Beso Robado

3.2K 223 413
                                    

El momento en el que Aristóteles y Temo decidieron irse a vivir juntos a una ciudad nueva, solos los dos (aunque al final eso no fue lo que paso) ambos sabían que las cosas podían ponerse complicadas en su relación, después de todo, era el momento definitivo donde se conocerían por completo y se darían cuenta de que tan compatibles eran como compañeros de casa y eventualmente, compañeros de vida.

Al principio solo se tuvieron que adaptar a aceptar sus nuevas responsabilidades dentro del hogar, pero ambos se sorprendieron al comprobar que no les costó demasiado, siendo en este aspecto como en muchos de su vida los mejores aliados.

Pero ninguno de los dos realmente había sentido el peso de todas las responsabilidades que venían con una vida adulta e independiente hasta que sus rommies se fueron y tuvieron que buscar otro departamento en el que solo serían ellos dos contra el mundo.

Con menos personas viviendo en la casa, las responsabilidades obviamente subieron y Aristóteles tenía que admitir que no estaba preparado para eso.

Temo había sido muy claro con él sobre las tareas que le correspondían, pero entre cuidar a su hermanito, la universidad, el trabajar en nueva música, dar conciertos y trabajar de medio tiempo como Uber, a Aristóteles se le estaba complicando balancear todos sus deberes y debía admitir con mucha pena y vergüenza que la tarea que había relegado más eran sus responsabilidades dentro del hogar, lo que le traía problemas con Temo.

Lo peor del asunto es que Aristóteles no estaba siendo irresponsable porque así lo quisiera, muchas de las cosas que le pasaban o en las que se equivocaba eran un accidente o producto de su no tan ágil mente.

La primera vez que paso, Temo no se mostró tan enojado.

-¿Aristóteles me puedes explicar que es esto? –pregunto una tarde de domingo Temo, entrando a la habitación con el cesto de ropa limpia que acababa de recoger la lavadora.

Confundido, Aristóteles observo el objeto que cargaba Temo, tratando de comprender por qué la extraña actitud.

-La ropa limpia –explico Aristóteles, inseguro de sí esa era la respuesta que Temo quería escuchar. Cuando vio como el labio de Temo se torcía en una fina línea recta, comprobó que eso no era la respuesta que buscaba.

-¿Me podrías explicar esto? –le dijo Temo con ese tono extrañamente calmado que comenzaba a asustar a Aristóteles. Parecía la calma antes de la tormenta.

En sus manos le mostró a Ari unos boxers blancos o bueno, lo que alguna vez habían sido blancos como la leche, pero que ahora tenían unos toques rosados muy notorios.

-Ah yo...-trato de hablar Ari, pero no sabía cómo explicar la situación

Sin responder, Temo volteo el cesto de la ropa sobre la cama, extendiendo el montón de prendas rosadas sobre los pies de Ari.

-¿En serio no te diste cuenta de que dejaste un calcetín rojo en la carga de ropa blanca? –le pregunto Temo con un tono que sonaba más incrédulo que molesto.

-Yo-

-¿Qué estabas haciendo? –lo interrogo Temo, cruzando sus brazos frente a su cuerpo, viéndolo con una mirada inquisitiva muy intensa.

Aristóteles de hecho si recordaba que estaba haciendo mientras ponía la ropa en la lavadora. Thiago le había llamado muy emocionado mencionándole un ritmo que se le había ocurrido cuando se golpeó la cabeza al resbalar en medio de la calle, entonces mientras Aristóteles enfocaba toda su atención en el relato de su amigo, metió la ropa a la lavadora sin ningún cuidado, cosa de la que ahora se arrepentía.

-Lo lamento –se limitó a decir Aristóteles. Realmente lo lamentaba. Ahora con ellos pagando la renta solos, el dinero no abundaba así que la noticia de haber arruinado parte de su ropa no les caía nada bien.

Kiss You • AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora