Se despertó. Esta era la segunda vez esta noche. Estaba sudando. Subió la mirada al sentir un peso extra sobre su cuerpo. Alastor la estaba abrazando, con su cabeza descansando sobre la suya y con los brazos alrededor de ella. Estaba respirando muy tranquilamente. Su expresión de serenidad daba miedo. Charlie se sorprendió al descubrir que aún mientras dormía seguía sonriendo.
<<Que extraño eres, Alastor.>>—Pensó soltando una pequeña risa burlona.
Respiro hondo y, con cuidado de no despertarlo, movió su brazo para apartarle el cabello de la frente. Era como si hiciera hace años que no lo hacía, cuando en realidad nunca había dejado de hacerlo. En su cabeza aún rondaban imágenes de aquel castaño larguirucho que suspiraba y jadeaba embelesado por ella. Sonrió levemente mientras continuaba acariciándole el cabello. Alastor abrió los ojos y Charlie pegó un brinco mientras escondía su mano a toda velocidad. —¡C-Creía que estabas durmiendo!—Dijo avergonzada de que la hubiera atrapado con las manos en la masa.
—Lo estaba—Dijo con la voz algo ronca por el sueño.—Hasta que comenzaste a tocarme.
—Perdona. No quería despertarte—Dijo mirándolo con vergüenza. Estaba haciendo una expresión sumamente tierna.—Es solo que...no puedo dormir, hace mucho calor aquí—El demonio ciervo se incorporó, hundió su cabeza en el cabello de Charlie por unos momentos y dejó de abrazarla. Maldición. Desearía no haberlo despertado para que aún siguieran abrazados.
—¿Calor?—Cuestionó sin entender. ¿Era otro de sus cambios hormonales o algo por el estilo?
—Creo que...—Se incorporó también y se levantó de la cama tomando por sorpresa a Alastor.— Lo mejor será que valla a mi habitación y busque algo de ropa limpia.
—No tienes porque hacer eso...—Dijo tratando de sonar intimidante, aunque a causa de su somnolencia estaba teniendo el efecto contrario sobre la rubia.
—Aquí no tengo nada de ropa limpia—Protestó con una sonrisa de lado.
—Toma algo mío—Ofreció, para su sorpresa, puesto que él no era mucho de compartir sus cosas. Era muy raro cuando lo hacía. Espero un par de segundos a que le dijera que no hablaba enserio, pero nunca lo hizo.—Vamos, no seas tímida querida. Después de todo, no sería la primera vez que lo haces—Dijo con una sonrisa. Soltó unas leves risitas de timidez y aceptó la propuesta de Alastor.
—Está bien. Pero no me espíes mientras me cambio—Advirtió, pero él se echo a reír.
—Oh, Charlie...—Negó con la cabeza mientras seguía riéndose.—¿Ahora vas a prohibirme eso también?—Charlie guardó silencio. Alastor suspiró sin poder creerlo y se dio la vuelta, mirando en la dirección opuesta. Ella aprovechó esto para desabotonarse la blusa y tomó una de las camisas de Alastor lo más rápido que pudo. Se la puso. Olía de maravilla, a una mezcla de colonia y el olor característico de Alastor.—Estoy perdiendo la paciencia, cariño...—Dijo, arrastrando las palabras para molestarla. Charlie gruñó como respuesta provocando que Alastor volviera a reírse. Se desabrochó sus pantalones y se los quitó. Los dobló y los puso al lado de sus zapatos. Alastor se volteó a verla y ella se puso colorada por la sorpresa.
—¡Demonios, Alastor! ¡Te dije que no miraras!—Trató de bajarse la camisa lo más que pudo. Pero esto terminaba siendo contraproducente, ya que al hacerlo revelaba cada vez más y más un poco de escote.
<< Oh, vaya...>> Ni siquiera había intentado disimular que la estaba mirando con adoración.
—Al menos ya no tengo calor...
—Me alegro por ti, querida—Afirmó intentado disimular el entusiasmo en su voz. Sin embargo, cuando vio cómo sus pechos comenzaban a sobresalir por encima de su camisa...<<Deja de mirarla. Despacio, ella dijo que quería ir despacio. Podía ir despacio..., dentro y fuera de ella. ¿¡Qué demonios?!, ¡¿en qué estaba pensado?!>> Cuando por fin se decidió a dejar de mirarla, Charlie se metió las manos a la camisa y se sacó el brasier para dormir un poco más cómoda...<<Maldición...>> Tragó saliva y contempló hipnotizado cómo se acomodaba a su lado. De modo que la curva de sus caderas sobresalía y sus muslos quedaban completamente expuestos. Las ondas suaves y rubias caían sobre su espalda. Fue ahí cuando salió de golpe de su ensoñación por Charlie. No. Esto no estaba bien. Debía contenerse. Era un adulto, se suponía que debería tener autocontrol.