Capítulo 4.- Realidades.

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Severus: Su puntualidad es esplendida Señorita Granger.

Hermione: Gracias, Profesor.

Era un clima fresco con una luna esplendida reflejada sobre el lago negro y las estrellas decorando el cielo, una obra de arte que se duplicaba en el agua. Un ambiente agradable, adecuado.

Severus: Mis formalidades me indican que siempre debo de dar la palabra en primer lugar a una dama, pero es obvio que he sido yo quien la ha citado esta noche, ya que Usted debe y merece saber lo que pienso y siento con respecto a su particular declaración, así como estoy seguro no me pedirá una explicación del por qué no abrí la puerta esa noche, tengo una obligación con Usted de proporcionársela, por eso, antes de comenzar, ¿quiere Usted decir algo?

Hermione: Solo me gustaría que me avise en cuanto termine y se me conceda el derecho de réplica en caso de ser necesario.

Severus se paró frente a ella, sin necesidad de pedírselo, Hermione levantó el rostro y conectaron sus miradas. Ambos se mantenían serenos, no había rencor, miedo, desesperación entre ellos. Sólo serenidad, tranquilidad, calma... paz.

Severus: Por supuesto Señorita. Ha pasado más de un año desde la guerra, el castillo quedó en ruinas esa noche, al igual que yo. Simplemente, que el castillo y su particularidad mágica sabía a la perfección que iba a reconstruirse, que iba a evolucionar, a renacer, pero yo no. Me aferré hace 19 años a una penitencia a voluntad, ya que mis errores generaron el nacimiento de la guerra, perdí a mi mejor amiga, a la mujer que amaba y la cual jamás me correspondió. Mi dimensión del amor es limitativo, es decir, siempre he entendido que amar es vivir en sacrificio, con dolor, intranquilo, ansioso, nervioso, frustrado. Ya que así amé por todos aquellos años, a base de recuerdos.

El amor que recibí en mi niñez también fue condicionada, mi madre no podía dejar a mi padre a pesar de todo el daño que nos ocasionaba y en su manera de pedirme perdón me amaba por dos, es decir, me daba el amor que a mi padre le correspondía darme, ella me amaba el doble, pero me dio todo su amor que se olvidó de ella misma, se sacrificó en quedarse sin amor propio. Lo mismo me sucedió cuando conocí a Lily, su amistad fue un parte aguas en mis emociones, su trato, su bondad, la forma en que me veía siempre fue aceptación. Y me enamoré de ella, pero sacrifique mis sentimientos por ella, porqué sabía que ella no me veía con otros ojos, más que de una amistad, hasta que cometí mi primer error, la deshonre con una palabra, que yo mismo le dije que no tenía ninguna importancia.

La lastimé, la busqué, y pedí perdón, no fue suficiente, nada volvió a hacer suficiente para Lily y para mí. Todo colapsó, me sentí más vulnerable, más influenciable y mis compañeros Slytherin supieron aprovechar ese momento, sacaron a relucir las características de nuestra casa, como serpientes sigilosas se acercaron a mí, a mí talento y me urgía pertenecer. Ser parte de algo que nunca he sido, que siempre he estado a la deriva y Lily no podía ni quería seguir siendo parte de mi vida, ella necesitaba y quería más. Ella podía tener el mundo a sus pies, pero en ese mundo no quise entrar, debido a que no sé cómo ser parte de algo. No la odio, ni la culpo de nada. La vida se encargó a que yo me sintiera más responsable de mis errores con la perdida de ella, fue la segunda ocasión en que le fallé y tampoco hubo marcha atrás.

Era la segunda oportunidad que me estaba dando la vida, el destino, por eso fui con Dumbledore y me negaba a entender que el camino que elegí la primera vez no me serviría de nada, ya que seguía aferrado a mi egoísmo, a mi rencor por proteger nada más a ella, admito que no me importaba ni Potter ni el pequeño Harry, pero Dumbledore, él siempre fue mi dolor de cabeza, o mejor dicho la consciencia que me negaba a escuchar. Sutilmente me entregue a otro líder para volver a pertenecer a algo, me entregue a sacrificar todo de mí por el hijo de Lily. Por el amor. Con el Señ... -se detuvo, respiró profundo y dijo- con Voldemort, no era más que un "inferí", alguien muerto que obedecía órdenes bajo su más estricto dominio, y Dumbledore usó el lado bueno que él aseguraba conocer de mí y con ello se aferraba a darme una motivación.

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