Capítulo 3

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Después de aquella conversación acalorada con Vaggie , la princesa del infierno había decidido que necesitaba tomar una ducha para despejar su mente. Soltó un suspiro al aire mientras dejaba caer su ropa al suelo y admiraba su cuerpo desnudo que estaba reflejado en el espejo. Su pálida piel estaba repleta de mordiscos, a donde quiera que mirara había un par de ellos decorando su piel como si de un patrón se tratara. Sintió nostalgia al recordar como lucía su piel blanca antes de que Alastor comenzara a marcarla de esa manera tan excesiva. —Espero que se quiten...— Murmuró levemente. El agua caliente del grifo caía hacia la tina llenándola completamente mientras que Charlie entraba despacio debido a la temperatura de la misma. A ella le encantaba que su baño estuviera a una temperatura exageradamente alta, tal vez su gusto por estás temperaturas tan extremas se debía a causa de ser un demonio o quizás solamente le gustaba sentir el calor abrazador cubrir su piel. Cerró los ojos y se relajó echando su cabeza hacia atrás. Al fin había comenzado a relajarse.

—Hola querida—Salió de las sombras haciendo que Charlie se sobresaltara de golpe y se cubriera el pecho instintivamente.—No tienes porque cubrirte, después de todo...no es nada que no haya visto antes—Sonrío con autosuficiencia. Sabía que nunca se cansaría de ella. Daban igual todas esas veces que la había acariciado, la había hecho suya, besado o abrazado... Nunca tendría suficiente y siempre querría más de Charlie. Ni siquiera era del todo por el sexo, del cual disfrutaban muy seguido, era esa sensación de pertenencia y calidez que le hacía sentir cada vez que ella estaba cerca.

—¿¡Qué crees que haces aquí?!—Sus ojos se tornaron rojos en señal de advertencia contra el demonio que la estaba mirando de una forma extremadamente lascivia. ¡¿Era mucho pedir que la dejara tomar un maldito baño en paz?!—Largo de aquí, Alastor—Gruñó agresivamente para intimidarlo.

—Oh, Charlie...—La miró con ojos hambrientos.—¿Tienes idea de lo bien que te ves cuando estás enojada, cariño?—Charlie tragó saliva. Los ojos ensombrecidos de Alastor delataban exactamente lo que estaba pensando hacerle.—¿Hay espacio para uno más?—Recorrió el pequeño espacio que los separaba y se colocó delante de ella. Estaba completamente vestido mientras que ella se encontraba desnuda en la tina dirigiéndole una mirada asesina.

—Ni siquiera lo pienses—Lo amenazó nuevamente.—No va a pasar—La tomó con delicadeza del mentón obligándola a mirarlo a la cara. Su cálido aliento le golpeaba el rostro y sus labios habían quedado a sólo unos cuantos milímetros de los suyos.

—Y ¿eso por qué?—Preguntó con la voz ronca acompañada de un tono de estática.

—Porque...—Su mente estaba tratando de pensar en una respuesta lo suficientemente asertiva como para obligarlo a dejar de acosarla y marcharse. Mientras que por otro lado, su cuerpo le estaba jugando una mala pasada.—No me apetece hacerlo contigo—Mordió su lengua inconscientemente. Sabía que estaba mintiendo. Ambos lo sabían.

—Y ¿eso por qué, cariño?—Sabía exactamente lo que estaba haciendo. Sabía que solo bastaba insistir un poco más y Charlie se entregaría voluntariamente a él.

—Y-Yo...— Sus mejillas se tornaron rojas de la vergüenza. Miró fijamente al demonio sonriente que tenía frente suyo e hizo un puchero.—Algún día esto te va a dejar de funcionar—Se cruzó de brazos. Alastor sonrió satisfecho al escucharla. Sabía que solo era cuestión de tiempo para que Charlie accediera.—Métete de una vez—Le ordenó dirigiéndole una mirada retadora. Un chasquido. Solo eso bastó y ya estaba desnudo en la tina junto a Charlie.

—Deja de cubrirte—Gruñó haciendo un gesto de disgusto que logró sacarle una sonrisa a la chica. Charlie disfrutaba de los gestos extraños que Alastor hacía porque ella se negaba a dejar que le viera los pechos.—Quita las manos, Charlie—Insistió y finalmente ella accedió con unas leves risas de por medio. Justo antes de que él pudiera hacer algo al respecto ella lo tomó fuertemente de los hombros y planto un beso violento en sus labios. Acto que fue rápidamente correspondido por Alastor, mientras que este le pasaba sus largas manos por los muslos.—¿Qué...ha sido eso ?—Le dijo tratando de recuperar el aliento. Charlie dejó escapar una carcajada sin aliento antes de tomar aire al sentir que los largos dedos de Alastor la penetraron de golpe. Su boca entrecortaba sus gemidos. Era tan sensual y seductora..., que ni siquiera tenía que esforzarse para volverlo loco. Charlie había empezado a mover sus caderas y a restregarse contra la mano del demonio de la radio. La sujetó de la muñeca, la levantó y la colocó a su lado con las piernas abiertas, sin que sus dedos dejaran de complacerla.—¿Lo estás disfrutando, no es así?—Le preguntó con una sonrisa narcisista.

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