Sangre bajo la piel

Capítulo XIX - ¿Triángulo?

Ambos amigos charlaban en una cafetería cerca de la universidad. Las clases acababan de terminar y no querían estar en el aulario o alguna de las facultades, así que caminaron un poco a una cafetería cercana.

Mientras el que estudió temporalmente en casa se bebía un capuccino doble con caramelo, el que siempre estuvo en alguna institución pública se tomaba un moka de chocolate blanco con espuma en forma de gatito.

Ninguno de los dos hablaba demasiado, no se contaban nada que no supiesen, no se decían nada que el otro no pudiese suponer, pero a ambos les gustó hablar.

Ambos llevaban tiempo sin un amigo de su misma edad con el que compartir todo, así que la compañía del otro se hacía amena y, si sobrevivían al asesino, serían amigos durante bastante tiempo más allá de lo ya marcado.

-Y... dime, ¿Estáis saliendo? -Ibai se atragantó con el mocca al escuchar la pregunta, haciendo que Sam soltara una sonora carcajada -. El inspector y tu.

-Ah... no... ¿Qué te crees que es esto? ¿Una serie policíaca? ¿Crees que lo que sucede en Castle, Lucifer, Bones o parecidos es real?

-Bueno, mejor soñar, ¿No? -Ambos soltaron una carcajada por eso y Sam se paró un momento, pensativo -. Lucifer... Samael... Tengo el nombre actualizado del diablo. -Hizo un gesto con todo el cuerpo de superioridad para volver a reírse acto seguido, dejando al otro continuar con la broma.

-No sé yo si te veo capaz de dirigir el infierno... te veo más en ciudad de plata, eres demasiado bueno... Aunque creo que voy a empezar a llamarte Samael...

Sam le dedicó una sonrisa que Ibai respondió de la misma manera.

Cuando el nuevo regidor del infierno se levantó para pagar después de haber insistido durante un rato en invitar, el futuro inspector cogió con un pañuelo la cucharilla del otro y la metió en una bolsa de pruebas que guardó en su bolsillo.

Ambos salieron de la cafetería con una sonrisa y, al despedirse, Sam se acercó mucho a Ibai, poniéndolo nervioso, pero solo fue un abrazo.

Fue un abrazo cálido, de los que llevaba tiempo sin sentir, de los que te dan las personas que sienten afecto por ti.

Cuando se alejó de los brazos de Sam, este le dio un pico y se alejó sin mediar palabra alguna, dejando a un Ibai de piedra ante la puerta de una cafetería perdida de la mano de Dios en la zona universitaria.

Al llegar al laboratorio Ibai le dio la bolsa de pruebas a uno de los científicos del lugar, el que normalmente llevaba los casos de Yerai.

-¿Tú no habías dimitido?

-Estoy aquí como víctima protegida... así que me usan un poco de recadero por eso de que se donde están las cosas y los sitios... Es un poco más difícil cuando me mandan a buscar a una persona, en esta comisaría nadie está donde se supone que debería estar.

-Eso es cierto... ¿Esto es del caso del asesino en serie?

-No... es una cucharilla que han encontrado al hacer una redada en una casa... Creen que puede tener ADN del dueño, lo que lo colocaría en la posición perfecta para ser el jefe de una banda de drogas organizada...

-Siendo Donosti... o no eran drogas muy fuertes o las vendían a alguna ciudad o pueblo cercano... -Ibai se encogió de hombros y el científico etiquetó la prueba y la puso sobre la barra -Si no es de ese caso, tardaré unos tres días en analizarlo... el caso del asesino en serie es más importante... Lo siento.

-No pidas perdón, me viene mucho mejor que investigues ese antes que lo que te he dado, estoy en la lista negra, ¿Recuerdas?

-Ah, sí... la razón de que dimitieses como becario...

-No lo hice bien... traicioné a Yerai, a la comisaría y a mis principios... pero oye, estoy intentando arreglar las cosas...

-Por algún sitio se empieza.

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Andrea Marauri