Capítulo XXI - Cyberbullying

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La joven gritó durante menos de un segundo antes de que algo le tapase la boca. Unas manos fuertes le dieron la vuelta en la silla de nuevo y estiraron de unas cuerdas que le rozaban las comisuras de la boca y después sintió cinta americana atándola a la silla.

Los comentarios del vídeo empezaban a ser de si era una broma de mal gusto, pero al darse cuenta de que no, pasaron a ser de que ya habían avisado a la policía.

—Vamos, Maite... ¿Qué más da que se vea esto? Casi todos los vídeos de este canal son bullying hacia alguna persona... ¿Qué más da grabar tu muerte? Tu has subido cosas peores para conseguir fans...

	La risa de Maite llenó la estancia mientras grababa con el móvil a Gari dar de patadas a Samuel, el chico rarito que estaba solo siempre en todos lados que iba a la clase de tecnológico

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La risa de Maite llenó la estancia mientras grababa con el móvil a Gari dar de patadas a Samuel, el chico rarito que estaba solo siempre en todos lados que iba a la clase de tecnológico...

—Mi amor... ¿Crees que el rojo sangre le sentará bien en los labios?

—¿Por qué no le rompes la boca y lo comprobamos?

—Como desee, señorita... —Antes de acabar la frase ya le había metido una patada en la boca al joven que se retorcía y gritaba en el suelo.

La única chica del lugar dejó de grabar y abrió Instagram, en una cuenta llamada @bullyingMU&GR que habían creado entre los dos. Subió el vídeo etiquetando a la víctima, poniendo tantos datos como se le ocurriese en la descripción, humillando aún más al que no podría hacer nada por evitar ser el hazmereir de cualquiera que visitase la página.

 Subió el vídeo etiquetando a la víctima, poniendo tantos datos como se le ocurriese en la descripción, humillando aún más al que no podría hacer nada por evitar ser el hazmereir de cualquiera que visitase la página

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Desde un banco frente a la puerta de los vestuarios femeninos, Maite grababa como su novio salía de ahí con la ropa, mochila y móvil de la última chica que quedaba en el interior.

Entre risas se acercó al lugar y esperaron a que la chica saliese, cosa que no tardó demasiado en suceder.

La joven salió envuelta en una toalla, totalmente roja y avergonzada, y se dirigió al profesor más cercano, la melena rubia le cubría la espalda hasta donde empezaba la toalla. La cosa no era demasiado vergonzosa, así que Gari, tras dar un beso en el cuello a su chica, se levantó y fue en dirección a la víctima para, al pasar por su lado, enganchar "accidentalmente" una de las cadenas de su chaqueta en su toalla y así quitársela.

Sangre bajo la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora