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Una semana después de haber sido dada de alta, mi padre y mi hermana se enfocaron en ponerme más atención, me hacían desayunar en el comedor y en los almuerzos dejaban encomendado a Hoseok para que se asegurara de que estaba cumpliendo con el régimen de comidas que el doctor me había mandado, es decir, que literalmente mi vida se estaba haciendo un infierno y me estaba volviendo loca ya que no podía ejercitarme por estar bajo supervisión, tenía que comer a fuerza y anirmarme a mí misma si quería aparentar que en realidad estaba progresando.

Y aunque me sintiera sumamente culpable internamente, pasar la mayoría del tiempo al lado del chico sonrisas, me quitaba un peso menos de encima, Hoseok y yo hablábamos, salíamos a caminar y cada parte de mí, comenzaba a aceptar que estaba empezando a acumular sentimientos hacia él. Lo veía tontear y divertirse, me contagiaba de su dulce aura, de la pureza de su carácter y la forma tan única que tenía para tratarme.

Él era ese alguien que necesitaba, ese alguien que si me veía caer, se quedaría para levantarme, un rayo de luz que me permitía mantener cortas esperanzas.

Jung Hoseok, tenía tantas palabras para describirle pero simplemente no encontraba las correctas que marcaran en una sola oración todo lo maravilloso que él era.

—Younmin, hay algo que debo decirte —me dijo el carismático chico. Estábamos teniendo un picnic, tomando un agradable descanso bajo la sombra de un árbol, rescostados en el fuerte tronco y con mi cabeza apoyada en su hombro.

—¿Qué sucede? —me alejé un poco para mostrar que lo escuchaba, su tono había sido suave e incluso apenado, no era normal que su voz sonara de ese modo, se comportaba tierno mientras me tomaba de ambas manos para mirarme a los ojos ¿Acaso estaba soñando? Él me miraba y el contacto visual entre nosotros era una cosa que nadie querría romper debido a que a kilómetros se notaba cuán perdidos estábamos el uno en el otro.

—La verdad debí haberte dicho esto hace tiempo pero aún no me sentía listo para hacerlo, además de que no estábamos teniendo un buen momento así que por lo tanto no quise molestarte. Sin embargo, ahora, ese tiempo ha pasado, me siento muy feliz y he reunido el valor necesario para decirte que... —sus manos acunaban mi rostro, desarollando un sin fin de sentimientos en mi interior, su suave voz me llamaba y sus palabras se sentían como un agradable veneno que de cierta forma se camuflaba en un dulce remedio, sabía hacia donde iba nuestra conversación y eso me causaba temor pues aún no estaba lista.

—Hoseok, yo... —quise detenerle porque yo no deseaba escucharlo.

—Me gustas, Younmin.

Se supone que cuando la persona que te gusta te confiesa sus sentimientos deberías sentirte feliz ¿No? Entonces, ¿Por qué dentro de mí había un agujero que empezaba a doler si ambos éramos correspondidos?

Fue hasta a ese punto que reflexioné, me sentía de esa manera porque yo no era capaz de ofrecerle algo bueno. Él era optimista, alegre y ruidoso, alguien que no merecía contagiarse de mis oscuras rabietas, un alma tan pura que no debía dejarse enfermar por una mente rota, un noble chico que merecía estar con alguien que influyera de manera positiva en su vida y que no manchara su cielo de tormentosos colores grises.

Los dos éramos distintos, yo no estaba bien, no podía aceptar sus sentimientos porque yo ni siquiera me amaba a mí misma y siempre la regla esencial, era aceptarte y tener metas en la vida pero yo... Yo simplemente estaba demasiado lejos como para visionarme de esa manera así que si no tenía ese pensamiento, no podía ser capaz de regalar ese amor que estaba perdido dentro de mí. Entre tantos escombros que se fueron acumulando, al final construí un fuerte campo que yo no tenía la voluntad de derribar.

—Lo siento, pero no puedo aceptar tus sentimientos —dije apartándome de su tacto y clavando mi vista en el suelo. Pronunciar esas palabras en serio dolían, mi corazón se sintió pesado por estarme reprimiendo y aunque tuviese muchas ganas de gritarle cuanto me gustaba, muy bien sabía que no podía hacerlo, no era correcto.

Había que matar sus esperanzas si no quería lastimarlo al dejarlo quedarse a mi lado, él debía ser feliz y yo no podía ser tan egoísta como para arrebatarle eso.

—¿Acaso no sientes lo mismo? —me preguntó, transmitiéndome su preocupación en un tono apagado. Mis ojos, aún puestos en el verde césped, se empañaron por las lágrimas que no quería dejar caer por la impotencia que sentía de no ser suficiente.

—Sí, me gustas —declaré bajo como una niña que acaba de ser recién regañada —Pero tú y yo, no podemos estar juntos.

Por muy cruel que sonara, esa era nuestra realidad y tenía que decírsela. Yo era consiente del estado en el que me encontraba, yo ya no era más la pequeña Gwon Younmin de 8 años, esa niña que lo daba todo por su familia, la que deseaba encontrar algún día a alguien que la amara, la que era feliz por su cuenta y no le importaba nada, la que disfrutaba cada momento y la que siempre esperaba por las cosas maravillosas que según la gente la vida te podía dar.

Esa inocente faceta, había muerto y trágicamente me tuve que convertir en alguien que ahnelaba poder volver vivir en paz y en alguien que había caído en lo más profundo de un oscuro abismo.

—Younmin, no digas eso —pidió con dulzura que incluso ingenuamente pensé en hacerle caso —Tú, yo, eso está bien, confía en mí, por favor.

Y por supuesto que confiaba en él, sus palabras siempre eran sinceras y llenas de esperanzas, me daban una razón más para continuar y me mantenían conectada con mi alrededor. Sin embargo, a pesar de que el cuadro que se trazaba era lindo, no debía permitirme ceder pues aunque quisiera o no para mí todo pintaba lo mismo.

Tragedia.

—Hoseok, tú no lo entiendes —le dije, llegando de a poco a mi punto de quiebre. No deseaba ser dura pero sabía que me lo merecía.

—¿Qué? ¿Qué no entiendo? —sus tristes ojos me acusaban y sus manos frías batallan entre si tomar las mías o no. Él deseaba ayudarme, lo supe desde hace mucho tiempo. Entonces, estando ahí, frente a él, mis lágrimas salieron una a una, soltando suaves sollozos que luché en controlar, ya no quería seguir, quería que se alejara, que conociera a alguien mejor y que se olvidará de que alguna vez nos conocimos, yo jamás sería buena para su vida, desde un principio acercarnos fue un error transformado en fantasía, en algo que jamás tendría por no estar bien.

Yo era el problema, yo siempre sería el problema.

—Soy mentalmente inestable ¿Sabes? —empecé a decir prepotente y chocando con un leve nivel de rabia hacia a mí —No hay ni un solo día en que no odie mi cuerpo y mi estúpido estado metal.

—Younmin, yo... —le detuve

—Tú, yo, eso nunca pasará.

Fue lo que le dije y no sé a quién de los dos le dolió más. Si a mí que había confesado mi problema en voz alta, negándome a aceptar nuestros sentimientos o a él que no tenía conciencia de nada.

Atypical❁[JHS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora