Capítulo XVI - Asesina

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La figura encapuchada de siempre admiraba como una joven corría con el testigo en la mano en dirección a su compañera unos metros más allá para entregárselo y poder seguir la competición sin tener que esforzarse más.

La joven era veloz, pero tenía poco aguante, por lo que después de la competición sería una presa muy fácil.

La sombra empezó a escanear las gradas en busca de ciertas personas. Las gradas que había en el velódromo que había tras Anoeta no eran muy grandes cuando eran estas competiciones pequeñas, y tampoco se solían llenar, así que su trabajo de búsqueda no era complicado. Sonrió para sí cuando vio que no estaba ninguna de sus próximas víctimas, por lo que podía actuar con total tranquilidad.

	Entró en el vestuario de chicas cuando su víctima quedó a solas en el interior, atrancó la puerta desde dentro y cogió una de las cuerdas y un pañuelo del armario de material que había dentro del mismo vestuario

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Entró en el vestuario de chicas cuando su víctima quedó a solas en el interior, atrancó la puerta desde dentro y cogió una de las cuerdas y un pañuelo del armario de material que había dentro del mismo vestuario.

Se acercó a Enara, que estaba desnuda secándose en el interior de las duchas y, en un rápido movimiento, la ató y amordazó, aunque la joven no tardó en librarse de la mordaza.

—¿Eres el asesino en serie que busca la policía...? Por favor, ten piedad...

—Asesina...

	La fiesta era increíble, pero la joven se tenía que ir ya a su casa, era pronto, solo las dos de la mañana, pero al día siguiente quería ponerse a estudiar para un examen que tenía el lunes a primera hora

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La fiesta era increíble, pero la joven se tenía que ir ya a su casa, era pronto, solo las dos de la mañana, pero al día siguiente quería ponerse a estudiar para un examen que tenía el lunes a primera hora.

Salió de la discoteca y se dirigió a donde había aparcado el coche. No había bebido una gota de alcohol por tener que conducir después, pero tenía la vista algo nublada por el cansancio y los brazos y piernas algo agarrotados, pero no le dio mayor importancia.

Mientras conducía, por un momento en el que cerró los ojos, tuvo que dar un volantazo para evitar a un peatón ya acabó chocando con el semáforo de un cruce.

Cuando bajó del coche para ver si todo estaba bien, vio que el semáforo parecía entero, solo se había abollado la tapa de los cables, y el coche salvo por una abolladura estaba bien, así que volvió a subirse al vehículo para continuar hacia casa.

Total, ¿Qué más daba? Nunca había visto ese semáforo encendido.

	Pocas horas después, en el mismo cruce, un choque entre dos coches acabó con la vida de una mujer

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Pocas horas después, en el mismo cruce, un choque entre dos coches acabó con la vida de una mujer.

Era cierto que ese semáforo no daba la luz verde o la roja, pero sí que daba la ámbar cuando un coche de cualquier otra dirección tenía el semáforo en verde para pasar al cruce, y el golpe que pocas horas antes había recibido lo estropeó, así que no pudo dar esa luz ámbar que habría evitado el choque y salvado la vida de esa mujer que dejó totalmente huérfano a su hijo.

	Era cierto que ese semáforo no daba la luz verde o la roja, pero sí que daba la ámbar cuando un coche de cualquier otra dirección tenía el semáforo en verde para pasar al cruce, y el golpe que pocas horas antes había recibido lo estropeó, así que...

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Se alejó de la atada después de volverla a amordazar, bien esta vez, y cogió un bate del almacén. La palabra asesino había hecho que le hirviese la sangre y la poca piel que tenía visible estaba roja de la ira que sentía.

Al volver a la zona de duchas levantó el bate con más furia que nunca, el ensañamiento le aliviaría el estrés.

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Lo sé, un capítulo corto, pero es lo que había que contar, no me gusta meter relleno porque sí.

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Andrea Marauri

Sangre bajo la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora