El agua descendía por la pálida espalda de Charlie. Tenía una sonrisa en su rostro. Había vuelto a tener intimidad con Alastor después de mucho tiempo. No podía creer que hubiera pasado tanto desde la última vez que lo habían hecho. Parecía algo simplemente imposible de creer. Pero volver a tener esa cercanía con su esposo la hacía sentir completa. Feliz. Amada. Le encantaba esa sensación.
[...]
Mientras su esposa se estaba duchando, Alastor se había quedado en su habitación. Aún era muy temprano. No pudo evitar dormitar levemente. Se acomodó en la cama y cerró los ojos. Tomaría una pequeña siesta. Después de todo, Charlie no tardaría mucho.
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Había abierto los ojos. No estaba en su habitación. Todo estaba muy callado. No había nada de iluminación.—¿Querida?—La llamó desde el pasillo, anunciando su presencia. El hotel estaba en silencio, sólo pequeños sonidos llenaban el aire. ¿Dónde estaban todos?—¿Estás aquí?—La llamó de nuevo mientras abría la puerta de su habitación. La escena que captaron sus ojos lo detuvo en seco. Charlie estaba tendida sobre el cubrecama blanco, con el rubio cabello pegado a la frente por el sudor; con los dedos de una mano se agarró a la cabecera de la cama y con los de la otra jaló de unos cabellos verdosos. Mientras giraba las caderas Alastor podía sentir cómo el hielo remplazaba la ardiente sangre que corría por sus venas. La cabeza de Harold estaba enterrada entre los suaves muslos de su esposa. Sus manos recorrían el cuerpo de Charlie.
Alastor intentó moverse hacia ellos para sujetarlo por la garganta y arrojarlo contra la pared, pero sus pies estaban pegados al suelo. Intentó gritarles para que se detuvieran, pero su boca se negaba a abrirse.—Oh, Harold...—Gimió la rubia echando la cabeza hacia atrás. Tal y como hacía con él. Intentó cubrirse las orejas con las manos, pero no funcionó. Su voz llegó hasta lo más profundo de su ser; no había forma de escapar de ella.
—Eres tan hermosa...—Murmuró el con admiración mientras ella volvía a gemir. Una de sus manos se movió hasta los pechos de Charlie y los acarició con las yemas de los dedos mientras su boca seguía enterrada en ella. Estaba paralizado. No lo veían, ni siquiera habían notado que estaba en la habitación. Charlie gritó su nombre una vez más y, cuando Harold alzó la cabeza de entre sus muslos, por fin lo vió. Mantuvo contacto visual con él mientras sus labios recorrían el cuerpo de la chica hasta llegar a la mandíbula, mordisqueando su piel. Sus ojos no podían apartarse de sus cuerpos desnudos, y sus entrañas le habían sido arrancadas del cuerpo y lanzadas sobre el frío suelo. No podía soportar ver esto, pero estaba forzado a hacerlo.—Te amo—Le dijo él mientras le sonreía a Alastor con burla.
—Yo también te amo—Gimoteó entre gruñidos de placer. Clavó sus garras en su espalda cuando la penetró. No. No. No. No. No. No. No...
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—¡¡Charlie!!—Gritó abriendo los ojos de golpe. Su pecho subía y bajada rápidamente. Estaba empapado de sudor. No podía pensar con claridad. Nada de lo que pensaba tenía sentido. Charlie no pudo tener sexo con él. No lo hizo. No pudo hacerlo. Si lo hubiera hecho con otro, lo sabría. Lo abría notado en su esencia...en su aroma.<<Siempre supiste esto pasaría...>>
<<Sólo era cuestión de tiempo para que ella se metiera con otro y te dejara...>>
<<Nunca sintió nada por ti...>>
<<No te ama..>>