|La maestra|

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Los dos erizos ya se dirigían al Reino Tierra, donde hicieron una misión allá y ayudaron a unos bandidos, ya han pasado meses de eso y aún nuestros erizos lo recuerdan como si fuera ayer.

Estaban ellos en una embarcación para ir al Reino Tierra, Sonic estaba preocupado por que su vida anterior Stonic le hablo ayer en la noche.

[...]

Todo estaba oscuro, la luna y el manto negro de la noche estrellado se veía en el cielo, un erizo en una habitación estaba al frente del espejo donde un erizo igual a él pero más alto estaba reflejado y este tenía franjas rojas cosa que no tenía el más menor.

ー¿A que has venido, Stonic?ーpregunto curioso el erizo cobalto menor.

ーHe venido para ayudarte, Sonic.ーdijo el del espejo con una mirada seria pero tranquila.

ー¿En qué?ーpregunto él, desconcertado.

ー Debes encontrar el maestro que escuche a la tierra.ーdijo el otro respondiendo a su pregunta.

ー El que escuche a la tierra...ーmurruro él para si mismo y levantó la mirada para ver denuevo al otro erizo.ー ¿Cómo me ayudará en eso?ーpregunto el erizo cobalto mirando con una mirada seria al otro erizo.

ーPronto lo sabrás suerte, Sonic.ー respondió el otro para brindarle una sonrisa y desaparecer del espejo.

[...]

Desde ese momento el erizo cobalto ha estado preocupado, no sabía como o donde encontraría a un maestro o maestra que pudiera escuchar a la tierra y deseaba que ella no fuera una traidora.

En el reino Tierra hay traidores en todas partes, muchos defienden y luchan en la guerra, pero ellos traicionan y venden información a los soldados de Stalia.

Por suerte, casi la información del Beta no es muy creída y no tienen una imagen exacta del Beta para capturarlo, pero como ya vimos el sujeto de antes que mando a la flota si sabe.

La eriza rosada en cambio miraba y recorría fascinada la cubierta del barco en donde navegaban, veía cada parte, lugar y rincón vaciando su curiosidad, también se apoyaba en la baranda del barco a ver el hermoso cielo azul y los delfines y criaturas que estaban saltando y bailando por el lugar, ella siempre permanecía en las murallas del castillo, nunca podría ver nada así y casi todo lo que veía estaba congelado, al ser la hija de un ex-rey y jefe, los enemigos deseaban su cuello y cabeza en bandeja de oro o plata.

Así que siempre estuvo protegida, pero su padre la entreno para ser una gran guerrera, aunque no obtuvo la edad para entrenar y ser una maestra agua, la tradición dice que el que debe entrenarte es algún pariente o maestro, pero todos los maestros de la tribu en que pertenecía estaban junto al jefe batallando y aún lo hacen, la edad que se le asignó en su tribu eran los 17 y ella acabo de cumplirlos unos meses antes de la muerte de su amado padre.

Así que ella nunca vio más allá de la muralla y de su gélido reino, ver algo nuevo le daba curiosidad y fascinación al ver lo hermoso que era, el cielo azul siempre lo vio pero nunca lo vio tan vivo como ahora, con las criaturas saltando alegres como si una bienvenida se tratase.

Ya estaban en las mareas del Reino Tierra, ya se veía el hermoso castillo y pueblo de ese reino, todo había cambiado, el sector que parecía antes el pobre ya tenía vida y gente trabajaba, las murallas ya no separaban a nadie sino unían a gente, el reino avanzó tanto en sólo unos meses, se veía que los bandidos lo consiguieron, eso lo demostraba.

[...]

Bajaron del barco y ahí en el muelle los esperaba unas caras conocidas, un erizo verde y una eriza rosada más pequeña que el anterior estaban parados esperándolos a los dos.

El Reino PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora