Segunda parte de "El invierno en tus ojos"
Nubia y Killiam comenzaron su flamante vida de recién casados, con una manada que dirigir y peligros más allá de los enfrentados hasta el momento.
La oscuridad tiene muchas formas de presentarse.
¿Podrán e...
-Nubia ¿Dónde debería acomodar esto?- Carla traía una caja llena de plantas y algunos frascos con preparados que trajimos de mi antiguo hogar.
-De momento por aquí-respondí señalando la que fue en su momento mi habitación.
Después de la boda y la sumamente larga e inolvidable luna de miel, Killiam insistió en que debería tener mi propio espacio para poder practicar y liberar mi magia con tranquilidad, cosa que realmente le agradecí, si bien la mayor parte del tiempo la paso en el bosque puesto que, hay cosas que no puedo hacer en un espacio cerrado. Aunque claro, no tengo demasiado tiempo libre como para ir al bosque todo lo que quisiera, ya que los asuntos de la manada no son solo cosa de Killiam sino que también corren por mi cuenta. Los aspectos de la manada que antes solo lo requerían a él, ahora está dividido entre los dos, después de una reunión con los ancianos y los encargados del entrenamiento de los más jóvenes, llegamos a un acuerdo en el que les enseñaría a estos a detectar la presencia de brujos u otras criaturas. Es algo difícil pero no imposible, de hecho, las primeras "clases" fueron catastróficamente exitosas, los más jóvenes están muy interesados en el tema y es fascinante tener a personas interesadas en oír mis consejos y aprendiendo de estos.
Para cuando terminamos de acomodar todas las cosas, solo me quedaba clasificar y ponerme a hacer algunos amuletos tamaño bolsillo para la mitad de la manda que falta, es una forma de hacer que se encuentren seguros ante la posible amenaza de algún brujo o incluso cuando sienten que están por perder el control. Los lobos con pareja en la manada son muy pocos en comparación con los que no, cosa que lleva a que nos veamos ante la problemática de descontrol del animal ya que, pasada cierta edad el control de estos sobre sus lobos disminuye gradualmente y es necesario ya encontrar a esa pareja. Claro que se puede aprender y llegar a un nivel de control mayor, es muy difícil y poco efectivo ciertamente hablando, por eso los amuletos son importantes. Estas personas se han convertido en parte de mi familia y me es inevitable el querer cuidar de ellos de cierta forma.
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La habitación quedó bastante bien, no como quería pero, al menos esta mucho más decente que antes. El escritorio estaba junto a la ventana y era el único lugar que no tenía una pila de cajas rodeándolo, si bien colocamos varias estanterías y de hecho ya están las cosas en su lugar, estas cajas contenían plantas y otras cosas que requerían contacto con la tierra. El problema era que el invernadero estaría terminado recién en una semana, ya que Killiam no escatimó en gastos para hacerlo lo más amplio y bonito posible, no era necesario, pero algo que aprendí de mi querido esposo, es que es imposible sacarle de la cabeza algo cuando ya se hizo a la idea. Más cuando ese algo es para mí.
-¿Qué estás haciendo aún aquí?- dijo en un tono burlón aquel lobo.
Volteé para verlo tras una caja y le dediqué una sonrisa burlona, al tiempo que le tiraba una pequeña caja vacía, la cual por poco no esquiva. Soltó una carcajada y pronto tenía sus brazos rodeando mi cintura, su cuerpo cálido recargado en mi espalda mientras besaba tiernamente la marca que seguía ahí, como un tatuaje especial.
