó los ojos mientras se sonrojaba ligeramente.

-Ni te ilusiones. No tenemos tiempo para eso, ya te lo dije.

Aristóteles estiró los músculos mientras bostezaba.

-Bueno al menos dame un besito de buenos días

La petición tomo a Temo por sorpresa.

-No ¿cómo crees que voy a hacer eso? ¡mi aliento apesta! -respondió Temo. Aristóteles lo miro sin un cambio en su expresión

-¿Y? El mío debe de estar peor -respondió Aristóteles como si fuera la cosa más lógica del mundo -. Yo te quiero apestoso y todo. Anda, ven aquí.

Temo lo miro, Aristóteles parecía decidido a no pararse de esa cama hasta que obtuviera su beso.

-Ay bueno, está bien -exclamo Temo acercándose a la boca del rizado. Efectivamente, el aliento de ambos no olía exactamente a rosas, sin embargo, los dos disfrutaron el beso como siempre. Amaban besarse el uno al otro y un mal aliento ni nada por el estilo detendría eso

-¡LES DIJE QUE ENTRARÍA SI NO SALÍAN EN 10 MINUTOS! -grito Diego entrando en la habitación logrando que Temo rodara fuera del regazo de Aristóteles hacia el piso. Afortunadamente, el colchón no tenía una base o si no el golpe hubiera sido mayor.

-¡Diego! -exclamo Temo cuando se repuso del susto.

-Así los quería agarrar puercos. Uno ya no los puede dejar cinco minutos solos. Parecen conejos.

Temo siento el calor subir a sus mejillas y volteo a ver a Aristóteles, el cual ya no lucia una sonrisa juguetona en su cara, ahora solo tenía una expresión de molestia. Temo no estaba seguro si la molestia era por haber sido interrumpido, por tener que subir el sillón o simplemente por la presencia de Diego. Tal vez una combinación de las tres.

-Ya vamos Diego. Danos unos minutos para cambiarnos –dijo Temo.

-Está bien, pero ahora voy a volver en 5 minutos así que ni se les ocurra seguir con lo que estaban haciendo.

Diego salió de la habitación cerrando la puerta y Temo se levantó de su lugar para ir a las maletas a sacar la ropa de ambos.

Ya tendrían muchos besos de buenos días en el futuro

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Muchas gracias por leer, espero que te haya gustado el capítulo

¡Todo tipo de comentario, sugerencia u opinión sobre el capítulo o sobre cosas que quisieran ver en el futuro son siempre bienvenidas!

Kiss You • AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora