Cherri Cola

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«Otro día, otro Draculoid, pequeños saltamontes. Últimamente el desierto parece tener más pestes que de costumbre, por lo que cuiden su espalda y guarden su sombra, especialmente en la Zona 2. Aconsejable es tener un par de ojos extra en la nuca y el arma lista para disparar. De camino a casa recuerden no molestar a los adictos a la radiación porque podrían salir perdiendo. Aún no se logra encontrar una nueva fuente de agua, por lo que procuren tener sodas suficientes para no morir deshidratados y tener azúcar de sobra para pasar sobre las cabezas de los Dracs. Qué fastidio, esta jornada solo hay malas noticias que dar, mi voz no puede resistir tanta amargura. Como si eso no bastara, hoy me acompaña Cherri Cola, quien les trae un pequeño pero doloroso mensaje.»

«Compañeros y enemigos, esta jornada el cielo llora. Se cumplen diez años de la partida de quienes pusieron el nombre de los Killjoys en lo más alto. Desde aquel día, el desierto parece estar más silencioso y nuestros colores perdieron el sentido. La ciudad crece y nosotros parecemos desaparecer entre el polvo. El olvido duele. La muerte acecha. Este es el aniversario que nadie quiere recordar, pero que debemos hacer perdurar hasta que valga la pena vivir. Disparen a las estrellas en su honor y canten hasta el amanecer. Pero sobretodo, procuren no encontrar el mismo destino.»

«Nunca es fácil este día, Cherri, buenos y malos recuerdos invaden nuestros corazones, pero lo importante es mantener la frente en alto. Todo pesa un poco más y para alivianar un poco la carga, les dejo con la última canción de AKA Loretta, "Chop-Chop". Sin embargo antes de ello unas palabras para masticar: aunque la noche parezca más oscura que de costumbre y el viento llene con susurros los asientos vacíos, el fuego jamás dejará de arder, los corazones seguirán latiendo y los Killjoys jamás morirán. Manténganse a salvo. Este es Dr. D., reportándose.»

*

Aquella mañana conduje en silencio. No tuve deseos de prender la radio, porque sabía perfectamente lo que iba a escuchar. Los diez años transcurridos ardían en mi pecho y me habían hecho dormir entre lágrimas y pesadillas. Viendo una y otra vez a Party partir, sonriendo y soltando un «todo va a estar bien» que ni él mismo creyó. He de confesar que en el fondo de mi corazón aún lo odio por irse entre mentiras luego de insistirle que no se atreviera a pisar el edificio de Better Living. La peor parte es que él y los chicos siempre supieron que era una misión suicida, de lo contrario hubiesen reclutado más gente para hacer una emboscada como corresponde. Vaya mierda de plan que se les ocurrió. Y claro, por supuesto me arrepiento de no habérselo dicho en aquel momento, porque quizás un «tu plan es una basura» hubiese sido más efectivo que el «no vayas porque es peligroso» que dije aquel día.

Si tan solo pudiese volver el tiempo atrás.

Un bache en el camino me hizo volver a la realidad. Una vez más me había dejado llevar por mis cavilaciones y había terminado conduciendo por inercia. Sentía mi cabeza a punto de explotar, del mismo modo que mis ojos estaban literalmente fritos por la pésima noche que había tenido y, a decir verdad, en un primer momento consideré quedarme encerrada hasta ver el siguiente amanecer, pero sabía que eso no haría más que terminar de sepultarme entre mis propios sentimientos.

Además, no podía evitar sentirme devastada y necesitar un hombro amigo sobre el cual apoyarme en tan nefasto día. Por ello me encontraba conduciendo a casa de Cherri Cola, mi viejo amigo, con quien cada año nos juntamos en esta misma fecha, lloramos, compartimos recuerdos y remordimientos, y luego nos decimos adiós hasta que el fatal día vuelve a llegar.

Cherri peleó junto a nosotros desde siempre y, al igual que yo, aquella fatídica noche vió partir a los chicos a  B.L.I. sin lograr detenerlos. Al igual que yo, él también debió haber estado ahí para compartir el mismo destino que ellos. Es decir, acarreábamos la misma carga sobre nuestros hombros. La misma pena. Ambos fallamos y terminamos viviendo solo para llorar la muerte de nuestros amigos. Lo más terrible de todo es que luego de lo ocurrido, no fuimos capaces de mirarnos las caras por años. Él se sentía culpable y yo aún no me sentía capaz de enfrentar la realidad. Fueron tiempos difíciles—bueno, aún lo son.

The Future is Bulletproof || Gerard Way Danger DaysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora