Capítulo XV - Pulso

54 16 0
                                    

Ibai tenía una sonrisa de oreja a oreja mientras iban en el coche, estaba más feliz que un niño con zapatos nuevos... iba drogado de amor, siendo sinceros. Yerai dejó el coche parado con los paralelos puestos para que Ibai se bajase pero, antes de que se soltase el cinturón siquiera, lo besó a modo de despedida.

    El universitario bajó del coche y se fue a la cafetería del aulario que tenía al lado para tomar algo antes de clase, ya había desayunado, pero la noche anterior había dormido poco, así que mezclar un café y un Cola Cao no le vendría nada mal.

    Mientras mezclaba ambas cosas en el vaso, oyó arrastrar la silla de enfrente y levantó la mirada de golpe, asustado por si era Maite o alguien que le fuese atacar.

    Soltó un suspiro de alivio al ver que era Sam quien se había sentado con él y este le sonrío.

    —¿Cuánto nos queda antes de que el asesino llegue a nosotros?

    —No ha dado ningún orden... solo que yo seré el último... y que ganará el juego en cuanto yo muera...

    —Perdón... debería haber sacado otro tema de conversación... es solo que... bueno, apenas hablamos desde que me fui de Zubiri...

    —¿Dónde te metiste? 

    —Bueno... después de que me fuese por todo el bullying y tal... estudié en casa.

    —Wow... bueno... nunca respondiste a mis mensajes de si estabas bien...

    —No lo estaba, aunque... supongo que tu tampoco... te quedaste en ese infierno más tiempo que yo... Por cierto, gracias por lo del dia de la presentación... se estaban metiendo conmigo porque decían que yo no pertenecía aquí... y bueno, por lo visto no es muy buena idea llamarlos ignorantes.

    Ambos soltaron una leve carcajada y continuaron hablando, ambos distraídos con el otro.

    Cuando Yerai llegó al hospital aparcó el coche en el parking que tenía guardia de seguridad, enseñando su placa le dejaban pasar gratis, aunque eso no era lo que más le preocupaba ya que luego se lo reembolsarian de tener que pagar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    Cuando Yerai llegó al hospital aparcó el coche en el parking que tenía guardia de seguridad, enseñando su placa le dejaban pasar gratis, aunque eso no era lo que más le preocupaba ya que luego se lo reembolsarian de tener que pagar.

    Entró y preguntó por Javier, dando el nombre completo que tuvo que mirar en sus informes y agradeció cuando la mujer le dijo el número de habitación.

    Se dirigió hacia las escaleras mientras tenía una sonrisa alelada en la cara por recordar que había dormido con Ibai... Le molestó un poco el hecho de tener que mantener las formas, incluso ocultar todo, en comisaría para que no lo acusasen de nada, pero le hacía mil veces más feliz el saber que sus sentimientos eran correspondidos.

    Al llegar a la habitación de Javier, estaba totalmente vacía, pero no se extrañó. Miró en el teléfono móvil el número de habitación de Andrea, a la que acababan de despertar del coma esa misma mañana y se puso en marcha al lugar.

    Al abrir esta puerta se encontró a la pareja de adolescentes tumbados en la camilla, ella dormida con una sonrisa calmada y el acariciándola tranquilamente, susurrándole cosas bonitas.

    Vio el rostro del joven enrojecerse al darse cuenta de la presencia del inspector, pero este simplemente le sonrió.

    —Tiene el sueño profundo... podemos hablar aquí...

    —Entonces no te haré levantarte... puedes seguir mimándola...— el inspector cerró la puerta y se acercó despacio.

    —Tiene gracia... lleva dormida por un coma provocado no sé ni cuantos días... y ahora que la despiertan se me duerme mientras la mimo...

    —Bueno... si te sirve de algo... el corazón de la persona que quieres tranquiliza tu ritmo cardiáco, lo que te relaja... y las caricias dejan a las mujeres en un estado de relajación mental que nosotros no podemos conseguir de la misma manera por tener una cantidad de estrógenos más baja...

    —Me da igual porque se duerma... seguirá igual de preciosa cuando despierte, si no más...

    —Sé que no es la situación idónea, Javier...

    —Solo Javi, por favor...

    —De acuerdo. Sé que no es la situación idónea, Javi, pero tenemos que hablar de lo sucedido... de lo que no quisiste contar a mis compañeros...

    —No es que no haya querido contárselo... es que es un mensaje para ti... estaba en el bolsillo interior de mi chaqueta... —Vio cómo el joven se estiraba para atrás y cogía una bolsa de plástico llena de algo —. Es pelo, está cortado para que no sepas la longitud... pero la raíz está ahí... os regala ADN... Sé que su intención era matarme, así que el hecho de que esté vivo...

    —Públicamente estas muerto —interrumpió el hablar del joven, que lo miró asustado —. El forense dijo que el golpe era mortal a ojos de cualquiera que estuviese con el ego subido y se creyese Dios... ha cometido un fallo, tú eres ese fallo... y nos ha dado su ADN de lo seguro que está de que no lo encontraremos en la base de datos...

    »Por eso, para que no te mate, hemos dicho a la prensa que moriste en quirófano, tu familia está enterada de esto así que no te preocupes por si se asustan o así... fueron informados antes de que se hiciese publica tu muerte así que no se asustaron en ningún momento...

    »Y respecto al pelo... ahora que tenemos algo de ventaja... no queremos perderla...

    Sintió una taza de café a su lado y miró a quien la había dejado, Ibai

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    Sintió una taza de café a su lado y miró a quien la había dejado, Ibai. Lo había mantenido alejado de su lado dentro de la comisaría todo el tiempo posible, lo había mandado solo al laboratorio a que entregase el pelo, le había hecho hacer tareas que no corría ninguna prisa como si hoy fuese el ultimo día para hacerlas y, aun así, él había vuelto con una sonrisa y un café, como si no hubiese dejado de ser su becario.

    —Ibai, sabes que no puedes estar aquí...

    —Como becario no, pero como amigo...

    —Vete, no puedes estar aquí. —El tono de Yerai se enfureció y los ojos de Ibai perdieron el brillo y se clavaron en el suelo mientras encogía el cuerpo, pensando en que había hecho algo mal, pensando que en menos de veinticuatro horas ya había decepcionado a la persona de la cual se había dado cuenta hace nada que estaba enamorado.

☉ ★ ☉ ★ ☉ ★ ☉ ★ ☉ ★ ☉ ★ ☉ ★ ☉

Más de 600 visitas... ¡Espero que estéis disfrutando la novela!

Comentad, dadle like, compartidlo, seguidme... o nada de eso, aunque ayude mucho, y simplemente disfrutad la lectura, que el ver como suben las visitas me anima también.

Andrea Marauri

Sangre bajo la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora