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Miguel Ángel se abrochó los botones de la camisa ignorado el hecho de sentirse apretado con la fina tela blanca, y en su lugar, se cubrió con el chaleco negro de momento mientras de ataba la corbata roja con torpeza.

Hace años que no uso una corbata.” Él miró la tela roja rodear su cuello através del reflejo del espejo del baño y el nudo caer flojo en su pecho mientras tomaba los extremos de la corbata entre sus manos temblorosas. “Hace años, largos años que no me veo en un espejo.” Una idea cruzó por su cabeza al jalar los extremos de la tela sintiendo la tela cerrarse en su cuello.

Un par de toques se escucharon.

Miguel Ángel fue rápido en cerrarse el chaleco, y alcanzar el saco blanco con los bordados dorados de la familia Doblas colocándoselo en un ágil movimiento antes de proteger sus manos con gruesos guantes blancos cómo los que solía usar gran parte de la servidumbre Beta.

—Adelante. — Murmuró pasándose una mano por su cabellera castaña tratando de lucir lo más presentable.

Una vieja manía demasiado arraigada en su persona.

—Mangel él señorito Doblas te requiere abajo con su coche favorito, ahora. — Avisó ese peculiar sirviente asomándose por la puerta entre abierta con una sonrisa que lo hizo sentirse enfermo.

"Mangel" simplemente asintió a su aviso pasando de él sin dedicarle más tiempo del necesario en una charla "amistosa" entre "betas". Él se alisó el saco blanco igual de ajustado que la camisa, casi parecía una casualidad que su uniforme fuese una talla más chica de la pedida y de un material demasiado delgado, lo hacía sentirse incómodo sobre todo con el pantalón ajustado en su entre pierna.

Un simple error de talla.” No era la primera vez que pasaba por esa situación, su única ventaja es que en ésta ocasión era más que hueso y piel andante fácilmente podía usar el uniforme sin tener que hacerle modificaciones. 

Miguel Ángel se paseó por los pasillos recordando vagamente la utilidad de cada cuarto, de cada sirviente que suponía seguían el mismo ritmo acelerado y asfixiante de servir a la familia Doblas, la decoración cambio bastante con el paso del tiempo, Beatríz y ese pequeños cachorro debieron ser los culpables de las caras nuevas, los uniformes, el aire frío y la tensión palpable en el aire difícil de respirar con ese peculiar aroma florar inundar hasta el más mínimo rincón de la mansión Doblas.

—¡Mangel! — Escuchó para su disgusto la voz de ese molesto personaje detrás de él. — ¡Mangel!

Él nombrado se detuvo a unos cuántos pasos de salir por la puerta de servicio dispuesto a sacar alguno de los vehículos estacionados en el garaje. Ahí, en ese instante cayó en cuenta de algo muy importante.

“Mangel" es un nuevo sirviente, en una nueva casa.

—¿A dónde vas, amigo mío? — Preguntó él sirviente con una sonrisa titubeante pero amable.

Miguel Ángel se dio una abofeteada mentalmente por casi hacer una estupidez que lo hubiese dejado expuesto. Él se giró de una manera abrupta que asustó al hombre, colocó una falsa sonrisa en su rostro y se apresuró a formularse una buena mentira creíble para ese sujeto. —Al garaje, en mi anterior empleo el garaje se encontraba en la parte externa para que fuese más accesible.

Él beta pasó del susto inicial con rapidez aceptando sin dudar de sus palabras. — Ya veo, eso es una excelente idea. Pero, aquí no es así. El garaje del señorito Rubén se encuentra en la ala oeste de la casa, con salida al jardín principal y es posible que quieras seguirme para guiarte, mi amigo. — Dijo con un tono amigable. En el cual transmitía apoyó para un pobre novato cómo debía de verte a sus ojos.

Eso hizo que Miguel Ángel lo considerará más molesto que antes.

—Por cierto, soy Luzu. — Agregó ofreciéndole su mano ser estrechada en un saludo.

Miguel Ángel miró la mano desnuda del sirviente con su ceño ligeramente fruncido y se alejó con dirección al ala oeste, poco le importa mantener formalidades absurdas entré los demás, él solo tenía un objetivo en mente. No perdería su tiempo gastando valioso tiempo con "Luzu".

Luzu cerró su mano en puño viendo a "Mangel" dirigirse con demasiada familiaridad por los pasillos cómo si ya hubiese estado, eso lo dejo pensando y confundido mientras seguía sus pasos vacilante.

“¿Cómo puede moverse tan seguro por los pasillos si nunca ha estado aquí?”

"Mangel" se detuvo nuevamente de manera abrupta asustándolo por la repentina acción. Ese extraño chófer se giró sobre sus talones, y se volvió para plantarse frente a su cara, y ofrecer su mano enguantada junto a una sonrisa forzada.

—Miguel Ángel Rogel, Luzu. — Se presentó remarcando cada letra de su nombre con una encantadora sonrisa.

Luzu olvidó sus dudas y aceptó ese gestó cortes cómo una oportunidad de empezar bien con "Mangel".

—Un placer, Mangel.

Miguel Ángel reprimió el impulso de apretar la mano del extraño personaje de sonrisa amable. En su lugar, se obligó a aceptar ser atrapado por un par de abrazos cálidos y recibir una palmada de manera amistosa de "Luzu" sin estallar.

—Igualmente, Luzu.





Do You Feel It °•Rubelangel•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora