Capítulo 26.- Tregua.

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Aunque exista la magia, hechizos, encantamientos, maleficios, maldiciones... hay cosas que no pueden modificarse ya que pueden ocasionar una catástrofe y podría ser irreversible.

El tiempo es una de esas "cosas".

Su relatividad es impresionante.

Un par de segundos pueden sentirse eternos.

Años, pueden ser instantes.

Faltaba alrededor de un año para que se llevará a cabo la tercera audiencia de Hermione Granger. La determinación que la bruja más brillante de su generación tenía, se reforzaba con las estrategias y medidas de aquella mujer de cabello rubio y ojos azules penetrantes y fríos, crecida con bases en repelar a los sangres "sucias". Si les hubiesen dado la profecía de que ellas estarían trabajando juntas, definitivamente se reirían y tacharían de charlatanería lo profesado.

Pero ahí estaban, los giros caprichosos de la vida.

Una leona y una serpiente, trabajando incansablemente con el objetivo de consolidar la plataforma élfica para una, y la otra esperanzada de poder retornar a su estatus por la puerta grande

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Una leona y una serpiente, trabajando incansablemente con el objetivo de consolidar la plataforma élfica para una, y la otra esperanzada de poder retornar a su estatus por la puerta grande.

Granger y Black de Malfoy.

Hermione estaba cansada de dar entrevistas, de asistir a eventos sociales que podrían decirse eran una perdida de tiempo para el fin de su plataforma, pero totalmente necesario en el campo de batalla político en donde Narcissa Black-Malfoy, se movía con la misma sensualidad, precaución y peligrosidad que una serpiente.

El primer año de trabajo para ambas brujas fue complicado, sobre todo, por las constantes interrupciones de Ron, ya que éste no confiaba para nada en Narcissa, básicamente no confiaba en ningún Slytherin. Cinismo puro en él, sobre todo por acostarse con una serpiente y que ésta aún no dijera nada. Pensaba en ella, Ron no negaba que estaba deseoso por volver a ver a Pansy, pero ella simplemente se le borró del mapa y él no tuvo intenciones de buscarla. Después de aquella pelea que tuvo con Hermione en donde la atacó con un expelliarmus tras despojarla de aquellos recuerdos que guardaba del Profesor de Pociones, decidió dejar las cosas por la paz con Parkinson y recomponer su actitud con su novia para fortalecer la relación.

Por ello, se la pasaba metido en aquella casa que usaban como oficina de campaña política para la promoción de la plataforma. Narcissa y él discutían sin pena alguna de que otros los escucharan, muchas veces Hermione intervino para que ninguno de los dos terminara sacando sus varitas. Ron constantemente le decía a Hermione que lo mejor era tomar un descanso, irse de vacaciones para que pudiese tranquilizarse, quitarse el estrés.

Trabajar en el Ministerio y tener un proyecto personal, no le permitía a la castaña poner el cien por ciento de atención a su vida personal en especial al tema sentimental.

Procuraba explicarle a Ron que está era la última oportunidad que tenía, que Narcissa a pesar de todo lo que había pasado, en el presente era necesaria, ella sabía moverse en ese ambiente y conocía a la perfección los puntos débiles de los miembros del Tribunal que le impedían que su proyecto se aceptará; pero era inútil, Ron la lograba entender por un par de días, pero después se desesperaba por las horas de llegada de Hermione. Si antes las relaciones intimas entre ellos eran esporádicas, ahora se habían hecho nulas. Ella llegaba cansada y él dormía, cuando despertaba, ella ya no estaba en la cama.

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