Capítulo #21: El verde de tus ojos.

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Una semana después

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-¡Amore! Despierta... bebé. -Escuchaba a Poché, pero no quería abrir los ojos.

Me aferré a la cobija que me cubría de pies a cabeza.

-Gordi... ya estoy contigo. Ya llegué a dormir. -Cerré los ojos con fuerzas al sentir su peso junto a mi.

Sabía que esto no era real. Era imposible.

-Bebé, si no te levantas me toca a mí hacer el desayuno y sabes lo que significa... Ti amo. -Me destapé lo más rápido que pude.
****

Abrí los ojos. Las ganas de llorar se apoderaban de mi al comprobar que solo fue otro sueño u otra pesadilla. Ya eran pesadillas.

Me atormentaba escucharla y sentirla, en ocasiones verla... para despertar y encontrarme sola en nuestra habitación.

Los primeros días creía en esos sueños, pero el despertar tras despertar y no encontrar a esa Mini Jefa me hacían no querer soñar.

Miré a mi lado izquierdo, el lado de Poché. En su lugar estaba Luis, quien quiso dormir conmigo por si Mamma Blue llegaba tarde de nuevo.

Entré a bañarme y salí para vestirme.

Ver toda su ropa en el mismo lugar en el que la había dejado. Tomé el saco sobre el cajón y lo abracé.

-Ti amo.

Dejé el saco en su lugar y terminé de vestirme, tenía que ir al hospital.

-Hoy debes despertar, amore mía. -Murmuré mientras tomaba la cadena de oro que permanecía sobre la mesa de noche de Poché. -Tienes que despertar, Limón.

Tomé en brazos a Luis y lo cargué hasta dejarlo en su cama. Un beso a los trillizos y la bendición.

Fui uno por uno hasta que David despertó.

-Tía.

-Dime, pequeño caballero.

-¿Cuándo vuelve mamá?

Suspiré y me acerqué. No había un solo día en el que David no preguntara por Limón.

-Mamá está algo ocupada, pequeño. Te prometo que tan pronto pueda, ella vendrá a buscarte y te va a leer todos los libros que quieras. -David suspiró.

-¿Vas a visitarla? -Asentí. -¿Le puedes llevar algo?

-¿Qué cosa? -Se paró de su cama y corrió hasta el escritorio para volver con su puño cerrado.

-Ayer la hice para mamá. -Abrió su mano dejando ver una pulsera de juguete.

Tomé la pulsera y me fijé en las letras de diferentes colores y formas: R, D, G.

-Estoy muy segura de que le va a encantar. -David asintió con una pequeña sonrisa y volvió a subirse a su cama. -Descansa, caballero.

Salí de la casa. Hoy me quedaría todo el día en el hospital y toda la noche.

Al llegar, ya Sebastián me esperaba en la entrada trasera. Era un caos entrar con la gente que se acumulaba al frente.

-¿Algo nuevo? -Le pregunté y negó.

Villalobos se veía cansado, a pesar de que le había pedido que se fuera a descansar por más tiempo, siempre volvía cinco horas luego de haberse ido.

-¿Las trasladaremos a la casa?

-Aún... es riesgoso moverlas.

Teníamos la opción de trasladarlas a casa bajo el cuidado de enfermeras y el doctor de la familia, pero era riesgoso.

A Un Click: Lo sientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora