Sam se acercó al chico nuevo con cuidado de no asustarlo. Acababan de darle una pequeña paliza y se levantaba despacio, teniendo miedo de hacer un movimiento brusco que le hiciese daño.
—¿Estás bien...?
—Sí, gracias... ¿Tú estás bien? Iban a por ti...
—Sí, gracias... no tenias porque ayudarme...
—Claro que sí... no iba a dejarte ahí tirado mientras te atacaban, y mucho menos mirando.
Ambos se levantaron del todo y se dieron la mano a modo de presentación.
—Soy Ibai.
—Yo Samuel... pero llámame Sam.
Ambos sonrieron levemente y se fueron juntos hacia clase, aunque estudiaban en clases separadas nada más salir volvieron a juntarse y se fueron a casa de Sam para pasar la tarde juntos, jugando un rato a algún juego en la Play Station.
Según llegaba la noche se quedaron ambos en el sofá. Ibai no quería volver a casa para estar solo y Sam no tenía a nadie en casa durante una semana tampoco, así que se quedó allí a dormir.
Se pasaron la noche hablando, contándose secretos y penas, haciendo que Sam soltase tanto sus sentimientos y acabará llorando acurrucado entre los brazos de su nuevo amigo que, del que empezaba a enamorarse poco a poco.
Sam se quedó mirando la ambulancia sin creérselo.
Acababa de ser salvado por Ibai de que le diesen una paliza, pero acababa de presenciar cómo atacaban también hasta romperle una pierna. No había podido defenderse, no había podido defender a quien quería como su pareja, no había podido hacer nada por ayudar o al menos por no ser una carga.
Ese día algo dentro de él cambió. Se endureció de golpe. Todo el miedo y todas las ganas de llorar que había podido tener alguna vez en su vida desaparecieron y todo en su interior se volvió duro y serio.
Ese día al volver a casa hizo la maleta y puso el piso de su madre a la venta para irse a la casa de Ulia que le había dejado en herencia cuando murió en aquel accidente de coche.
Todo lo que Sam quería era posible, siempre que siguiese un plan que tenía que trazar minuciosamente. Tendría que pasar tiempo en la planeación y ser minucioso al ejecutarlo, pero si lo conseguía, tendría la capacidad de hacerlo todo, de eliminar a quien le hiciese daño a él o a su querido Ibai... de tener una vida a su lado en la que ambos serian felices.
Con lo que se había llevado de clase en la mochila empezó a trazar el plan, eligió las víctimas y el porqué de tener que matarlas. En base a su crimen diseñó una muerte a cada uno, cada muerte sería representada de alguna manera específica...
A cada segundo que pasaba trazando ese plan, más loco se volvía. Menos cuerdo era su pensamiento. Mas ilógicas eran las cosas que escribía o dibujaba, pero con más lógica las unía.
Pasó un total de tres años y medio sin salir de esa casa, planeándolo todo al milímetro, sin estudiar fuera del lugar, sin ir a la universidad como siempre había soñado... todo lo que había hecho esos años era su plan maestro, al que había dedicado sangre, sudor, lágrimas y un par de almas.
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Sangre bajo la piel
Misterio / SuspensoUna lista con estudiantes universitarios. Una figura encapuchada que va haciéndolos desaparecer del plano mortal. Un pequeño pulso entre quien asesina y quién investiga el caso. Un juego que ambas partes quieren ganar. Un mes de septiembre que podr...