Ese pequeño ser que yacía en sus brazos lo llenaba de curiosidad. Era tan pequeña y frágil que parecía imposible creer que fuese un demonio. Parecía imposible que fuese su hija, pero el hecho de tan sólo plantearse la incógnita era estúpido; puesto que era idéntica a él. Sería una copia exacta salvo por el tono pálido de su piel y sus mejillas rosadas. Había decidido sentarse a vigilar a Charlie mientras terminaba de dar la platica motivacional con Vaggie. Su amada Charlie, siempre tan sonriente y radiante.—Hola, proxeneta—Una voz masculina lo sacó de sus pensamientos. Giró su cabeza a ver quién era el poseedor de dicha voz y giró los ojos al ver de quién se trataba.—¡¡Hola, dulzura!! ¿¡Cómo está la cosita más adorable de todo el infierno?!—Su tono de voz fue tan agudo que tanto las orejas de Alastor como las de Elizabeth se bajaron de golpe. El demonio radio estaba a punto de amenazarlo para que se callara, hasta que los chillidos y sollozos de su pequeña lo sacaron de sus pensamientos. Tal parecía que la había asustado. No supo porque..pero de pronto sintió unas inmensas ganas de golpear al demonio araña, más de lo habitual.—¡¡Dámela por un momento, anda!!—Dijo mientras se acercaba para tomarla en brazos, pero Alastor se puso de pie inmediatamente y sonrió con autosuficiencia mientras negaba con la cabeza.
—¡JA! NO.
[...]
El día seguía con normalidad. Charlie había llevado a su pequeña a su habitación, pues se había quedado dormida en los brazos de Alastor. Ya era un poco tarde, y los últimos clientes se estaban retirando. De pronto la puerta principal se abrió de golpe sin previo aviso y todos se quedaron sorprendidos al ver de quien se trataba.—¡Harold, hace tiempo que no te veía en persona!—La rubia se lanzó a abrazarlo pero antes de llegar a su destino un brazo la detuvo y ella rodó los ojos. Alastor y sus celos.
—¿Qué haces aquí?—Preguntó con seriedad.
—Veo que tu carácter sigue siendo igual de malo que antes, incluso quizás esté peor—Sonrió burlón.—Lamento decepcionarte, pero no estoy aquí por ti. Estoy aquí porque tengo asuntos pendientes con Charlotte—Explicó encogiéndose en hombros y agrandando su sonrisa. Inmediatamente los ojos escarlatas de Alastor se clavaron en los de Charlie. ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Qué clase de asuntos? ¿Por qué no le había dicho nada? ¿Qué estaba pasando?
—¿De qué está hablando, Charlie?—La cuestionó. La rubia suspiró y lo tomó del brazo mientras lo llevaba a una pequeña habitación del primer piso para hablar con privacidad. Alastor oponía resistencia, pero Charlie no era una mujer débil. Finalmente cerró la puerta detrás suyo y encaró al demonio ciervo.
—Contraté a alguien—Soltó de la nada.
—¿Cómo dices?—La miró sorprendido.
—Alguien se ofreció a ayudarme—Corrigió.—Y yo acepté, así que se mudara al hotel dentro de poco—Alastor permaneció en silencio salvo por el ruido de la interferencia de radio que se escuchaba su alrededor.
—¿Cuándo lo has decidido?—Preguntó al fin.
—Hace un par de días—Respondió.
—Eso no va a pasar. No necesitas la ayuda de nadie—Gruñó.—No quiero extraños en mi propiedad. Su respuesta la puso a la defensiva.
—Pues ya le dije que sí—Se cruzó de brazos.—Así que no te queda de otra más que aceptarlo. Él se queda y punto—Alastor abrió mucho los ojos y la interferencia la aturdió con más fuerza.
—¿Él?—Charlie sintió escalofríos recorrer su espada. Carajo. Iban a discutir de nuevo. Lo sabía. Sus ojos pedían pelea a gritos.
—Harold se ofreció—Alastor frunció el ceño y la interferencia se intensificó aún más que antes. Estaba sonriendo pero sus ojos mostraban furia y frustración mientras que se iluminaban de un tono escarlata brilloso. Lo conocía bien. Sabía que estaba haciendo un gran esfuerzo para controlar su carácter.