La Magia del Invierno

Capítulo 7

Capítulo 7

                                                         CINCO AÑOS DESPUÉS

La casa estaba sumida en un silencio divino, el amanecer había llegado hacía unos pocos minutos, los primeros rayos del sol se colaban en el invernadero haciendo florecer a los pimpollos lunares. Trabaje en esas flores durante bastante tiempo, son una de las rarezas más bonitas que contenía el libro, procuré dejarlas en un ambiente optimo antes de volver a entrar a la casa, ya que cierta personita suele ponerse muy de malas cuando no siente mi presencia cerca.

Últimamente nuestra rutina había cambiado bastante, dado que ahora vivimos a unos diez minutos en coche de la casa central de la manada Killiam y yo vamos diario, aunque mis tareas dentro de esta tuvieron que disminuir durante un tiempo, si bien podía seguir usando magia a gusto Killiam y Carla me convencieron de disminuirla al punto que solo la usara en casos especiales. Eso hizo que inevitablemente se me acumulara la energía, la cual aún tengo de sobra y procuro utilizar en todo lo que pueda.

El patio quedo reducido después de que Killiam mandara a hacer un invernadero aquí para mi, pero aún había suficiente espacio para armar un pequeño jardín del cual me ocupo eventualmente. Tal y como lo habíamos pactado, me encargué de la decoración de la casa, si bien pedí ayuda en algunos puntos a Killiam, mayormente ha quedado tal cual lo tenía imaginado. La cocina es el espacio más concurrido y por lo tanto el que más trabajo lleva ordenar al final del día, la sala es uno de mis lugares favoritos la decoración quedó preciosa sobre todo porque parte de esta es un juego completo de copas, vasos y dos poncheras de cristal cortesía de mis padres y mi querido hermano. Entre por la puerta de la cocina que da al patio tratando de hacer el menor ruido posible, hoy me toca hacer el desayuno y quiero que sea algo saludable, pero delicioso a la vez. Mientras me disponía a pensar en qué preparar, los suaves pasos de cierto lobo se hicieron presentes, antes de que pudiera hilar alguna palabra sus brazos estaban rodeando mi cintura con aquel tinte cariñoso que lo caracterizaba.

-Buenos días mi luna-dijo besando mi mejilla.

-Buenos días cariño, ¿Qué haces despierto tan temprano?

-Sabes que no puedo dormir mucho si no estás conmigo, además tenemos que salir temprano hoy ¿Recuerdas?

-Cierto, lo olvidé por un segundo-admití, realmente olvidé que hoy teníamos que ir a la ciudad con el tiempo contado.

Ambos nos encargamos de hacer el desayuno, después de todo no nos llevó tanto tiempo, lo que nos dio un poco de tiempo a solas hasta que una pequeña vocecita empezó a escucharse por las escaleras. Hasta que se dejó la personita que había cambiado nuestras vidas por completo, su cabello castaño caía de forma desordenada sobre sus pequeños hombros, aquella cara ovalada aun con marcas de la almohada sobre las mejillas y sus hermosos ojos grises con destellos dorados, Cassia Aster es nuestro tesoro de cuatro años. Poco tiempo después de mudarnos nos enteramos de su llegada y desde entonces todo ha sido una montaña rusa, si bien Cassia nunca ha dado verdaderos problemas, puesto que posee una personalidad tranquila y adorable, sigue siendo una niña pequeña y hay cosas que son típicas de la edad. Es la luz de los ojos de muchas personas no solo Killiam, sino también mi hermano, mis padres, los padres de él y claro toda la manada. Cassia es una híbrida, lo supe en el momento que vi sus ojos por primera vez, la magia pura corre por sus venas, así como duerme la loba en su interior.

-Cassia, cariño ¿Qué haces ahí? Ven-dije llamándola con un tono suave, a pesar de ser tan pequeña tiene un horrible humor por las mañanas, esto se debe a que gracias a sus instintos de lobo ha comenzado a desarrollar algunos de los aspectos de este como el excelente poder de audición. Es por eso que está despierta ahora, no importa que tanto intente no hacer ruido, ella puede sentirlo y por dos ya que sus poderes están despertando también cosa que le permite sentir nuestras presencias.