Charlie daba vueltas y vueltas en el sillón. No podía conciliar en sueño. En medio de la noche Alastor fue a pedirle que fuera a la cama con él, que la necesitaba a su lado, pero ella no dio su brazo a torcer y lo ignoró hasta que él perdió la paciencia y se fue de regreso a la habitación hecho una furia. Estaba comenzando a quedarse dormida cuando escucho un gran estruendo proveniente del cuarto de Alastor. Se levantó del sofá de golpe y corrió al dormitorio. Estaba temblando, bañado en sudor y haciendo gestos extraños. Parecía que estaba sufriendo y Charlie odiaba verlo sufrir. Le dolía en lo más profundo de su ser. No podía dejarlo así.—¡¿E-Estás bien?!—Se acostó a su lado y apartó los mechones de cabello que cubrían su rostro. Abrió los ojos de golpe. Parecía aterrado. ¿El estaba asustado? ¿De qué podría estar asustado uno de los demonios más temidos de todo el infierno?—Tranquilo...No sé qué te está pasando, pero yo estoy aquí...Estoy contigo, Alastor—Hizo lo que estuvo en sus manos para tranquilizarlo. Sus dedos acariciaron su cabello y luego le acarició la mejilla. Aún seguía temblando. Se acostó con él y lo abrazó por detrás. Sintió como se relajaba de poco a poco al sentir el contacto con Charlie.
—No te vallas, Charlie—Habló con titubeos. Algo nada común en él. Ella permaneció en silencio y como respuesta se apegó más a su cuerpo. Acurrucando su cabeza en el cuello del demonio ciervo.
[...]
El agua era lo bastante caliente como para hacer que sus músculos tensos se relajaran. Estaba agotada por la falta de sueño de anoche, simplemente no podía conciliar el sueño. Además de estar frustrada con Alastor. Él estaba dormido cuando ella se había metido a la regadera, y cruzo los dedos para que así siguiera por lo menos hasta que ella se fuera al hotel. Por desgracia, no fue así. Alastor ya estaba levantado y en la cocina, cuando Charlie salió del cuarto de baño.—Luces encantadora, querida—Dijo sin despegar sus ojos de ella.—Charlie rodó los ojos y pasó junto a él para servirse una taza de café ya que no había desayunado nada por las prisas.—¿Ahora no me hablas?
—No, ahora mismo, no. Tengo que ir al hotel y no tengo ganas de pelear contigo otra vez—Dijo sin mirarlo mientras le daba un sorbo al café. Maldita sea...Estaba delicioso, pensó. Maldito Alastor, ¿ por qué tenía que ser tan bueno y tan desgraciado a la vez ?
—Anoche viniste a la cama conmigo—Protestó.
—Sí, sólo porque me habías asustado, estabas muy mal. No podía dejarte así—Replicó.—Pero eso no significa nada. Lo habría hecho por cualquiera—Se cruzó de brazos con cuidado de no deshacer el nudo de la toalla que la mantenía en su lugar.—Ahora, dime...¿Qué rayos fue todo eso? ¿Qué demonios fue lo que te sucedió anoche? Alastor gruñó y apartó su vista de Charlie haciendo una mueca de disgusto.
—No lo entenderías. Sé que no lo harás.
—Nunca lo sabrás si no me lo dices...—Insistió.
—No—Negó rotundamente.
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<<Suficiente. Ya había tenido suficiente de esta mierda.>>
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—Es oficial, me rindo contigo. Lo lamento Alastor, pero ya no puedo seguir con...—No te atrevas. No te atrevas a intentar dejarme, Charlie—Su tono era de enojo, pero ella pudo ver el miedo a través de sus ojos. Tenía miedo que lo dejara...vaya. Nunca lo habría esperado de él.
—Entonces dime la verdad. ¿Qué es lo que yo no sería capaz de entender? ¿Qué fue lo que te pasó anoche?—Inquirió.
—Dime que no vas a dejarme—Musitó con la voz apagada. Charlie lo miró con auto compasión. Algo dentro de ella le decía que Alastor estaba muy mal. Y quería ayudarlo, pero ya no. Esta vez no lo haría. Debía aprender a mantenerse firme y no ceder ante él, sin importar cuán destrozado pareciera.