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[Atypical – Manila Killa]
(Canción oficial)

El problema de fingir era que de tanto hacerlo, uno se empezaba a tomar las cosas como normal. Habían muchas cosas de mí misma que había perdido, comencé a sonreír más por obligación que por acto genuino, no recordaba mi color favorito y muchos menos sabía el desde cuando había cambiado las cosas dulces por amargas.

Tuve un buen tiempo estando sola que hasta ya me había acostumbrado a mis dañinos pensamientos. Me quedaba en casa, hacía mis actividades y pretendía ser la típica niña buena que mi papá y mi hermana estaban acostumbrados a ver. No sabía en que punto fue que acabé de ese modo ya que si miraba a mí yo de años anteriores, este estaba feliz, libre de ansiedad y para nada preocupado por proyectar una imagen que encajara con lo que las personas le habían orillado a crear.

Mi corazón estaba lleno de nostalgia, extrañaba la inocencia, la inconciencia de ser una niña y no entender el mundo. Crecí creyendo que cuando tuviera mi mayoría de edad, viviría mi universidad de la mejor manera, mis asuntos y futuro comenzarían a tener sentido pero... La verdad fue muy ingenuo de mi parte creer aquello cuando estaba en primaria ya que si miraba a la Gwon Younmin actual, era triste saber que había tomado decisiones que atentaron contra mi propia vida e integridad.

Después de haberme desmayado en plena calle al salir del gimnasio, lo único que recordaba era a mi amiga Haerim correr a socorrerme, ya el resto solo eran imágenes y voces distorsionadas, no tenía mucha conciencia de cuánto tiempo había pasado, sin embargo, desde que había despertado, lo primero que hice en lugar de descansar, fue pensar, reflexionar sobre las cosas que estaba haciendo mal, de lo egoísta y dura que me había vuelto conmigo misma en los últimos meses.

Pude haber parado tras el primer altercado que tuve pero ya estaba tan rota que rompí mi propia promesa, continuando con el irregular estilo de vida que había adaptado, por lo cual como consecuencia, ahí estaba, encerrada en un silencioso cuarto de hospital, mirando con melancolía hacia el gran ventanal que me mostraba las afueras del hospital y con una aguja pasándome suero por lo débil que estaba.

—Que bueno que haya despertado, señorita Younmin. —el doctor Namjoon entró a la habitación con una cálida sonrisa, chequeando cuidadoso mi intravenosa y los documentos fijados en su tablero.

Ese joven doctor fue quien me atendió la primera vez, recordaba claramente el haberle prometido que cuidaría de mí y mi alimentación que me sentía mal por haberlo hecho otra víctima de mis mentiras, por lo tanto, al no cumplir con aquello, en vez de sonreírle animada para corresponder su gesto, una media sonrisa llena de decepción propia fue lo único que pude ofrecerle.

—Hola. —saludé con la triste expresión en mi rostro y tomando asiento en la camilla.

—¿Comó te sientes? —le escuché decir. A decir verdad, no sabía como responder al respecto ya que tenía muchas emociones cruzadas a la vez, me sentía nerviosa, cansada y extrañamente con un pequeño deseo de esperanza.

—No lo sé. —fui totalmente honesta —Creí tener todo bajo control pero... —jugué con mis manos y las uñas tenían ese tono azulado en las que las transformé —Desde un principio no fue así.

—¿Estás lista para hablar sobre ello? —cuestionó, dejando posar su mano en mi hombro y mirándome de una manera comprensiva.

—Supongo que sí. —respondí suave.

Llevaba varios meses luchando contra mi misma, me lastimé, me desprecié, lloré y sufrí a tal grado que de haber sido una buen persona que llenaba de buenas vibras a los demás, había hecho que la mayoría se digustaran por el enfermo estado en el que había entrado. Las cosas en las que me creía buena las olvidé, las virtudes y valores que me hacían quien era los perdí y solo dejé pocos que después de un tiempo se mancharon con el mismo odio que me tenía a mí misma.

Antes sonreía, me sentía completa y disfrutaba de mi vida con tranquilidad, sin embargo, cuando empecé a escuchar los comentarios sobre mi cuerpo y a volverme débil por las críticas, lo peor que pude haber hecho fue dudar y hacerles caso, abrirles paso y dejar que me destruyeran.

Tener baja autoestima no era algo que simplemente se podía solucionar escuchando palabras de consuelo. La baja autoestima era mucho más que eso porque además de hacerte sentir inseguridad, te volvía sensible, hacía que las situaciones te afectaran el doble, pensabas que no eras suficiente, reemplazable, poca cosa, te hacía comparar con los demás y por mucho que te dijeran cosas lindas, tú solo pensarías que era para molestarte.

Por ende, tras reflexionar en eso, me di cuenta que me había cansado de sentirme triste, de cuestionar cada día de mi vida, de llorar por las noches, de encerrarme y mentirle a las personas que me querían por quien era. No era perfecta, era cierto pero ¿Por qué debía dejar que los demás me lastimaran? O peor aún ¿Por qué debía escucharlos y cambiar a alguien que yo no era?

Si de verdad quería sanar, si de verdad quería salir de ese agujero en el que me había metido, yo tenía que ser fuerte y luchar, darle frente a la batalla porque al final de todo yo estaría bien, yo era mi propia salvación, la de las heridas y las que tenía el poder de sanarlas era yo y ese era mi momento.

Pulsar el botón de reinicio y empezar el díficil pero reconfortante proceso de amarme a mí misma.

—¿Entonces usted afirmaba detenerse cuando llegara a su meta que estaba por debajo de un peso normal? —preguntó la agradable psicóloga que el doctor Namjoon me había asignado.

—Sí. —afirmé. A partir de ahí, empecé a contarle todo lo que había pasado conmigo en los últimos siete meses. Estaba relajada y un tanto nerviosa pero de a poco todo esa pesadez instalada dentro de mí se iba disipando y me sentía libre, sentía que podía respirar con más calma. Quizás y hasta era eso lo que necesitaba, buscar ayuda.

No me gustaban los psicólogos porque en mi pensar, ellos no aportaban mucho más que solo dar consejos que luego de un tiempo nadie terminaba siguiendo. No obstante, con esa señora que estaba ahí, me sentía cómoda y no había un grueso muro que me impidiera comunicarme con ella ya que su visto bueno era amable y cariñoso, no me juzgaba y sabía que sus ojos no eran de paciente a doctor sino más bien de una amiga que quiere ayudarte en todo.

—Bien, Younmin. —me llamó un poco seria que fue cuando me preocupó —Escuchando todo esto que me has contado y revisando los análisis que el doctor Namjoon me entregó... —volvió a hacer una pausa, revisando su libreta y los documentos en el tablero que recibió —Tú estás pasando por un evidente cuadro de anorexia.

—Lo sé... —añadí con un suspiro. Cuando había comenzado con todo, siempre lo hice estando consciente de que me estaba enfermando de eso, busqué información, blogs, todo tipo de cosas que me acercarán a esa enfermedad, aunque claro, mi idea errónea estaba en que yo sí me detendría al llegar a mi objetivo pero vaya... Que equivocada estaba.

—Sin embargo, por tus reacciones físicas y comportamiento, tu caso es de esos pocos y diferente. —dijo y la miré confundida sin entender.

—¿A qué se refiere?

—Younmin, tu perfil y descripciones entran como anorexia nerviosa atípica.

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[Actualizando está novela después de mil años y la verdad me disculpo por la ausencia. Atypical es una historia muy importante para mí así que durante ese tiempo estuve pensando el final y el claro mensaje que quiero dejarles con este fic, por qué sí, Atypical ya está a unos capítulos a terminar y es una etapa en mi vida a cerrar so... Les pido todo su apoyo y amor durante el camino que nos queda por recorrer ¡Los amo! ❤️]






Atypical❁[JHS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora