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Era miércoles en la mañana y mi hermana decidió prepararme un almuerzo para que me lo llevase a la universidad. Caminaba alrededor del campus cuidando de que nadie me estuviese mirando, destapé el recipiente que contenía esas papas fritas, ensalada, aderezo y piezas de pollo ya que para mi sorpresa mi familia aún no se daba cuenta de mi dieta vegetariana.

No me gustaba comerme las cosas frías así que impulsada por eso y por el terror de todas esas calorías, terminé tirando la comida en la basura, volví a cerrar mi recipiente y lo guardé en mi mochila. Estaba apunto de irme del lugar pero me llevé una gran impresión cuando me encontré a Hoseok parado justo detrás de mí.

—¿Por qué acabas de tirar eso? —señaló el recipiente con una expresión bastante curiosa.

—Se puso en mal estado —mentí, acomodando las correas en mi mochila para así evitar verlo a los ojos —, ¿Y por casualidad necesitabas algo?

Tras nuestra discusión el otro día en plena calle, pasé toda una semana ignorándolo. No me sentía molesta por el hecho de que me había confundido de camino sino más bien por la cuestión de que me había mentido y, probablemente a como él dijo, yo no hubiese aceptado ir a ese clínica pero por lo menos me hubiese ahorrado sentirme herida puesto a que mi confianza estaba ciegamente puesta en sus manos.

—La verdad quería disculparme contigo por no haberte dicho la realidad respecto a...

—No te preocupes, solo espero que no vuelva a suceder.

—Younmin, entiendénme, nada más deseo asegurarme de que en serio estás bien —su voz fue dulce que de momento me conmovió. El chico se preocupaba en vano, yo estaba bien, de hecho, me sentía extrañamente bien.

—Quédate tranquilo, las cosas van genial conmigo —le sonreí en un intento de tratar de regalarle paz.

—De acuerdo —asintió, dándose por vencido —¿Quieres ir a dar una vuelta por el parque?

No lo pensé dos veces y acepté su invitación. Normalmente, cuando necesitaba pensar acerca de algo, una caminata me ayudaba a aclarar mis ideas. Faltaba una semana para fin de mes y mi peso apenas estaba rozando los 53kg, estaba enojada conmigo misma ya que ¿cómo era posible que durante los últimos meses de esfuerzo solamente hay perdido dos kilos? Quería gritar y romper todo, aislarme para que nadie me volviese a ver pero cada vez que trataba de alejarme era cuando más las personas se acercaban a mí con mensajes de ánimo y regalos que de momento me hacían feliz.

—¡Hey! Vamos por un helado —chilló mi castaño compañero emocionado, tomando mi mano y caminando hacia un carrito de color rosa con globos de diferentes colores.

—No, no quiero —me negué. Iba bien con mi dieta y no quería romperla por una cosa tan tonta como un helado. Estaba a punto de desistir una vez más y sin embargo, la amplia sonrisa en el rostro de Hoseok me iluminó, cambiando mi opinión.

—Ya, no seas aburrida, mejor dime ¿Cuál es tu favorito?

—Naranja —le respondí con simpleza.

Y así, con un helado de chocolate y uno de naranja, ambos nos sentamos en una banca cerca de un frondoso árbol. Miraba el cono que comenzaba a derretirse e inventaba temas de conversación para no comerlo, no obstante, noté que Hoseok me comenzaba a mirar raro y eso significaba que él sabía lo que yo estaba haciendo.

Sin entrar en pánico, llevé el helado hacia mi boca e inmediatamente mi cabeza comenzó a crear una cuenta completa de calorías, probé una pequeña parte y mi estómago se revolvió. Nunca tuve problemas con ese tipo de alimentos y por ende, se me era sumamente anormal el porqué mi cuerpo comenzaba a reaccionar de esa manera pues sosteniendo ese cono en mi mano, lo único que deseaba era tirarlo ya que su solo color me hastiaba.

—No puedo —alejé el helado de mi boca como si fuera veneno.

—¿Qué cosa? —preguntó mi compañero preocupado.

—No puedo, no puedo comer esto.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Simplemente no puedo, hacerlo está mal —cegada por mi propia presión, tiré el helado al suelo, provocando conmoción en mi acompañante. Ni yo misma sabía que estaba diciendo debido a que una fea sensación estaba apoderándose de mí.

—Tranquilizate, estás poniéndote pálida —él intento tocarme para que me controlara pero me levanté de la banca evitando su tacto.

—No te me acerques —pedí autoritaria, alejándome unos cuantos pasos de él.

—Younmin, ¿Estás bien? —intentó persuadirme de nuevo más empecé a sentir un inexplicable miedo.

—¡No te me acerques! —le grité histérica.

Observaba todo a mi alrededor y las cosas me daban vuelta, escuchaba voces que se reían de mí, recitando todas esas palabras que me hicieron caer. Quería llorar porque mis propios pensamientos me estaban matando, estaba sola, sentía como mis seres queridos se apartaban de mí y como mis esperanzas se transformaban en simples ilusiones.

Ya no deseaba sentir, yo no lo soportaba. Los humanos éramos seres tan débiles y egoístas que en cualquier momento podíamos despedirnos.

Cerré mis ojos, pensando que todo se había acabado. 

Atypical❁[JHS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora