Capítulo 27

4K 248 21
                                    

Alguien la estaba viendo. Podía sentirlo. Sentía una mirada penetrante clavada sobre su cuerpo. Abrió sus ojos con pesadez y lo primero que encontró fueron los grandes ojos de Alastor mirándola fijamente.—¿Estabas...mirándome mientras dormía?—Preguntó entre bostezos.

—No—Mintió.—Recién acabo de despertar—Volvió a mentir. Había despertado hace una hora y no había dejado de mirar a Charlie ni por un segundo. Charlie lo recorrió con la mirada. Alastor siempre dormía con muy poca ropa. "Cuestión de comodidad" según sus propias palabras. Siempre había sido muy atractivo para ella y ahora la estaba tentando. Era una tortura exquisita estar acostada sobre su pecho desnudo, mientras él la tenía rodeada de la cintura con uno de sus brazos y con el otro le apartaba algunos mechones rebeldes que cubrían su cara.

—No puedes mentirme, Al—Apoyó su barbilla en su pecho, tenía una vista perfecta de su rostro y de su característica sonrisa confianzuda.—Sé lo raro que eres y también sé que me miras mientras duermo—Alastor soltó una pequeña carcajada. No podía mentirle a Charlie. Lo conocía demasiado bien como para caer en sus engaños. Y eso le encantaba. Le fascinaba más que nada en el mundo.

—Me conoces bien, Charlie—Le pasó el cabello detrás de la oreja con suavidad mientras su sonrisa seguía perfecta y en su sitio.

—Lo sé.

—Eres encantadora, querida mía—Ronroneó contra su cuello. Charlie cerró los ojos un momento para aclarar sus ideas, la voz de Alastor le parecía cada vez más ronca y seductora...la estaba volviendo loca sin siquiera esforzarse demasiado. Incluso la estática de radio en voz le parecía atractiva. <<Que carajo...>>Sin otra palabra, le rozó los labios con la punta del pulgar y se dispuso a hacer contacto. Todo parecía perfecto. Hasta que alguien había comenzado a llamar a la puerta principal del hotel...<<Harold.>>—Dedujo inmediatamente. Apartó a Alastor negándole el contacto con sus labios e intentó sentarse, pero él la estrechó contra su cuerpo con fuerza.—No vas a abrirle la puerta. Que alguien más lo haga—Gruñó contra su oído, con el aliento tibio contra su piel. Estaba hipersensible y caliente a más no poder. Intentó separarse de él.

—No puedes evitar que lo haga—Dijo incorporadose en la cama con las mejillas rojas. Alastor intensificó su sonrisa mientras la miraba de forma coqueta.

—¿Quieres ver que sí?—Charlie se quedó helada cuando Alastor la acomodó entre sus piernas. Sus manos comenzaban a acariciar sus piernas y masajeaban sus muslos con lujuria. Charlie echo la cabeza hacia atrás. El demonio ciervo sonrió victorioso. Apartó las manos de los muslos de Charlie para después comenzar a masajear sus hombros, sabía que necesitaba relajarse un poco y eliminar toda la tensión que cargaba en ellos.—Te resultaría mucho más placentero si te quitaras la camisa, querida—Comentó. Charlie se echó a reír levemente, pero se interrumpió al recordar el pequeño encuentro que había tenido ayer en la escalera. Sonrió maliciosamente y se llevó las manos bajo la camisa. Alastor tragó saliva cuando se la quitó por encima de la cabeza.

—¿Qué pasa, Al?—Dijo con un tono de voz coqueto que lo había dejado estático.—Ha sido tu idea, ¿no?—Le recordó, y se echó contra él. Sus manos se hundieron en su piel sin rechistar y con decisión. Masculló algo para sí y mentalmente se maldijo a sí misma por haberse puesto un brasier tan...revelador. No solía usar este tipo de lencería, pero desde hace mucho tiempo quería usarla. Así que llevaba un brasier de media copa color vino que apenas si podía contener sus grandes pechos.

—Oh, vaya...—Los ojos de Alastor se abrieron a su máxima capacidad. Nunca le había visto ese brasier. Y eso le parecía extraño, ya que los conocía todos. Todos menos este...— Veo que ahora tienes uno nuevo—Sus largos dedos se metieron bajo uno de los tirantes. Lo levantó y lo dejó caer. Charlie no dijo nada. Se sobresaltó un poco y se recolocó entre sus piernas. Alastor gruñó y la tomó de la base del cuello. Sus dedos largos masajeaban su mandíbula y la delicada piel debajo de su oreja.—¿Bien?—Le preguntó con la voz ronca, aunque realmente ya sabía la respuesta.

MINE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora