Capítulo 2

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Era ya domingo otra vez, y por primera vez en mucho tiempo agarró su guitarra nada más terminarse el café de la mañana. Buscó un cuadernito en el que tenía impresas sus canciones favoritas pero cuando fue a tocar la primera nota se dio cuenta de que su guitarra estaba bastante desafinada y cuando fue a afinarla una de las cuerdas se rompió. Lo cual hizo qué las pocas ganas de tocar que tenía se marcharan. Pero esta vez en lugar de dejarla donde estaba, fue en compañía de Nugget hasta la tienda de guitarras a por unas cuerdas pero al volver a casa se dio cuenta de que sí, la poca inspiración que tenía se había esfumado así que dejó la guitarra en su sitio junto con las cuerdas. Ya las cambiaría otro día.

El día pasó rápido hasta que recordó que a las ocho había quedado con un grupo de gente, a gran parte los conocía pero supuestamente muchos de estos iban a llevar a algún amigo o amiga nuevo así que tendría que conocer gente. No es que le desagradara, no la toméis como a una rarita, pero a veces se llevaba sorpresas al conocer gente nueva, y no eran buenas sorpresas así que a veces simplemente prefería evitarlo.

Se sorprendió al darse cuenta de que el reloj ya marcaba las siete y veinte así que se levantó rápido del sofá y se vistió con lo primero que encontró. No era una chica muy muy arreglada, pero tampoco una básica, digamos que tenía su propio estilo.

Llegó justo a la hora que habían acordado y la primera que la saludó fue su amiga Aria, a la que no veía mucho, pero cuando se veían nada había cambiado.

-Pensaba que seríamos muchos más- dijo Nora. Eran cinco, así que no tendría ningún problema, no habría mucha gente a quien conocer.

-En realidad... por ahí se acerca el resto.- dijo señalando a la acera de enfrente, por la que venía unas siete personas más de las que solo conocía a tres.

Tras saludos y presentaciones le presentaron a alguien a quien ya había visto antes, pero nunca se había parado a apreciarla físicamente y no se le ocurrían las palabras adecuadas para describirla, simplemente se quedó un poco paralizada hasta que se dio cuenta de que seguramente parecería una estúpida. Era Avery, la autora del libro que hace poco estuvo revisando, pero de la que no volvió a tener noticias.

-Hey, ¿tú eres la revisora del otro día?

-Si, la misma, soy Nora.

-Yo soy Avery, aunque bueno, ya lo sabrás.

-Si, me suena haberlo leído en... oh, sí, la portada de tu libro.-Avery soltó una risilla antes de continuar hablando.

-Y antes de que se me olvide, discúlpame por irrumpir en tu oficina de esa manera, realmente no quería molestar, solo que estaba un poco apurada.

-Pude notarlo. Igualmente discúlpame tú también por mi sarcástica forma de hablar, a veces soy insoportable.

Antes de que pudieran seguir hablando la voz de Aria fue por encima de las demás.

-¿Entramos a cenar ya? Creo que estamos todos, ¿no?

Cenaron en un pequeño restaurante, no era lujoso pero la cena fue deliciosa, Nora pasó la cena entablando pequeñas y ligeras conversaciones sobre temas poco interesantes pero podría considerar que fue un buen rato.

-Bueno gente, ahora una copa, ¿no?-dijo un chico sentado en la esquina de la mesa, Nora no recordaba su nombre pero parecía simpático. ¿Manuel quizás? ni idea.

Todo el mundo estuvo de acuerdo, y a la salida Nora se fue a despedir de Aria, realmente no tenía muchas ganas de ir ahora a un bar, hace bastante que no iba a uno y no por nada en especial, si no por que simplemente prefería otro tipo de ambiente.

Aria insistió en que pasarían un buen rato y le dijo que en cuanto empezara a aburrirse se podría ir sin ningún problema así que Nora aceptó pensando en que cuando nadie se diera cuenta desaparecería entre la gente y ya podría irse a casa a hacer básicamente nada.

Llegaron al bar, un sitio con una larga fila que se pudieron saltar ya que una de las chicas del grupo conocía al dueño. Había mucha gente, apenas podías caminar sin rozarte con alguien, la música era alta y las luces te hacían confundirte nada más entrar. Fueron todos directos a la barra de bebidas y Nora simplemente se pidió un zumo. No le gustaba beber, no tenía buenos recuerdos del alcohol en su familia, pero aun así la gente muchas veces preguntaba el porqué y pocas veces se conformaban con un simple "no me gusta" así que la excusa que siempre utilizaba era "lo he dejado", curiosamente eso hacía que la gente se callara al instante.

Pasó una hora, la gente hablaba, otros empezaban a tirarse la caña entre ellos y otros básicamente no sabían controlar el alcohol así que ya iban haciendo la croqueta por el suelo.

No lo sabían pero esa noche había un dj en aquella sala y cuando llegó todo el mundo se revolucionó. La música era el doble de alta, las luces no te permitían ni ver por donde ibas y la gente, sudorosa y maloliente bailaba y saltaba restregándose con el que tenía al lado inevitablemente y a nadie le importaba.

Parece ser que Nora era la única que se sentía un poco agobiada allí así que aprovechó la situación en la que todo el mundo estaba distraído y se escabulló por donde pudo hasta llegar a la salida.

Tomó aire y se centró en el silencio de la calle, en la diferencia de ruido de dentro y de fuera.

Se sentó en un banco de enfrente de la puerta, apoyando sus codos en sus rodillas y llevándose las manos a la cara suspirando. Ni siquiera había mirado si había alguien sentado en el otro extremo del banco así que se sorprendió al escuchar una voz que le habló.

-¿Te has cansado ya?- era Avery, y Nora no recordaba haberla visto salir del bar.

-Si, se estaba poniendo un poco intensa la cosa allí dentro. ¿Cuánto llevas aquí?

-Poco, diez minutos. Había salido a fumar, pero luego he recordado que ya no fumo y me he quedado sentada.

-Hace buena noche para estar aquí un rato.

Se quedaron en silencio. No fue un silencio incómodo. Ambas tenían esa sensación de que querían seguir hablando, querían saber más. Pero simplemente se quedaron en silencio por un buen rato hasta que Avery lo rompió.

-Sigo teniendo hambre, esa cena ha sido como un tentempié.

-Dios, si. Las raciones eran ridículamente pequeñas, deliciosas pero pequeñas.

-¿Te gusta el helado?

-A todo el mundo le gusta el helado.

-Bueno, entonces...¿Te apetece ir a tomar uno? Se de un sitio que puede estar abierto ahora. Es un poco turbio pero los helados son buenísimos.

-¿Debería fiarme de ti?- dijo Nora en tono de broma.

-Si, a no ser que te quieras morir de hambre.

The lovingWhere stories live. Discover now