Capítulo 17.- Veneno.

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-Pero ¿qué?

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-Pero ¿qué?... —Ron, se quedó mudo al ver a la bruja que había hecho aquel comentario—.

-Pero, si es nada más y nada menos que, Pansy Parkinson.— dijo una de las brujas que se encontraba alardeando momentos antes sobre la fama de Weasley—.

Su aspecto físico era inevitable que pasara desapercibido, su cabello negro azabache e imponente ojos verdes, con un cuerpo que pese a muchas mujeres y ex compañeras de escuela, provocaba que los hombres voltearan a verla de manera inevitable.

Pansy aprendió a sacar provecho de su belleza física a su estilo.

Se podría considerar que las mujeres Slytherin, tenían una belleza seductora, desbordan sensualidad, aunque no tengan una vestimenta de esa característica. Su manera de sonreír no era tímida o tierna. Pareciera que adquirieran más fuerza cuando los hombres y mujeres las volteaban a ver.

Siempre criticadas, pero jamás ignoradas.

A diferencia de las mujeres de otras casas, que poseían bellezas sutiles, finas, románticas, tiernas... y que probablemente en la intimidad se daban el lujo de sentirse o volverse sexys o sensuales.

Pansy era totalmente Slytherin.

Y los años le sentaron bien, la experiencia de la segunda guerra mágica, la situación critica de su familia y madurar, le habían sentado bien a la bruja

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Y los años le sentaron bien, la experiencia de la segunda guerra mágica, la situación critica de su familia y madurar, le habían sentado bien a la bruja. El tener el corazón roto y el cual su orgullo no permitía que se curara, ya que evitaba de sobremanera sentirse destrozada o débil por aquel mago de cabello platinado, la mantenían con una coraza impenetrable para que los magos se acercarán, pero le daban un poder a ella, para seducir al mago que ella quisiera y adueñarse de él... por días o a veces por un par de horas.

Aprendió a qué entre más poder, más perfil bajo se debe mantener, a que no siempre se debe de estar frente al escenario para dirigir la obra con una excelencia impecable.

Que muchos magos y brujas poderosos se manejan tras bambalinas para que sean los peones quienes "paguen los platos rotos".

Ser el centro de atención, no resultaba bueno en esa época de cambios a menos que sea para algo bueno.

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