Rubén abrió sus ojos claros con dificultad a causa de la intensa luz que se colaba por los cristales del gran ventanal principal del salón haciéndole removerse entre los cojines del sofá usando la delgada frazada que lo cobijaba para refugiarse del sol.
—Señorito, Rubén. — Llamó con suavidad Luzu acercándose a su señor para despertarle.
Miguel Ángel permanecía a una distancia prudente sosteniendo con firmeza la bandeja de plata con el desayuno del cachorro, y ajeno a la familiaridad del tacto de la mano desnuda de Luzu en el bulto debajo de las sábanas.
—...Luzu...— Murmuró adormilado Rubén saliendo de la calidez de la frazada.
—Buenos días, joven Rubén. — Luzu le sonrió al cachorro con ternura.
Rubén se sentó en la orilla del sofá quitándose la sábana de encima siendo Luzu quién la recogió de las manos de su señor dándole una discreta señal a otra beta para llevársela mientras Miguel Ángel aparecía frente al rostro adormilado de Rubén con la bandeja de desayuno.
Luzu observo a "Mangel" montar el desayuno a Rubén con una mirada evaluativa en cada uno de sus movimientos, y acciones medidas bajo la risueña de Rubén quién parecía dichoso al ver a su chófer desempeñar las funciones de un sirviente.
Miguel Ángel solo trataba de mantener los nervios bajo control recordando vagamente la etiqueta del sirviente, y calmar esa voz interior molesta que lo hacía querer hacer huir de la mirada del extraño personaje de Luzu y de los ojos claros de Rubén que se mantenían fijos en él mientras daba un trago al jugo de naranja que sirvió en su vaso.
—Mangel, ¿no me desearás los buenos días? — Preguntó Rubén con un juguetón puchero viendo a su chófer alejarse de él.
Miguel Ángel se forzó así mismo a sonreírle, y decir en un tono condescendiente: — buenos días, joven Rubén.
—Para ti, Daddy. — Rubén guiñó un ojo y lanzó un beso a su dirección.
Luzu luchó por contener la risa que le dio el rostro serio de "Mangel" esforzarse por mantenerse firme en cuanto a Rubén parecía más animado que de costumbre.
—Luzu podrías traerme un poco de café. — Solicitó amablemente Rubén a Luzu.
Miguel Ángel vio a Luzu asentir y retirarse ante la solicitud de Rubén dándole una sonrisa a "Mangel" buscando animarle ese amargo humor que lo hacía mantenerse en un sombrío estado de seriada ajeno al resto.
Eso a Luzu, le preocupaba mucho.
Y era peor tener la certeza que a su señorito parecía causarle un gran interés.
~•~
—Es inusual que alguien a mi servicio dure más de una semana, ¿sabes?
Rubén abrazo por la cintura a Miguel Ángel quién se sobresalto al sentir el aroma sutil a hierba buena de Rubén envolverlo cómo los brazos del cachorro de alfa.
—No sé que hacer en estos casos, Mangel. — Admitió Rubén en voz baja sin ocultar la gracia de verle nervioso por su cercanía.
Miguel Ángel permaneció estático en su lugar aún con el fresco golpe del aliento de Rubén contra su oído, y una mano inquieta desendiendo por su espalda lentamente haciéndole aullar de necesidad a su lobo interior.
"Mangel" saboreó el roce de sus labios contra los de Rubén antes de golpear con su puño enguantado al joven alfa quién retrocedió consternado por la inesperada reacción del beta y llevándose una mano su mejilla con dolor.
—Jovencito Rubén aquí está su café. — Aviso la voz catarina de Luzu entrando en mal momento.
Luzu observo a "Mangel" cubrir su rostro con su brazo antes de salir huyendo del salón dejando a su señorito sobándose con una mueca el golpe en su mejilla.
—Un "no" y hubiese parado. — Murmuró Rubén acariciando la zona herida.
~•~
Miguel Ángel se encerró en su habitación golpeando la puesta con su espalda llevándose sus manos para apretar con fuerza su cabeza, y la golpeó con fuerza su nuca contra la puerta tratando de asfixiar los aullidos de su lobo interior rugiendo de necesidad por los brazos de otro alfa.
Él sonido de la puesta siendo golpeada era lo único que quería escuchar, la sangre nublo su vista y solo eso consiguió hacerle detenerse pero, su lobo seguía inquieto dándole una sensación desagradable mientras avanzaba con torpeza hacía la cama de la habitación dejándose caer a centímetros de llegar.
“No, no, no, no otra vez no.”
Miguel Ángel miró con dificultad la agarradera de la maleta oculta debajo de la cama, se arrastró lo suficiente para alcanzar a rozar sus dedos contra está y en medio del sonoro zumbido de dolor que atacó a sus oídos antes de ser arrastrado a la bruma de la inconciencia.
~•~
El anillo fue puesto con nerviosismo en su la mano de su pareja podía sentir detrás de él esas molestas miradas fijas en él a la espera de cualquier error, y señalarlo.
—Manhe...— Llamó con fuerza su pareja. — ¿Puedes colocarme el puto anillo de una vez?
Miguel Ángel miró la sonrisa divertida en el rostro de su alfa antes de soltar una risa y acompañada de la peculiar de su amada pareja pudo relajarse mientras colocaba el anillo en su dedo con felicidad.
—Te amo, mi niña. — Dijo su alfa antes de unir sus labios contra los suyos.
Miguel Ángel sintió a su lobo interior brincar alegre ante los mimos de su alfa y por el vínculo podía sentir la dicha de su pareja mientras lo abrazaba por la cintura para elevarlo por el aire en medio de la plaza.
Esa noche de diciembre el día más feliz de su vida.