Beso Celoso (Parte 4 de 5)

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Caminando sigilosamente  y cubierto en ropa de colores discretos, Temo trataba de mantener un perfil bajo para aparentar ser una persona normal en medio de la calle, buscando no levantar sospechas de que estaba persiguiendo a un chico de rizos que iba caminando tranquilamente, inconsciente de su persecución.

A pesar de que estaba dando su mayor esfuerzo para permanecer inmutable en el exterior, dentro de él su mente estaba preocupada por Aristóteles. O más exactamente, por su relación con él.

Nunca se había planteado ese escenario, no había querido hacerlo por lo doloroso que resultaba, pero después de una larga serie de señales y mensajes extraños, por fin la pregunta que había evitado se había apoderado de su mente, atormentándolo cada segundo con una sola pregunta:

"¿Aristóteles le estaba siendo infiel?"

Esas simples 5 palabras eran suficientes para estrujar su corazón cada vez que lo pensaba y aunque quería parar, no podía, no después de todo lo que había pasado.

Tragándose su dolor e incertidumbre que le provocaba esa duda, Temo continuo con su misión de seguir a Ari y se preguntó, no por primera vez en las últimas horas, como había pasado de sentirse la persona más segura y feliz del mundo a este túmulo de inseguridades y miedos persiguiendo a su novio.

La primera vez que Temo se enfrentó a esta desgarradora situación, no tenía celos, solo curiosidad.

Después de terminar de acompañar a su papá por unos mandados al mercado, Temo llegó con mucha ilusión hasta la panadería, donde sabía que estaba trabajando Ari.

Entrando sigilosamente, el toluqueño vio desde lo lejos que Ari estaba entretenido haciendo algo en su celular, por lo que una idea vino a su mente.

—¡Me voy a Toluca! —gritó el castaño, viendo con gozo como Ari saltaba en su lugar y dejaba caer el celular.

—¡Cuauhtémoc! —se quejó Ari cuando se recuperó del susto.

—No deberías usar el teléfono cuando estas en el trabajo, Córcega —respondió Temo, agachándose por el celular de su novio.

—Si, claro. Eso no aplica cuando estoy usando el celular para mandarte mensajes a ti ¿verdad?

—No...—respondió Temo y estaba a punto de burlarse un poco más de su novio cuando de pronto su atención se desvió a la pantalla del celular, la cual se iluminó mostrando la llegada de un nuevo mensaje y aunque Temo no pudo ver quien lo mandaba, reconoció incluso a la distancia que el texto estaba repleto de montones de emojis de corazón.

—¿Con quién hablas, cariño? —pregunto Temo. No estaba celoso.

—Es mi amigo... —respondió Ari, pero antes de que el oaxaqueño le pudiera explicar más, unos niños hiperactivos entraron a la panadería y la conversación se cortó, sin embargo, Temo no la olvido.

La segunda vez que paso seguían sin ser celos, ahora era confusión.

Tan solo unos días después del incidente en la panadería, mientras ambos estaban en el cuarto de Ari, las alarmas de inseguridad comenzaron a retumbar en la mente y corazón de Temo.

—Te amo demasiado —dijo Temo, acariciando el pecho desnudo de su amado, quien lo acerco más a él, uniendo un poco más sus desnudos cuerpos.

—No más que yo —respondió Ari, trazando círculos por la sensible piel de la espalda de Temo.

Como respuesta, Temo estiro su cuello y unió sus labios en un beso cansado. Después de una sesión de intensa pasión, ambos estaban cansados y lo único para lo que tenían energía era para besarse de manera perezosa.

Kiss You • AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora