PLEGARIA

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PLEGARIA

¿Cómo describir a Jeon Jungkook? ¿Por dónde empezar?

Recuerdo cuando lo ví por primera vez. Sentado en la primer fila del salón, justo frente a mi escritorio. Su aura aburrida y hasta cansada lo hacía parecer mayor, como si fuera un trabajador a punto de jubilarse, después de años de duro trabajo sin descanso. Pero era solo un estudiante, como los tantos otros que tenía.

Recuerdo cuando por primera vez transgredí las normas establecidas entre un estudiante-profesor y me entrometí en su vida.

Recuerdo que por primera vez en muchos años actué de forma impulsiva, sin medir las consecuencias de mis actos.

Y hubo muchas consecuencias.

La primera fue introducir a Jungkook a un mundo en que quizás no estaba preparado para caminar.

La segunda fue ganarme el enojo de mi hermano, Yoongi, casi de forma permanente. Siempre que estábamos reunidos podía sentir su mirada, pesada. Casi como una araña picándome el cuerpo, recordándome permanentemente que lo que hacía estaba mal... ¿lo estaba?

La tercera fue querer pasar más tiempo con Jungkook. Ahora puedo admitirlo, lo que quería era capitalizarlo, tenerlo para mí. Cuando estaba con él, cuando hablábamos de todo tipo de temas, Jungkook me hacía sentir casi un dios. La forma en que me miraba, con sus ojos que guardaban miles de estrellas, constelaciones y galaxias en ellos, con anhelo, con respeto y cariño. La forma en que su cuerpo se volcaba hacia mí, al igual que toda su atención. Era el centro de su Universo.

Pero él se estaba volviendo el centro del mío también, paulatinamente.

El primer adjetivo que viene a mi cabeza cuando pienso en Jungkook es precioso. En sus dos acepciones. Alguien de mucho valor, un valor que ni él sabía que tenía. También alguien de increíble belleza.

La belleza de Jungkook no era solo exterior, no eran solamente sus facciones juveniles, llenas de vida, su sonrisa dientuda y hoyuelos, sus ojos enormes, su alta estatura, o sus grandes manos que envolvían a las mías fácilmente. La belleza de Jungkook se acentuaba en su interior: en la pureza de su ser. En su inocencia e ingenuidad. Su curiosidad y talento innato para hacer cualquier cosa. Todo ello, volvían a Jungkook alguien de mucho valor. Alguien precioso.

La cuarta consecuencia fue que me volví más estúpido e ignorante que cuando tenía su edad. Me volví ciego y no pude ver que Jungkook se había enamorado de mí. No pude ver lo mucho que lo estaba lastimando con la ambigüedad de mis acciones. Lo dañé demasiado. Tanto que huyó.

Nunca podría perdonarme lo irresponsable que fui. Lo egoísta que fui para pensar en que no quería que se fuera, para querer decirle que se quedara a mi lado. Lo orgulloso que fui para que nada de ello saliera de mi boca, incluso las palabras para decirle cuánto valía para mí. Lo importante que era.

Que nadie podría compararse a él. Que Namjoon no era nada, y que había sido un idiota al creerle.

Lo que lleva a la quinta consecuencia.

Jungkook me gustaba.

Me gustaba mucho.

Y tuve que darme cuenta la última vez que lo vi. En esa habitación oscura, en la confidencialidad de las cuatro paredes, en la angustia terrible de Jungkook, en la pasión demoledora de su beso, en su fuerza de hombre que me doblegó y dominó, me di cuenta de que Jungkook no me gustaba como un estudiante, como un amigo, alguien a quien quieres enseñarle cosas. Me gustaba como un hombre, como el hombre que era y me encargué de aniñar por mi cobardía.

Wandering Child - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora