Capítulo #24: Quince

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*Por aquí les dejo esta humilde ofrenda y me retiro lentamente...*

POV POCHÉ

-Quiero descansar… quiero mi cama. -Le murmuré a Calle al ver que ya estábamos a punto de llegar a casa.

-Lo sé, Gordi. Vas a descansar en nuestra camita al fin. Ya verás. -Calle tomó mi mano y dejó un beso rápido mientras pasábamos del portón de la casa.

-De vuelta a casa, Blue. -Martínez anunció cuando nos detuvimos en el garaje.

-Martínez… Villalobos, pueden tomarse el día. Descansen, disfruten. -Les dije con una sonrisa y voltearon a verme sorprendidos.

-¿Estás bien? -Villalobos preguntó incrédulo.

-Por supuesto, tomen el día antes que me arrepienta. -Y en un abrir y cerrar de ojos, Martínez se había bajado de la Pesada y corría mientras se quitaba su saco.

-Uy, pero que tarde es. -Villalobos simuló ver la hora en su reloj bajo la manga de su saco y se bajó siguiendo a Martínez.

-¿Vamos? -Calle abrió la puerta y se bajó extendiendo su mano para que yo pudiese bajar.

-¿Dónde están todos? -Había mucho silencio al entrar a la casa.

Demasiado silencio como para que vivieran ocho terremotos en ella.

-No lo sé, pero hay que aprovechar para que descanses. -Asentí sin dudarlo.

-Quiero un ascensor. -Comenté mientras subíamos a mitad de escaleras.

-Te prometo que tan pronto duermas… pero nada de pasarte de ocho horas dormida… contactaré para que vengan a revisar donde pueden poner un ascensor. -Asentí sin dudarlo y abrí la puerta.

No sabía cuánto había extrañado mi cama. Las sábanas blancas, esas seis almohadas de las cuales solo usábamos dos… el frío de nuestra habitación.

-Te extrañé, amor de mi vida. -Le dije a la cama cuando me senté en ella.

-Me voy a poner celosa. -Calle comentó mientras se dirigía al armario.

-Sabes que tú sí eres el amor de mis quinientas vidas.

Miré hacia la mesita de noche y ví el retrato allí.

-Venga, debe ponerse cómoda. -Calle apareció con una camisa grande y un pantalón de pijama en sus manos.

-Pero no me he bañado.

-No importa. Te pones cómoda, duermes y luego a bañar…nos. -Dijo sonriente y sin dudarlo comencé a abrir la cremallera de mi sudadera.

Calle me ayudó a cambiarme y se metió debajo de la sábana conmigo.

Calle me abrazó y subió su pierna sobre la mía, su brazo mi pecho y su mano acariciando mi mejilla.

Comencé a reír y Calle me miró frunciendo el ceño.

-No, no estoy loca. Es solo que… hay mucha tranquilidad. Solo tú y yo en la cama… no hay señales de invasión.

Intentaba hacer memoria de cuándo había sido la última vez en la que Calle y yo estuvimos solas en nuestra cama. Sin cerrar con seguro para que, aunque sea, pudiésemos ver películas solas.

-No los invo

La puerta se abrió de golpe retumbando en la habitación.

A Un Click: Lo sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora