Promesas
-Rubén ella es Beatríz.Él pequeño cachorro de alfa levantó su vista cristalizada para encontrarse con los ojos claros de la omega quién se agachó
a su altura mostrándole una sonrisa sincera llena de un cariño
y añoranza que no entendió en ese momento porque lo llevaron a buscar protección detrás de las piernas del sirviente, a sus espaldas y huir de ese dulce aroma a limón.-Y muy pronto ocuparé el lugar de tu madre en esta casa, dulzura.
Rubén notó la mirada clara de "Beatríz" dirigirse hacía el sirviente que sostenía con demasiada fuerza la charola de plata y un sútil aroma a chocolate amargo atrajo al pequeño cachorro elevar su vista para encontrarse con el rostro ensombrecido por algunos cabellos castaños sueltos cubriendo gran parte de su rostro.
-Beatríz...- Su padre parecía molesto por sus palabras.
Beatríz solo sonrió con falsa inocencia volviendo al lado de su padre sin desaprovechar la oportunidad para mostrar su anillo más caro que la vida de un sirviente, ella aprovecho la atención de ese par de ojos oscuros para darle un beso caluroso a su prometido y recalcar su nueva posición, Rubén se aferró a las piernas del sirviente sacándolo de su trance.
-...¿Rubén? - Murmuró lo más bajo posible parpadeando para alejar las molestas lágrimas de sus ojos y ver a su señorito sin ser capaz de asimilar de todo lo ocurrido.
-Miguel, lleva a Rubén a su cuarto seguramente se encuentra cansado. - La órden del señor lo hizo moverse aunque sus piernas se sentían temblorosas.
Él pequeño cachorro de alfa miró al sirviente colocar la bandeja en una mesa cercana a la salida antes de regresar a su lado para recogerlo en brazos cómo siempre sucedía que su padre quería hablar "cosas de adultos" con alguien, en su momento su madre, o algún socio, o sirviente.
-Si, señor. - Respondió en un tono respetuoso apretando el agarre en el hijo de su señor.
Lo último que deseaba Miguel Ángel era herirlo por su falta de atención. En ese momento solo podía pensar en las palabras de Beatríz haciendo eco en su mente y el molesto nudo en su garganta que no le permitía respirar.
~•~
-...¿Estás llorando? - Preguntó él pequeño cachorro cuándo Miguel lo arropaba en su cuarto.
Miguel Ángel se forzó a sonreírle pasando su mano desnuda por los mechones castaños del cachorro tratando de encontrar las palabras necesarias para evadir su pregunta y largarse a su pieza para desahogarse libremente.
-No, ¿por qué lo dices? - Evadió su pregunta dispuesto a retirarse de ahí.
-No mientas...- Pidió él cachorro atrapando apenas un pedazo de tela de su saco. - Mi madre me mintió cómo tú. - Murmuró eso último volviendo a recostarse en su cama para cubrirse por su cuenta con la manta ocultándose de él. - Ella se fue, si tú lo harás entonces vete y no vuelvas.
Rubén con la voz rota agregó: - odio ser abonado por todos.
Miguel Ángel se le partió el corazón al escuchar a ese pequeño cachorro totalmente abatido porque de alguna forma parecía ser igual a él. " Te entiendo pequeño." Él busco en su bolsillo una pequeña cajita en forma en oso misma que guardaba dentro un anillo de compromiso mucho más modesto que el de Beatríz pero con un grabado cargado de sentimentalismo que abrió más la herida abierta de Miguel.
-No puedo prometer que estaré siempre contigo porque mi lugar es otro, Rubén pero...- Miguel Ángel sacó el anillo para verlo una última vez antes de devolverlo a su lugar y cerrar la cajita misma que tendió con una sonrisa sincera a un curioso cachorro de ojos llorosos. - Estaré ahí en el momento que más me necesites.
Él pequeño cachorro aceptó la cajita viéndola con curiosidad mientras Miguel Ángel se alejaba de la habitación dispuesto a confrontar a Beatriz quién para su sorpresa se encontraba del otro lado de la puerta y se encontraba dispuesta a hablar con una sonrisa triste en su rostro.
-Ese es el tipo de promesa más fácil de romper, Mikey.
-Yo no soy tú, Beatríz.