Recolectando oscuridad

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"Ya estamos aquí"

Las palabras élficas suavemente pronunciadas sacaron a Aragorn del estado de trance en el que había pasado las últimas horas. Después de que se levantara el campamento, todos se habían dirigido hacia el norte, siguiendo un pequeño sendero que pasaba entre las Montañas Nubladas y el Gran Río, avanzando tan rápido como podían en un esfuerzo por llegar a su destino lo más pronto posible.

Si Aragorn había pensado que ayer le dolía mucho el cuerpo, pronto supo que se había equivocado ya que en toda la marcha cada hueso de su cuerpo se quejaba. Ni siquiera sabía que los huesos podían doler así, pero cada vez que su caballo golpeaba una piedra o tropezaba levemente, descubría que había aún más lugares en los que uno se podía lastimar.

Al principio había tratado de mantenerse alerta y buscar cualquier señal de que Nólad hubiera estado mintiendo y que había una patrulla de Mirkwood cerca, pero después de unas horas se había rendido, concentrándose en la tarea casi imposible de no caerse de su caballo, lo cual resultó ser más difícil por cada segundo. Estaba tan concentrado en eso que ni siquiera se dio cuenta de que el camino se volvía más pedregoso e incluso más difícil de distinguir, ni tampoco que se adentraron a un pasaje de las laderas de las montañas oculto por arbustos y pequeños árboles.

En circunstancias normales, habría estado buscando una oportunidad para escapar o, al menos, habría estado estudiando de cerca sus alrededores, mapeando el paisaje en su mente para poder encontrar el camino de regreso más tarde, pero esto era cualquier cosa menos circunstancias normales. Su cuerpo dolía sin piedad, y pronto decidió que era mejor mantener los ojos cerrados si no quería agravar su dolor de cabeza o el hecho de que el mundo parecía empañarse un poco de vez en cuando.

Ante las palabras del elfo rubio abrió los ojos, afortunadamente notando que el mundo se quedaba quieto como solía hacerlo. Casi se quedó sin aliento ante la vista que se presentaba: en medio de picos pedregosos y bosques salvajes había un pequeño valle, en parte oculto por altos y hermosos árboles y maleza. Había claros llenos de hierba aquí y allá, y al otro lado, se alzaba un pico de montaña más pequeño que parecía tener varios puntos más oscuros de plantas cuya naturaleza Aragorn no pudo identificar de inmediato.

El joven montaraz entrecerró los ojos y trató de seguir el camino oculto; parecía que este conducía directamente al pico de montaña pero estaba disimulado con tanta pericia que incluso él no podía decirlo con seguridad. Sacudió la cabeza ligeramente, asombrado por el hecho de que podía existir algo tan hermoso como este valle en un entorno tan inhóspito.

Apartó los ojos y le preguntó a Nólad - "¿Dónde estamos?"

"En casa" - respondió el elfo, moviendo la parte superior de su cuerpo para mirar al humano, con una pequeña sonrisa en su rostro - "La casa que construimos después de que salimos de Imladris hace casi 3000 años" - Una mirada de dolor y tristeza se apoderó de sus claros ojos grises, como si recordara los acontecimientos del pasado. Al echar un vistazo a los humanos que se reunían detrás de ellos, las emociones desaparecieron tan rápido como habían llegado - "Bienvenido a Eskadol, dúnadan" - Con una mirada fría hacia Donyc, agregó - "Veamos si tus amigos ya han llegado, ¿de acuerdo?"

El humano de cabello oscuro le devolvió la mirada, con plena confianza en su rostro - "Estarán aquí, Maestro Elfo, no se preocupe. Mis hombres saben que no es bueno dejarme esperando"

Nólad miró al comandante humano, alzando una ceja - "Ya veremos" - dijo secamente y espoleó a su montura, descendiendo por la empinada pendiente que conducía al valle y tirando del caballo de Aragorn tras él. A pesar de lo que le había dicho al hombre, creía firmemente en sus palabras. Estaba seguro de que los hombres de Donyc sabían que era mejor no desobedecer a su comandante, y no podía culparlos.

Ojo por ojo (Libro 03)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora